SAN LORENZO DE EL ESCORIAL / Piotr Beczala: la ortodoxia en el canto
San Lorenzo de El Escorial. Auditorio. 3-VIII-2024. Piotr Beczala, tenor. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Óliver Díaz. Arias, coros y piezas instrumentales de Nabucco, Luisa Miller, Un ballo in maschera, Il Trovatore y La forza del destino de Verdi, Straszny Dwor de Moniuszko, Manon Lescaut, Tosca, Madama Butterfly y Turandot de Puccini, Cavalleria rusticana de Mascagni, Andrea Chénier y Fedora de Giordano y Carmen de Bizet.
Ante un Auditorio lleno a reventar, Piotr Beczala volvió a mostrar sus cualidades, su musicalidad y su gratificante estado vocal cuando ha cumplido ya los 57 años. Es un intérprete de rara ortodoxia: mantiene un apoyo permanente gracias a una muy probada técnica respiratoria, que le facilita ataques fúlgidos y la realización de frases muy largas en demostración de un gran fiato como base de un legato de libro. Regula y matiza la cantidad y calidad del sonido en un abanico, no especialmente variado, en el que raramente entran las medias voces puras y el falsete. Con esas bases y la posesión de un timbre de tenor lírico-spinto (era en origen un lírico-ligero), siempre firme y una proyección a la zona aguda pronta y segura, con un brillo a veces cegador, tras la realización de un pasaje de registro de rara perfección, el cantante no parece encontrar obstáculos para ninguna de las cosas que interpreta en la actualidad.
Hay, sí, y eso no es del todo canónico, pequeños desniveles, cambios casi imperceptibles de posición en ciertos ataques, en los que pequeños golpes de glotis afean en parte la emisión, lo que no oculta la facilidad, el temple, la reciedumbre y la nobleza del canto, canónico y emblemático, aunque relativamente imaginativo. Sobre esas bases se desarrolló un muy animado y extenso concierto en el que colaboraron a buen nivel los conjuntos de la Comunidad de Madrid bajo el mando expresivo y variado, con detalles de real finura, de Óliver Díaz (Oviedo, 1972), un maestro que va creciendo en saber y seguridad. Las versiones de la obertura de Nabucco y del famoso coro Va pensiero fueron adecuadamente matizadas y expresivas, marcando un nivel que, con alguna que otra irregularidad, se mantuvo a lo largo de la sesión.
La primera intervención de Beczala, en su difícil aria –sobre todo el dramático recitativo– de Luisa Miller, fue ya muy buena, con La y Si bemoles restallantes y fraseo rotundo y pleno. Hizo muy bien en no irse arriba en el cierre, cosa no escrita por Verdi. Adecuado toque cómico en el aria con coro de Ballo in maschera. Bien delineado y dicho el recitativo La vita è inferno all’infelice de La forza del destino y estupendamente explicada el aria subsiguiente, rematada arriba con plenitud. Matizada, en su salsa, la extensa página del polaco Moniuszko, cambiante y colorista sobre un lírico y repetido tema.
En la segunda parte disfrutamos con un bien diseñado Intermedio de Manon Lescaut y una matizada y firme Recondita armonia de Tosca. Espléndido y sentido el Addio alla mamma de Cavalleria rusticana de Mascagni, con el aditamento posterior del Brindis, en donde el coro se sumó al entusiasmo. No tan afortunado estuvo el conjunto que dirige Josep Vila en el Coro a bocca chiusa de Butterfly, donde faltó sutileza y mimo y boca más cerrada. Colaboró la dulce viola de Eva Martín. Beczala recreó sentidamente, casi poéticamente, Come un bel dì di maggio de Andrea Chénier y remató con un exultante Nessun dorma de Turandot, bien matizado y con apreciables sfumature… Hasta el final: inopinadamente esa voz que corría libre y bien proyectada por la sala, de pronto se empequeñeció y en el ataque al Si natural de cierre (Vincero!) se replegó, perdió brillo y metal, fuerza y vigor. Sorprendente.
Máxime cuando, tras los muchísimos aplausos y ovaciones, el cantante, siempre sonriente y franco, volvió por sus fueros y nos obsequió con una atinada y matizada recreación del Aria de la flor de Carmen de Bizet (sin el diminuendo en el Si bemol de cierre, algo que casi nadie ha hecho ni hace) y un estupendo Amor ti vieta, el sonido en su sitio, de Fedora de Giordano.
Arturo Reverter