Reinvenciones y nuevas vidas del contrabajo
POLYGLOT.
Obras de Žuraj, Adámek, Carter, Ferneyhough, Saunders, Saariaho, Cannon y Gander. Rinnat Moriah, soprano. Paul Cannon, contrabajo. Felix Dreher, electrónica. Arditti Quartet. Ensemble Modern. Director: Enno Poppe. Ensemble Modern Medien. EMC 050 (1 CD)
Desde su lanzamiento, en el año 2008, la serie de CD Portraits que el Ensemble Modern dedica a cada uno de sus miembros nos está ofreciendo una de las panorámicas más completas e interesantes de cuantas en el mercado del disco disponemos para adentrarnos en algunas de las partituras contemporáneas más destacadas para los respectivos instrumentos que conforman la plantilla del conjunto de Fráncfort.
Tras habernos invitado a un amplio recorrido que, entre otros, incluye a solistas y fundadores del Ensemble Modern como Ueli Wiget, Michael M. Kasper, Dietmar Wiesner o Rainer Römer, esta exquisita serie de retratos musicales llega a quien es, en la actualidad, el miembro más joven del ensemble: el contrabajista norteamericano Paul Cannon. El compendio de partituras por él realizado para su CD Portrait es de una heterogeneidad estilística digna de señalar, así como nos ofrece una amplia variedad de combinaciones instrumentales: desde piezas para solista a formaciones de cámara, seleccionando ocho grabaciones efectuadas entre los años 2017 y 2021.
La primera de ellas la firma el compositor esloveno Vito Žuraj, de quien escuchamos La femme 100 têtes (2016, rev. 2017), dúo para soprano y contrabajo cuyo título se inspira en Max Ernst. Estamos ante una partitura que nos remite a la Salome de Richard Strauss, de la que toma motivos aquí sometidos a contrastes extremos en el contrabajo, con microtonalidad y efectos extendidos, además de recitativo por parte de Paul Cannon en el final del dúo, acompañando a una histriónica Rinnat Moriah en la voz.
También los ecos culturales fertilizan Chamber Nôise I (2010), dúo para violonchelo y contrabajo del checo Ondřej Adámek que se embebe del teatro Nō japonés y del bunraku, para presentarnos una trágica historia de amor con una primera parte más gestual y europea en sus técnicas, mientras que la segunda incluye recitados y murmullos de unos músicos que también cantan un sutra budista. Así, la violencia percusiva y primordial del comienzo se convierte en elocuentes silencios y técnicas que recuerdan a la música nipona, con profusión de glissandi y evocaciones de los instrumentos del Lejano Oriente, en muy distinta tesitura.
Mientras, el neoyorquino Elliott Carter renuncia a las técnicas extendidas en Figment III (2007), partitura que retoma materiales de su Asko Concerto (2000) para llevar al contrabajo a sus extremos (a)tonales. Así, la tensión armónica y unos ritmos constantemente cambiantes nos muestran las virtudes técnicas de Paul Cannon, pues, pese a su brevedad (2:54 minutos), Figment III es una partitura de gran virtuosismo.
Con el doble de duración, en Christus Resurgens (2017) Brian Ferneyhough apuesta, como es habitual en el compositor británico, por una endiablada complejidad en la densidad de la notación y los polirritmos. Nuevamente inspirado en la música histórica, este quinteto nos remite al compositor renacentista inglés Christopher Tye, planteando prácticamente una batalla entre el más agudo y cohesionado cuarteto de cuerda y un contrabajo que refuerza sus tesituras más graves mediante cuerdas al aire, para así enfrentarse al soberbio Arditti, cuarteto especialista por antonomasia en la música de Ferneyhough, de quien tantos estrenos ha brindado. Con una precisa y muy expresiva microtonalidad, los requerimientos en digitación son aquí formidables, dejándose oír, entre lo más moderno, algún eco sublimado del Renacimiento en lontananza.
Si Christus Resurgens planteaba un duelo musical entre contrabajo y cuarteto, Fury II (2009), de la también británica Rebecca Saunders, expande dicha confrontación a contrabajo y ensemble, ofreciéndonos la partitura más impresionante y moderna de este disco, su punto artísticamente más alto. Derivada de la página para contrabajo solo de cinco cuerdas Fury (2005), de dicha pieza toma aquí el contrabajo una scordatura que refuerza sus notas más graves. Esa oscuridad es la que dominará la obra, lanzándose constantemente de unos instrumentos a otros, por medio de cambios de timbre y disonancias; todas ellas, en técnicas profusamente extendidas en una línea post-lachenmanniana. Sin embargo, Rebecca Saunders habla de Fury II como de una melodía tensada hasta su punto de ruptura, en la que las resonancias sombrías desvelan el silencio, con presencia muy protagónica, además del propio contrabajo, del acordeón. De una energía extrema, estamos ante una de las mejores piezas camerísticas del siglo XXI, algo que se refuerza por la arrolladora lectura de Paul Cannon y sus compañeros del Ensemble Modern bajo la dirección de Enno Poppe: de obligada escucha.
Desde la oscuridad nace también Folia (1995), partitura para contrabajo y electrónica de otra de las compositoras más importantes de nuestro tiempo, la finlandesa Kaija Saariaho. Partiendo de sombríos y rítmicos pizzicati, Paul Canon se lanza a continuas modulaciones de color en su contrabajo, ya por medio de armónicos, ya a través de una electrónica que modifica a su instrumento utilizando reverberación, delay y modulación. No hay aquí cortes abruptos, desarrollándose Folia como un fluido de timbres, texturas y dinámicas en continua evolución entre la luz y la oscuridad.
Como ya es habitual en estos CD Portraits, los músicos del Ensemble Modern que también componen suelen utilizar estos discos para presentarnos sus partituras; en el caso de Paul Cannon, su pieza para contrabajo eléctrico y modulador de anillo Transition (2019), una obra nada alejada de Folia, por sus constantes matizaciones de color armónico, lo que refuerza la exquisita disposición de las obras en este compacto, tan dado al diálogo entre las partituras que lo integran. El propio Cannon afirma que la obra está concebida, así, como un puente entre la página de Saariaho y la que cerrará el disco (igualmente, compuesta para contrabajo eléctrico). En este caso, el modulador de anillo provee una base armónica estable sobre la que se mueve el contrabajo en arco con abundante vibrato, lo que refuerza una síntesis de acordes electroacústicos marcados, paradójicamente, por su direccionalidad y estatismo.
Cierra este tan variado recorrido el austriaco Bernhard Gander, con Take Five for Three (2019), trío para contrabajo eléctrico y dos percusionistas (Rainer Römer y David Haller) compuesto específicamente para este compacto. Apasionado de la música Metal, Gander nos ofrece aquí una partitura marcada por sus ritmos frenéticos, en los que el contrabajo remedaría a una guitarra eléctrica, por lo que la heterogeneidad estilística se acrecienta, aunque lejos me parece que esté Take Five for Teree de lo mejor en un disco que, así, parece cerrarse con un guiño a la hibridación y a la música urbana del siglo XXI. Al igual que en las interpretaciones precedentes, en Take Five for Three el nivel técnico de los músicos aquí reunidos es superlativo, con versiones de un altísimo nivel; muchas de ellas, en primera grabación mundial.
Señalemos, asimismo que, en línea con anteriores lanzamientos del Ensemble Modern, las (muy recientes) tomas de sonido son impecables, de una perfecta definición y transparencia. Completa esta edición un cuidadísimo libreto, en el que se incluyen los datos de cada grabación, un buen número de fotografías del contrabajista norteamericano e informativos textos escritos por él mismo, en los que recoge apreciaciones de los compositores aquí reunidos en estas tan impresionantes reinvenciones y nuevas vidas del contrabajo.
Paco Yáñez