Premieritis

Vivimos en una época dominada por la mercadotecnia, de la que no se escapa la música clásica. A finales de los años 70 del pasado siglo, se puso de moda que en las grabaciones discográficas de los primeros grupos especializados en interpretaciones historicistas de la música antigua figurara un marchamo en el que se leía ‘on period instruments’. Aquello era reclamo más que suficiente para que los consumidores de música barroca y clasicista se tiraran como locos a adquirir la grabación. Que las obras que aparecían en el CD fueran realmente interesantes era casi lo de menos. Y lo mismo pasaba con la interpretación. Lo que importaba es que se utilizaran instrumentos denominados ‘originales’. Incluso, daba igual los criterios musicológicos empleados, lo que propiciaba no pocas veces la tremenda paradoja de que, por ejemplo, se tocara un concierto para violín de Vivaldi con instrumentos de la época, pero con criterios propios del siglo XIX.
Superada la fiebre historicista, la música (la antigua, sobre todo) padece ahora otra enfermedad: la ‘premieritis’. Que la obra sea buena es secundario, lo que cuenta es que sea la primera vez que suena en tiempos modernos. De la etiqueta ‘on period instruments’ de hace cincuenta años hemos pasado ahora a la etiqueta ‘world premier recording’, es decir, primera grabación mundial. El problema es que muchas veces esa etiqueta se coloca sin rigor y, lo que es peor, sin pudor, con lo cual nos encontramos a veces con que supuestas primeras grabaciones mundiales no son tales, ni mucho menos.
Por ejemplo, el año 2019, aparecieron en el mismo mes dos grabaciones con el primer libro de las Pièces de viole de un ignoto violagambista y compositor francés llamado Jacques Morel. Ambas aseguraban ser ‘world premier recording’, pero obviamente solo una lo era. El problema es que la otra no tenía conocimiento de su existencia, ya que todavía no había sido publicada. Cuando se anunció el lanzamiento del segundo CD, los autores del primero montaron en cólera en las redes sociales al leer lo de ‘world premier recording’. Los autores del segundo CD, en señal de buena fe, hablaron con su compañía discográfica para que retiraran la estampilla, pero la tirada ya estaba hecha y resultaba imposible el cambio. Tampoco sirvió la explicación dada personalmente a los ofendidísimos ‘primerizos’. Para avivar aún más la polémica, un par de meses después apreció un tercer CD con las mismas obras de Morel. Este no reclamaba para sí la primicia, pero sí planteaba una reflexión: ¿qué puede hacer que tres grupos se pongan a grabar prácticamente al mismo tiempo obras de un compositor al que nadie le había prestado la más mínima atención durante tres largos siglos?
Se anuncia ahora la ‘world premier recording’, tanto en CD como en DVD, de la serenata de Nicola Porpora L’Angelica (que en realidad es la historia de Orlando, aunque el compositor napolitano decidió dar prioridad, a la hora de titular, a la protagonista femenina, Angelica, y no al héroe medieval de la batalla de Roncesvalles conocido como Orlando, Rolando o Roldán, inmortalizado por Ludovico Ariosto en su novela de caballería Orlando furioso). Pero resulta que esta serenata de Porpora ya fue publicada en CD en 2005, aunque, eso sí, con el título de Orlando, no de L’Angelica, en el sello K617 por la Real Compañía Ópera de Cámara que dirigía el barcelonés Juan Bautista Otero. No hace demasiado, en 2016, el sello Pan Classics reeditó dicha grabación.
Lo grave de este caso es que quien anuncia como ‘world premier recording’ lo que no es tal tendría que saber que ya existía la grabación de Otero, aunque solo sea por su labor como reconocido catalogador de música barroca. Me refiero a Federico Maria Sardelli [en la foto], responsable del inventario RV de obras de Antonio Vivaldi. Me resisto a creer que alguien con tanta experiencia como Sardelli ignore que L’Angelica y el Orlando de Porpora son la misma serenata con dos títulos distintos. Aunque pienso que sería más grave que, sabiéndolo, se haya lanzado a poner lo de ‘world premier recording’ sin molestarse siquiera en verificar que ya había un registro anterior. Y mucho más todavía que lo haya hecho consciente de la existencia de la grabación de Otero. Pero, claro, mientras haya melómanos que compren discos convencidos de que realmente se trata de una primicia mundial, que le quiten a Sardelli lo bailado.
Eduardo Torrico
1 comentario para “Premieritis”
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