Saioa Hernández: “No me entusiasman los etiquetados”
Pocas cantantes pueden permitirse hoy en día tener en su repertorio a las grandes heroínas del bel canto y, al mismo tiempo, triunfar con los personajes verdianos y veristas más exigentes. La soprano española Saioa Hernández (Madrid, 1979) es esa rara avis que triunfa desde hace años en los grandes teatros del mundo entero y cuyo debut en la Scala de la mano de Riccardo Chailly en el estreno de la temporada de 2018, con una Odabella antológica, supuso un auténtico hito para la crítica y el público. Charlamos con ella de su repertorio, de sus proyectos y de los efectos de la pandemia en el mundo de la lírica. Hernández, junto a su marido, el tenor Francesco Pio Galasso, ofrecerá un recital de arias de óperas y zarzuelas en el Teatro de la Zarzuela, el día 28 de marzo.
Mi primera pregunta hace obligada referencia a la situación que se está viviendo en el mundo de la música debido a la pandemia. ¿Cómo le está afectando a usted como cantante de proyección internacional?
Podría decir que he vivido dos etapas diferentes. La parada absoluta que supuso el confinamiento de la primavera pasada personalmente me vino bien, dada la actividad continua tan intensa que venía desarrollando de unos años a esta parte, sin parar de debutar en teatros por todo el mundo y de cantar también roles nuevos, lo cual resulta agotador. Es verdad que me gusta llevar un ritmo alto de trabajo, pero lo cierto es que todos esos compromisos no me habían permitido ni siquiera disfrutar de mi casa ni de mi vida doméstica con algo de tranquilidad. Como soy una persona más bien casera y de hábitos fijos, ese parón me permitió descansar y preparar con más tranquilidad los siguientes compromisos que tenía programados. De forma optimista pensé que en unos dos meses se retomaría la actividad habitual, pero, al ver que se iban cancelando conciertos y representaciones, tuve que encarar las cosas de otra manera. Tengo la suerte de poder parar de trabajar o de ralentizar mi actividad durante algún tiempo, por lo que asumí sin grandes problemas las anulaciones programadas de la Scala, es decir, el Ballo in maschera de junio-julio y La Gioconda de noviembre. Sobre todo, porque luego surgió la oportunidad de hacer Aida en octubre y varios conciertos con Plácido Domingo en verano.
¿Ha sufrido más cancelaciones?
Lamentablemente, sí, en los meses de diciembre y enero pasados. Tenía programadas un buen número de actuaciones, como un Nabucco en Dresde. Otras de las óperas en las que iba a participar se han convertido en versiones de concierto. No parece que esta situación vaya a cambiar para mejo, de forma inmediata. Y es ahora, justo cuando la situación se alarga y no parece verse un final cercano, cuando resulta más difícil conservar el ánimo y la fuerza para seguir preparando todos esos compromisos. Porque, lógicamente estudias y trabajas pensando en unas representaciones que vas a tener y en unas fechas concretas, pero cuando ves que esas representaciones se van cayendo y que esos objetivos van desapareciendo, se posponen o son inciertos, terminas con la sensación de que lo que estás haciendo es una labor baldía. Es difícil poner una y otra vez toda tu energía en el trabajo y no perder las ganas de cantar. Además, por encima de todo, nosotros necesitamos el feedback con el público y con los colegas, y sentir el teatro en vivo. (…)
A finales de febrero cantó Trovatore en la Ópera de Las Palmas de Gran Canaria, ciudad en la usted debutó en 2008 con La tabernera del puerto y a la que no volvía desde entonces. ¿Cuáles son, después de eso, sus compromisos más inmediatos?
El 2 de marzo tengo un concierto de ópera y zarzuela con Plácido Domingo en la Salle Gaveau de París, y el 28, también de marzo, canto en el Teatro de la Zarzuela con mi marido y Vincenzo Scalera al piano. Haremos un programa de zarzuela que incluirá repertorio más conocido con otro más infrecuente. Estamos intentando rescatar algunas romanzas de Alonso bastante inhabituales, así como unos dúos poco trillados. En el mes de abril tengo previsto debutar en el Teatro Real de Lieja, con Daniel Oren y Ramón Vargas, en el papel de Giselda de I lombardi alla prima crociata, que también es un rol nuevo para mí. En junio, haré la Leonora de La forza del destino en Florencia, a las órdenes de Zubin Mehta. Será la primera vez que me dirija Mehta, lo cual es algo que me hace mucha ilusión. Y antes del verano, espero que se pueda reponer la Tosca de la Scala, aunque sea con restricciones de aforo. ¶
Ana García Urcola
[Foto: Mariano Vargas]
(Extracto de la entrevista publicada en el nº 371 de SCHERZO, de marzo de 2021)
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