SAN SEBASTIÁN / Insuperable Leonidas Kavakos

San Sebastián. Auditorio Kursaal. 25-VIII-2021. 82ª Quincena Musical Donostiarra. Leonidas Kavakos, violín. Orquesta Nacional de España. Director: David Afkham. Obras de Chaikovski y Schumann.
De insuperable se puede calificar la interpretación que el violinista Leonidas Kavakos ofreció anoche del concierto de Chaikovski con la Orquesta Nacional de España en el marco de la Quincena Musical Donostiarra. Se podrán preferir otros puntos de vista, pero realmente, el dominio pasmoso de la obra y la aparente facilidad con la que dejaba atrás cualquier complicación técnica hace difícil imaginar una versión mejor. No se puede tocar esa cadencia del primer movimiento de forma más brillante y bien hilada. Dentro de esta perfección y este estado de gracia, quizá cabría destacar primeramente la calidad del sonido de Kavakos, siempre redondo, profundo y homogéneo, inclusive en los momentos con más garra, gracias a una mano y brazo derechos excepcionales.
Su interpretación se caracteriza por una expresividad vitalista, que quita hierro al dramatismo y pone de relieve los aspectos más gráciles y hasta graciosos del concierto, muy especialmente en el tercer movimiento. Maestría musical absoluta en las transiciones de una frase a otra, que se encadenaban fluida y coherentemente, y también en el uso del rubato, siempre elegante y extremadamente flexible, hasta el punto de causar algún problema a la orquesta, rápidamente subsanado por la batuta de Afkham, que, con excepción de esos breves instantes, pareció muy cómodo con el enfoque musical de Kavakos. Y esa flexibilidad en el fraseo, que podía haber resultado un problema general, resultó ser un acicate para los músicos de la orquesta, quienes, conscientes del nivel del concertista, hicieron lo posible por estar a la altura y nos regalaron solos y acompañamientos de gran calidad, con especial mención al solista de flauta. A la apoteosis de aplausos, el violinista respondió con la Loure de la Tercera partita de Bach.
Siguió el concierto con la Sinfonía nº 1, “Primavera”, de Schumann, obra que fue estrenada en 1841 por Mendelssohn al frente de la Gewandhaus de Lepizig, e imaginamos bien al más alegre de los compositores románticos al frente de esta partitura entusiasta de su habitualmente torturado colega. Afkham potenció precisamente ese aspecto enérgico, vigoroso y vital de la obra con marcados contrastes y logró conferir unidad a ese complicado discurso schumanniano, muy marcado por lo fragmentario y por interrelacionar temas de un movimiento a otro.
Schumann se encaró con el sinfonismo cuando ya tenía muy asentado su estilo compositivo al piano y si difícil es dotar de coherencia a sus obras largas al teclado, la cosa tiene mucho más mérito cuando el resultado es satisfactorio con un conjunto orquestal. Y la OCNE puso todo su empeño en responder a los designios de su titular en este esperado reencuentro con San Sebastián tras doce años de ausencia. Como propina para cerrar este gran concierto, nada mejor que una de las Diez melodías vascas de Guridi, la Amorosa, interpretada con gran intensidad y lirismo.
Ana García Urcola