PERELADA / Con el viento a favor de Menotti y maridajes diversos

Perelada. Mirador del festival. 4-VIII-2023. Gian Carlo Menotti: The telephone, ou l´amour à trois. Ruth González (Lucy), Jan Antem (Ben). Galdós Ensemble. Dirección musical: Iván Martín. Dirección de escena: María Goiricelaya / Concierto Ticket to ride: The Beatles y Bowie. GIO Symphonia. Dirección musical: Francesc Prat.
El doble espectáculo previsto en esta minimalista edición del Festival de Perelada de 2023 mientras se construye el nuevo y definitivo auditorio, tuvo que adecuarse a la climatología ampurdanesa, que a veces juega malas pasadas. La ópera de Menotti The telephone se representó donde correspondía, sin embargo el concierto de la segunda parte a cargo de la Gio Symphonia tuvo que refugiarse en idéntico espacio pues la tramontana soplaba intensamente y se renunció así al emplazamiento original en los jardines que circundan dicho Mirador.
Tras varias jornadas dedicadas a recitales a cargo de Freddie de Tommaso, Núria Rial o Jonathan Tetelman, la ópera volvía a Perelada de la mano de Gian Carlo Menotti y su ópera cómica en un acto, The telephone, ou l´amour à trois. Todo un acierto, pues Menotti, con su personalísimo estilo, evoca los esquemas bufos de la escuela napolitana del siglo XVIII y plantea guiños más que evidentes al musical norteamericano de las décadas de los años 30 y 40 del siglo XX, a la mélodie francesa de principios del siglo pasado y al verismo de la Giovane scuola. Así destaca por un lirismo vocal sin florituras, casi siempre tonal, que le permitió ser aceptado tanto por el circuito de teatros de Broadway como por la Metropolitan Opera House en la inmediata segunda postguerra mundial.
Ateniéndonos a la fecha de estreno de The telephone (1947), su argumento se revela profético, pues la sátira al teléfono cuya protagonista es una mujer con un uso tan adictivo y compulsivo del aparato que impide una comunicación normal de pareja, nos sitúa de lleno en la actual era digital, donde la dependencia de las redes sociales que requieren del soporte del móvil es omnipresente.
La producción del festival Musika-Música de Bilbao, dirigida escénicamente por María Goiricelaya, sitúa la acción en un gimnasio, entre cintas, bicicletas de spinning, mancuernas y balones de pilates, donde predomina el culto al cuerpo y su traslación a las redes mediante selfies y la consiguiente creación de un alienante mundo paralelo a la realidad. Aunque era fácil distraerse por el frenético ritmo de los figurantes, la ambientación logró plasmar con eficacia el creciente malestar de Ben por las constantes interrupciones que Lucy le impone para hablar de tonterías con terceras personas. La resolución dramática del libreto -del propio Menotti- supone la claudicación del joven, que opta por unirse a su enemigo llamando a su novia para proponerle matrimonio, pues solo así consigue captar su total atención y llegar al consabido final feliz de la obra.
El Galdós Ensemble, dirigido con pulso firme por Iván Martín, salvo algún titubeo en la introducción orquestal, acertó globalmente gracias a la nitidez de sonido y al perfecto ensamblaje con la acción, y eso pese a estar situados en el fondo de la sala, sin ver el director prácticamente a la pareja vocal, que constantemente iba cambiando de ubicación y de máquina de gimnasio.
La amplificación del sonido, aceptable en una sala no concebida para la ópera, no fue muy relevante en el caso del joven barítono barcelonés Jan Antem, que hizo gala de una excelente proyección y claridad en la dicción, siendo perfectamente entendible, a pesar del soporte textual de dos pantallas con subtítulos en castellano y catalán. Antem estuvo muy metido en el personaje y concentrado sin perder la naturalidad de la emisión, aunque tuviera que cantar sobre una cinta en movimiento o pedaleando a ritmo desigual. El rol de Ben, que oscila entre el canto conversacional y el lirismo del dúo final, no le supuso esfuerzo alguno y se notó por su seguridad y brillantez.
La soprano canaria Ruth González, con un canto prosódicamente mucho más variado debido a sus concatenadas llamadas, angustiadas o triviales, destacó por el evidente rodaje que lleva con el rol de Lucy y supo caracterizar bien las diversas conversaciones, aunque se echó de menos una mayor variedad en el fraseo. La partitura de Menotti tiene momentos en los que los cantantes, para no resultar banales en la expresión de lo cotidiano de la acción, han de extraer esos matices y esa faceta estuvo más presente en el barítono que en la soprano.
La segunda parte de la velada destacó por lo novedoso de la propuesta: un maridaje entre la música de The Beatles y David Bowie, tocados como si se tratara de sonatas de Bach de la mano de los arreglos de Luciano Berio y los hermanos Peire. Bajo el título Ticket to ride, la Gio Symphonia dirigida por Francesc Prat estableció una lograda conexión entre compositores separados por más de 300 años. Temas de los Beatles como Ticket to ride, Yesterday o Michelle, esta última en dos versiones bastante dispares entre sí, sonaron con evidentes guiños a Bach, gracias a los arreglos de Berio. En el caso de las dos versiones de Michelle los distintos universos sonoros, uno propio del Barroco y el otro mucho más contemporáneo, jugaron una mala pasada a la voz de Elena Tarrats, que tuvo algún problema con la amplificación y la elevada tesitura con que afrontó los temas del cuarteto de Liverpool. Más cómoda estuvo en la música de Bowie arreglada por Lucas y Tomás Peire en temas como Life on Mars, Space Oddity o Heroes, cuya tesitura más central le permitió entonar mejor e incluso pudo lucir algún preciosismo en el fraseo.
Si bien más de uno hubiera preferido dos óperas de bolsillo, del propio Menotti o de algún otro compositor, que compensara la preponderancia de recitales en esta edición transicional del Festival de Perelada, la alternancia entre una ágil producción de The Telephone y un concierto a modo de puente entre el Barroco y el pop dejó un agradable sabor de boca. Se trataba de una propuesta arriesgada que salió bien gracias al inesperado concurso del viento, que propulsó el recogimiento necesario para disfrutar de tan ecléctico programa.
Josep Subirá