Péter Eötvös, el “eterno nómada” que llevó Hungría al mundo
Aciago fin de semana, este penúltimo del mes de marzo, que en apenas veinticuatro horas se ha llevado no sólo a dos de los más grandes músicos de las últimas décadas, sino a dos ejemplos paradigmáticos de cómo un intérprete puede asumir, con convicción y tenacidad, la labor de fomentar la construcción del repertorio, renovando y manteniendo viva la tradición de la música culta.
Si ayer moría en Milán Maurizio Pollini, hoy, domingo 24 de marzo, ha fallecido en Budapest, a los 80 años de edad, Péter Eötvös, después de luchar infatigablemente durante dos años contra un tumor cerebral que quienes conocíamos su estado salud sabíamos estaba detrás de la progresiva retirada de los escenarios que tuvo que asumir en los últimos meses, muy en contra de su voluntad, pues el amor de Eötvös por la creación musical en vivo, por el contacto con músicos, público y estudiantes, era tan reconocido como incansable.
Péter Eötvös representaba en nuestro tiempo el arquetipo de «hombre del Renacimiento», pues sus campos de interés no sólo resultan inagotables, comprendiendo desde la astronomía a la poesía medieval, sino que su labor artística comprendió numerosas facetas en torno a la música, como las de compositor, director, pianista, profesor, gestor cultural o escritor.
Heredero y renovador de la gran tradición musical húngara, como Béla Bartók, György Ligeti y György Kurtág nació Péter Eötvös en una localidad, Odorheiu Secuiesc, parte de una zona geográfica y cultural, Transilvania, que según el propio Eötvös marcó decisivamente su lenguaje musical, a través del folclore de los sículos, cuya música calificó como su «idioma básico»; un idioma posteriormente evolucionado y hecho voz propia en su catálogo hasta alcanzar ejemplos tan fastuosos como la monumental Atlantis (1995), partitura para barítono, soprano infantil, címbalo, coro virtual y orquesta especializada cuya audición en directo se convierte en quintaesencia de la creación de madurez de Péter Eötvös, resultando una experiencia inolvidable para quienes hemos tenido la oportunidad de disfrutarla en vivo.
Definido a sí mismo como «eterno nómada», desde ese sustrato cultural que le proporcionó el fértil crisol transilvano (punto de cruce y diálogo entre la tradición cíngara, la rumana, la eslava, la húngara, la balcánica y la germánica), la familia de Péter Eötvös emigró inmediatamente a Austria y Alemania, atravesando una Europa todavía en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial: visión que marcaría de por vida su militante pacifismo y rechazo a toda forma de totalitarismo.
De regreso a Hungría, y contando ya 22 años de edad, Péter Eötvös confirma su vocación musical, que culmina toda una tradición familiar venida desde un abuelo que tocaba el violín, el violonchelo, el contrabajo y el címbalo (instrumento que tiene en Eötvös a uno de sus mejores compositores) y que a él llega desde una madre pianista que, precisamente, esperaba de su hijo que el día de mañana fuese «un gran músico, alegre, modesto y muy amable». Por descontado, los deseos de su madre se han visto ampliamente cumplidos en los 80 años que Péter Eötvös ha tenido la fortuna de vivir en este mundo.
Su formación como compositor en la Academia Ferenc Liszt de Budapest amplía el árbol genealógico de esa familia musical, a la que se incorporan los grandes nombres de la música húngara, de algunos de los cuales, como Bartók, Ligeti o Kurtág, se convierte en uno de sus mejores directores. Su posterior formación como director en Colonia lo pone en contacto con una figura que será crucial en su trayectoria de madurez, abriendo una nueva etapa en su vida: Karlheinz Stockhausen. Numerosas fueron las ocasiones en que Stockhausen glosó las virtudes humanas y musicales de quien fue uno de sus mejores intérpretes, ya como músico de ensemble, ya como director de orquesta, sumando versiones referenciales de colosales partituras stockhausenianas como Punkte (1952/1962), Gruppen (1955-57), Prozession (1967) o Donnerstag aus Licht (1978-80), entre muchas otras.
Según Stockhausen, Eötvös «puede dirigirlo todo, principalmente porque piensa como un compositor y ello le permite penetrar en los más mínimos detalles de una partitura, incluso muy compleja, haciéndola audible con su técnica tan personal». Ese oficio lo llevó a ser uno de los directores de repertorio húngaro y contemporáneo más solicitados del mundo, aunque para el propio Eötvös quien supiese dominar una serie de claves sobre el podio no encontraría diferencia entre poner sobre sus atriles la música de Liszt, la de Mozart o la del propio Stockhausen: verdadera lección de quien tenía muy claro que la música no se divide entre clásica o moderna, ni entre antigua y contemporánea, sino entre buena y mala música, y en el atril de Péter Eötvös no dejó de haber, durante décadas, toda una sucesión de excelentes partituras entre las que se contaron las de los ya citados Bartók, Ligeti, Kurtág o Stockhausen, pero, también, las de Arnold Schoenberg, Igor Stravinsky, Elliott Carter, Luciano Berio, Pierre Boulez, Friedrich Cerha, Helmut Lachenmann, Frank Zappa, Emmanuel Nunes, Beat Furrer, Philippe Manoury, Rebecca Saunders y un larguísimo etcétera de jóvenes compositores que tuvieron en Eötvös a su primer gran director, en las muchas iniciativas pedagógicas en las que estuvo involucrado a lo largo de su vida, como uno de los profesores más reputados de toda Europa, dos de cuyos proyectos más queridos fueron la International Eötvös Institute Foundation (creada en 1991) y la Peter Eötvös Contemporary Music Foundation, que desde 2004 amplió los objetivos y los campos abordados por su primera fundación. Ambas han sido una inagotable alfaguara de jóvenes talentos en los terrenos de la composición y la dirección, teniendo la posibilidad dichos intérpretes y creadores de trabajar, codo con codo, con el propio Eötvös, conociendo de primera mano su amplísimo catálogo de obras.
Partiendo de la pianística y germinal kosmos (1961, rev. 99), ese catálogo se expandió, como si de un Big Bang musical se tratase, abarcando todos los géneros compositivos: desde la música de cámara a la orquestal, pasando por la electrónica, la cinematográfica y una ópera que se acabó convirtiendo en su gran querencia compositiva y en la que llegó a firmar catorce títulos que evidencian la proverbial erudición de un Péter Eötvös que en sus creaciones escénicas puso música no sólo a los versos de sus tan queridos poetas medievales japoneses, sino a autores tan diversos como, entre otros, Antón Chéjov, Jean Genet, Gabriel García Márquez, Alessandro Baricco o László Krasznahorkai, cuya novela Melancolía de la resistencia (1989, publicada en España por Acantilado) sirvió de base para la que, a la postre, será ya la última ópera de Péter Eötvös, Valuska (2023), de cuyo estreno en diciembre de 2023, en Budapest, dio cuenta nuestra compañera Alexandra Ivanoff para Scherzo.
Precisamente para nuestra revista firmó Péter Eötvös una colaboración que quedará para el recuerdo de Scherzo, cuando en enero de 2023 compartió con nuestros lectores sus recuerdos de György Ligeti, dentro del dosier dedicado al genio húngaro con motivo del primer centenario de su nacimiento. Como coordinador de aquel dosier, fueron varias las ocasiones en que me puse en contacto con Péter Eötvös, mostrando, tanto él como su mujer, Mária (a la que volvemos a agradecer su colaboración y a quien enviamos un sentido abrazo), el mismo trato generoso que le conocimos quienes hemos tenido la ocasión de tratar con ellos en distintas ocasiones.
La labor de Péter Eötvös al frente de los mejores ensembles y orquestas del mundo: desde el Ensemble Intercontemporain a la Filarmónica de Berlín, pasando por el Ensemble Modern, la BBC Symphony Orchestra, la Concertgebouworkest de Ámsterdam y tantas otras, ha quedado inmortalizada en una discografía de excepción en sellos como Deutsche Grammophon, Sony, RCA, Wergo, ECM, Kairos o, de forma muy especial en los últimos años, BMC Records, sello húngaro en el que se encuentra el grueso de su catálogo como compositor.
Varios son los documentales que glosan su vida y obra, algunos de ellos, como La Septième Porte (1998) y Péter Eötvös 75 (2020), disponibles en abierto en YouTube y muy recomendables para adentrarnos en la importancia de un compositor y director a través del cual cobró vida buena parte de la mejor música de los siglos XX y XXI. Gran amante de la naturaleza, así como de una diversidad cultural y artística que vivió de primera mano desde su llegada al mundo en Transilvania, Péter Eötvös lo abandona dejando a su paso un legado que lo engrandece, enriqueciendo nuestras propias vidas: pocas metas se antojan mejores para abordar esta efímera llama, que es el vivir.
Paco Yáñez
(fotos: Szilvia Csibi; Marco Borggreve)