MADRID / The Ministers of Pastime evoca magistralmente la música del siglo XVII de la corte de Viena

Madrid. Basílica pontificia de San Miguel. 25-III-2023. Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid (FIAS). The Ministers of Pastime. Obras de Bertali, Valentini y Schmelzer.
La actual edición del FIAS parece felizmente empeñada en convertirnos en especialistas en la música instrumental del siglo XVII, especialmente en eso que se ha dado en llamar stylus phantasticus, un estilo que alcanzará su apogeo en Centroeuropa en el último cuarto del siglo XVII de la mano de compositores germanos como Biber, Westhoff, Romanus Weichlein, Buxtehude o Walther pero cuyos orígenes italianos hemos tenido la oportunidad de conocer en conciertos anteriores.
Uno de los centros donde se desarrolló con más intensidad este estilo fue Viena, la capital imperial. Durante el siglo XVII, en tiempos de Fernando II, Fernado III y Leopoldo I -grandes amantes de la música y notables compositores los dos últimos- se convirtió en costumbre que los maestros de capilla de la Corte austriaca fuesen de origen italiano. Se sucedieron en este cometido Giovanni Priuli (1619-26), Giovanni Valentini (1626- 1649), Antonio Bertali (1649-1669), y Giovanni Felice Sances (1669-1679). Sólo Johann Heinrich Schmelzer vino a romper este monopolio por breve tiempo, ya que después de su muerte Leopoldo I nombró primero a Antonio Draghi (1682-1700) y después a Marc’Antonio Zani (1700-15) para este puesto. A tres de ellos (Valentini, Bertali y Schmelzer) estaba dedicado el concierto que nos ocupa.
Los amantes de la música antigua deben retener este nombre, The Ministers of Pastime, porque es un grupo llamado a hacer grandes cosas. Se trata de un joven conjunto español que toma su curiosa denominación de una expresión con la que el embajador de Francia en la Inglaterra de Enrique VIII describe la búsqueda de músicos en el continente europeo. Fruto de este esfuerzo se reuniría la primera formación de músicos de la familia del violín en Inglaterra. La ciudad de Barcelona es la que ha unido a los integrantes de este grupo, cuya procedencia es diversa; bueno, Barcelona y una misma pasión y manera de entender la música, porque sin esta afinidad es imposible tocar como lo hacen. Entre los miembros del grupo figuran el violinista Ignacio Ramal y el violagambista Marc de la Linde, dos enormes talentos que ya han actuado en la actual edición del FIAS con otros grupos. Pero sería injusto no mencionar al resto de integrantes, por lo que los iremos nombrando a su debido tiempo.
Desde el inicio del concierto ya quedaron claras las señas de identidad del conjunto: sonido poderoso y bien empastado, energía a raudales (la pasión con la que tocan estos jóvenes es poco habitual), envidiable compenetración (Ramal lidera el grupo a golpe de arco y el resto le siguen de tal manera que parece que respiran con él) y excelencia técnica. La interpretación discurre de forma orgánica, cada músico aporta matices interesantes, ya sea desarrollando las distintas partes para las que están escritas estas obras, ya sea desde el continuo. Un continuo poderoso e imaginativo formado por Clara Pouvreau (violonchelo), el citado Marc de la Linde (viola da gamba), Alberto Jara (contrabajo) -a quien también se debe el hallazgo de algunas de las piezas que componían el programa-, Jeremy Nastasi (tiorba y guitarra barroca) y un imaginativo Joan Segui (clave y órgano), quien mucho tiene que ver en la contagiosa energía del grupo.
El concierto tuvo tantos momentos antológicos que uno no sabe por dónde empezar. Porque las obras elegidas eran de una calidad sensacional. Y porque los intérpretes, haciendo gala de una libertad y un virtuosismo envidiables, exprimieron todas las posibilidades expresivas a que esta música se presta, tocando con una facilidad que hacía olvidar por momentos la enorme exigencia técnica que estas obras demandan. Obras compuestas muchas de ellas para cuatro, cinco o incluso seis partes, por lo que no quiero dejar de mencionar a Sara Balasch (violín), Ángela Moro (violín y viola) y Alaia Ferran (viola) que secundaron a Ramal de forma admirable.
Sin ánimo de pormenorizar, por destacar algunos momentos, podríamos señalar los maravillosos contrastes de las sonatas de Schmelzer, con secciones ligeras y líricas alternas, siempre con un contagioso carácter danzante; las audaces disonancias de la Sonata Enharmónica de Valentini; una interpretación memorable de la chacona de Bertali, con un Ignacio Ramal en estado de gracia -créanme, no se puede tocar mejor ni sacar más sonido al violín- secundado perfectamente por el continuo; o la extraordinaria Sonata a 4 en re menor del mismo Bertali, con sobresalientes intervenciones de Clara Pouvreau y Marc de la Linde, y una bellísima passacaglia que de nuevo hizo las delicias de los amantes de los ostinatos. Y, por último, una electrizante versión de la Sonata Jucunda de Schmelzer, donde todos los músicos tuvieron sus momentos de lucimiento y dieron rienda suelta a su vena más gamberra, poniendo literalmente al público en pie.
Como agradecimiento a los sinceros aplausos, los músicos repitieron los dos números finales de de la Sonata a 5 en re menor de Schmelzer con la que abrieron uno de esos conciertos que uno querría que no acabaran nunca.
Imanol Temprano Lecuona