Pintando con música

Morton Feldman. Coptic Light. String Quartet and Orchestra. Arditti Quartet. ORF Vienna Radio SO. Michel Boder y Emilio Pomarico, directores. Capriccio, C5378. 53:22.
Suele Feldman venir clasificado en las historias de la música como un compositor de ultravanguardia de los años setenta del siglo XX, junto a su amigo John Cage con quien vivió una temporada, pero su personalidad es muy diferente y está lejos de la seducción budista de su amigo. Es cierto que cometió algunos excesos, como el célebre Cuarteto nº2 que tiene una duración de seis horas sin pausa, más difícil de interpretar que de oír, muy típico del desafío conceptual de la época y que a mí me recuerda la película de 24 horas seguidas de Warhol en las que no sucede absolutamente nada. Sin embargo, a diferencia de la extrema sonoridad (o silenciosidad) de Cage, Feldman tenía una percepción musical claramente visual, era la pintura lo que más le inspiraba. De ahí sus comienzos con partituras en verdad dibujadas o pintadas (“piezas gráficas indeterminadas”, las llamó), pero no escritas, así como sus repetidos homenajes a los grandes neoyorkinos de la época, como Jackson Pollock o Phillip Guston, a quienes sonorizó, si se me permite la expresión. Entre sus homenajes pictóricos descuella el admirable dedicado a Rothko en su impresionante capilla.
También en este disco hay un juego con los valores visuales de los tejidos coptos del museo del Louvre que tanto le impresionaron y que quiso plasmar en sonidos. Se preguntaba Feldman, mirando los viejísimos textiles, cómo podía sonar una música dos mil años después de compuesta. La suya es, para mí, una de las mejores y más bellas, una despedida emocionante ya que murió al año siguiente.
La segunda pieza, el “concierto” para cuarteto de cuerda con una orquesta, por cierto, tan amplia como las de Mahler, pero que apenas susurra, es también de una gran belleza y cuenta con los Arditti por lo que seguramente no habrá una mejor versión en muchos años.