Ruben Jais: “La Orquesta Sinfónica de Milán realmente está volviendo a su origen”
La Orquesta Sinfónica de Milán, anteriormente conocida como La Verdi, ha presentado su nueva temporada 22/23 tras dos años afectados por la pandemia. Conversamos con Ruben Jais, director artístico de la Fundación Orquesta Sinfónica de Milán y fundador de La Barocca —uno de los ensembles italianos más internacionales—, quien desentraña aquí algunos de los secretos mejor guardados de esta temporada. Además, durante su gira internacional en el mes de noviembre, ofrecerán tres conciertos en España (Barcelona, Madrid y Alicante) con una de las obras emblemáticas de la orquesta: el Requiem de Verdi.
Comienzan la temporada estrenando nuevo nombre. Pasan de llamarse Orquesta Verdi a llamarse Orquesta Sinfónica de Milán. ¿Qué ha motivado este cambio?
Realmente estamos volviendo a nuestros orígenes. Cuando surge la orquesta, allá por 1993, nos llamábamos Gran Orquesta Sinfónica de Milán Giuseppe Verdi. En 2002 nace la fundación que sostiene la orquesta, y entonces decidimos llamarnos La Verdi, porque era un nombre fácil, sencillo y que todo el mundo reconocía de primeras. Pero el nombre inducía a la duda a muchos espectadores, que no tenían claro si La Verdi se refería al teatro, a la fundación o a una orquesta especializada solo en repertorio verdiano —por tanto, una orquesta de foso—. Por eso, decidimos volver a los orígenes con tres palabras que clarificasen nuestra función: Orquesta Sinfónica de Milán.
Será un año marcado por el contraste: programas con Bach y Schoenberg, otros en los que Britten se mezcla con Mozart… ¿Dónde está el equilibrio entre lo contemporáneo y lo barroco?
La historiografía musical nos enseña que el paso de los años une más que separa. La música del Barroco y la contemporánea comparten una claridad en su estructura que nos es más complejo de apreciar en el Romanticismo francés o en la música de Wagner, en donde los cimientos estructurales de la música se diluyeron en lo que él llamaba durchspielen. ¿Por qué cree que en los últimos treinta años la música barroca ha conseguido afianzarse como uno de los repertorios que más fascinación produce? Pues porque, aún para el público profano, las estructuras barrocas son claras, pese a la complejidad que les caracteriza. Cuando la música se enfrasca en lenguajes excesivamente intelectuales, la comunicación se ve reducida a públicos selectos que lo entiendan.
Una de las grandes novedades de la temporada son los Concerti ristretti. Conciertos con orquesta de cámara, de una hora de duración, en los que se podrá disfrutar desde la Sinfonia “Júpiter” hasta obras del último Beethoven… ¿Es este formato herencia directa de los conciertos post pandemia?
Estos conciertos surgen de nuestro empeño por seguir colaborando con Kolja Blacher, quien ha trabajado como konzertmeister de la Filarmónica de Berlín, de la Leipzig Gewandhaus Orchestra, de la Filarmónica de Múnich… La idea que nos propuso Kolja fue realizar recitales breves en los que la orquesta estuviera sola, sin la presencia del director. De esta forma, los músicos deben desarrollar una escucha atenta, fuera del foco que supone la batuta, y sabiendo que solo prestando atención a lo que hacen el resto de intérpretes conseguirán un sonido homogéneo. Kolja trabajará con la orquesta durante los ensayos, pero no estará en el concierto. Es una experiencia en donde la orquesta vuelve a los orígenes de la música, como una expresión artística que surge de la comunidad.
En noviembre harán una gira por España con paradas en Barcelona, Madrid y Alicante. Interpretarán uno de los emblemas de la orquesta: el Requiem de Verdi. ¿Qué tiene este Requiem que consigue elevar su belleza a un terreno universal?
Es un Requiem que, más allá de hablar de la muerte, habla del miedo que cualquier ser humano siente frente al silencio de lo que ya no está, de lo que ya ha dejado de ser. La cultura occidental, a diferencia de la oriental, no ha sabido encontrar sosiego frente a lo que desconoce. La muerte se simboliza con el miedo al juicio divino, a las llamas infernales que consumen las almas de los penitentes. La muerte es miedo al silencio, miedo a lo oscuro, y Verdi, con su maestría habitual, consigue plasmar el pavor con tanta claridad, que al reflejarnos en el espejo de su música observamos nuestra miseria como algo bello, como algo efímero. Es un Requiem sin esperanza y, aun así, sentimos el éxtasis de la muerte como algo gratificante.
Sus dos principales directores invitados esta temporada son Alondra de la Parra y Jaume Santonja, pertenecientes ambos a una nueva generación de directores que están al frente de grandes orquestas internacionales. ¿Por qué es tan importante para una orquesta de su categoría la estrecha colaboración con las nuevas figuras de la dirección?
La tradición está en una evolución progresiva. Soy de los que piensan que un director de orquesta no termina de formarse hasta que tiene 90 años y se ha enfrentado a todo tipo de repertorios. El aprendizaje frente a la orquesta es continuo porque la música es un arte que ocurre en un instante y no se puede repetir. Tanto Alondra como Jaume poseen una energía y un concepto estético fascinante, que suena fresco pero a la vez maduro. Necesitamos que nuestra orquesta se nutra de su forma de concebir la música. Por eso intentamos que, además de las nuevas generaciones, puedan disfrutar de directores como Claus Peter Flor, Víctor Pablo Pérez o Andrey Boreyko.
Será una temporada con 32 conciertos sinfónicos, ocho producciones corales, seis estrenos… ¿Cree que para temporadas venideras podremos disfrutar, tal vez, de alguna producción de ópera en versión concierto, o semiescenificada?
En Milán existe un teatro bien conocido por todos que se encarga de la ópera, y obviamente nadie quiere competir con la Scala. Aun así, esta temporada contaremos con la presencia de Pablo Heras-Casado dirigiendo el segundo acto de Parsifal que, además será la primera vez que nuestra orquesta se enfrenta a dicha partitura. Nuestro compromiso con la música no es el de hacer ópera. Podemos hacer repertorio operístico en clave sinfónica, centrándonos en aspectos musicales, pero, teniéndolo en Milán uno de los mejores teatros de ópera del mundo, ¿qué necesidad hay que afrontar un repertorio que no nos pertenece? ¶
Nacho Castellanos