Plácido Domingo y Pablo Sáinz Villegas: Volver
Lo suyo fue un flechazo musical. Se conocieron y enseguida se dieron cuenta de que tenían que hacer algo juntos. Plácido Domingo le ofreció que tocara en dos conciertos que iba a dirigir (uno, en mitad del río Amazonas, así, como suena; otro, en uno de los templos futbolísticos por excelencia, el Santiago Bernabéu). Y Pablo Sáinz Villegas aceptó sin dudarlo. Funcionó la cosa desde el primer momento y hablaron entonces de grabar un disco. Uno pondría su voz y otro, su guitarra. Y he aquí el resultado: “Volver”, que no es sino un viaje por esas canciones que han enamorado al mundo hispano a ambos lados del Atlántico durante generaciones y generaciones.
Para alguien que haya nacido en el siglo XX, este disco es algo así como las ‘canciones de nuestra vida’: Sabor a ti, Coimbra, Dos cruces, La morena de mi copla, Guantanamera, Historia de un amor, Gracias a la vida, Volver…
Plácido Domingo. -Exactamente, sí. Es una buena definición. Aunque estamos viviendo el cruce de dos siglos, nosotros, los que tenemos una cierta edad, pertenecemos al siglo XX. Yo empecé mis andanzas artísticas en los 60 y, aunque ya llevamos casi veinte años de siglo XXI, mi trayectoria, por duración, es más del siglo anterior. Quizá estas canciones sean desconocidas para los más jóvenes, para los que realmente sí pertenecen al siglo XXI; pero los que han crecido en el siglo XX las reconocerán inmediatamente.
¿Qué es lo que busca cuando hace un disco? En concreto, un disco como este.
P.D. – Busco que le guste a un público que esté bastante relacionado con mi género, es decir, que le guste la música clásica. Pero este es un crossover… Son las canciones con las que hemos crecido, esas canciones que cantaba ese trío que siempre había cuando íbamos a cualquier fiesta en nuestra juventud… En México, en España, en cualquier sitio… Canciones que se escuchaban a todas horas en televisión o en la radio… No es mi intención llegar a un público joven, porque ese público tiene ya un repertorio que para nosotros es tan fácil de entender. Esto es así y así hay que aceptarlo, ya que, como antes comentábamos, estamos en otro siglo. Pero hay que admitir que todavía queda gente para la cual lo romántico ha sido parte de sus vidas y, de alguna manera, lo sigue siendo. Y en ese sector del público es en el que pensamos Pablo Sáinz Villegas y yo cuando empezamos a gestar el disco.
Se trata de célebres canciones iberoamericanas. ¿Por qué han querido ‘volver’ a estos géneros populares?
Pablo Sáinz Villegas. -Pensamos en la canción popular (bolero, copla, tango…) como el repertorio en el que la guitarra ha convivido desde siempre de forma natural con la voz. También queríamos conectar a los 500 millones de personas que hablamos la misma lengua: Iberia y todo el continente americano fundidos en una sola identidad como pueblo con diferentes expresiones multiculturales. En ese sentido, España ha ejercido históricamente como punto de reconciliación de diferentes culturas. Por eso, podemos ser un referente para el mundo en esa multiculturalidad, que nos concede la oportunidad de compartir nuestra voz y de aprender de las voces que son diferentes a las nuestras. Este disco celebra Iberoamérica a través de todas esas piezas que han marcado una época. La música le pertenece a la gente, por eso celebramos a la gente a través de su música.
Siguiendo esa misma idea, podemos afirmar que, si hay un instrumento musical que sea versátil y popular, ese es la guitarra. ¿Qué potencial cree que tiene para propiciar un acercamiento al repertorio clásico?
P.S.V. -La guitarra es uno de los pocos instrumentos vinculados indisolublemente a una cultura; en este caso, a la española. Pero, al mismo tiempo, cuando la guitarra llega a las Américas se convierte en el vehículo de transmisión de las diferentes identidades culturales de cada región: en Argentina el tango tiene guitarra, la bossa nova y la samba en Brasil tienen guitarra, los joropos en Venezuela, los mariachis mexicanos, el bluegrass, el blues, el jazz, el rock, el pop… Tenemos la guitarra clásica, la flamenca, la eléctrica y la acústica. Todas están hermanadas por las seis cuerdas y por una misma afinación. Por tanto, la guitarra se ha convertido en un símbolo de multiculturalidad, es el instrumento más popular del mundo y la gente se relaciona con ella de una forma muy cotidiana. Sin embargo, nunca ha dejado de mantener la vertiente culta: era el instrumento de los trovadores para cantar serenatas y el de los músicos de la corte para ejecutar contrapunto de Gaspar Sanz… Ese valor único posibilita un puente precioso de mi instrumento para invitar a las personas a que se acerquen al mundo mágico de la música.
Eduardo Torrico y Eva Sandoval
(Extracto de las entrevista publicadas en el nº 344 de Scherzo, de octubre de 2018)