Rozhdestvensky, gran traductor de Shostakovich
SHOSTAKOVICH: Sinfonías n. 4 y n. 11 / BBC SO y BBC PhO. Gennady Rozhdestvensky, director / ICA (2 CD)
Recuperamos, gracias a esta edición, dos conciertos remarcables del director ruso Gennady Rozhdestvensky. Uno en Londres, con la sinfónica de la BBC (Cuarta sinfonía), otro en Manchester, con la filarmónica (Undécima).
La más impresionante es la Cuarta, enérgica, rápida, casi nerviosa. Comparada con la que figura en su célebre integral con la orquesta del ministerio de cultura de la URSS (1985), es mucho más inmediata y terrenal, sin la solemnidad heroica de la versión rusa. Fue el propio Rozhdestvensky quien estrenó la Cuarta en 1962, casi treinta años después de su escritura. La versión inglesa data de 1978, uno de los tres años en que dirigió la orquesta de la BBC en el Royal Albert Hall, con permiso de los comisarios soviéticos. Se advierte el deseo de dar una impresión perdurable al público inglés que desconocía la sinfonía y casi ignoraba al mismo Shostakovich. El sonido es analógico, pero muy bueno.
La número once, en cambio, no se diferencia demasiado de la versión rusa (1983), aunque data de casi quince años más tarde (1997). Quizás se deba a que es una composición un tanto al dictado de las autoridades para congraciarse con el régimen, un poema sinfónico construido a partir de siete canciones populares rusas, sobre las matanzas de 1905 en el Palacio de Invierno de San Petersburgo. La épica revolucionaria está presente en todo momento y el final triunfal es una declaración de esperanza que anuncia la lucha de 1917 y la revolución bolchevique. Sin embargo, los defensores del gran ruso argumentan que no es un canto revolucionario, sino una protesta y un homenaje a los húngaros, invadidos en 1956 por los tanques rusos. Arguyen, a su favor, que la inició en 1955, pero que no la concluyó hasta 1957, tras la tragedia húngara, y que no es un canto contra la brutalidad zarista, sino contra la brutalidad comunista. La posición de Shostakovich en aquellos años, respecto de la tiranía soviética, continúa siendo un misterio.
Félix de Azúa