PERALADA / Sobrecogedor Oficio de Tinieblas de Victoria recreado por Cantoría
Peralada. Iglesia del Carmen. 07-IV-2023. Festival de Pascua Castell de Peralada. Joan Seguí, órgano positivo. Cantoría. Jorge Losana, tenor y dirección. Victoria: Oficio de Tinieblas del Viernes Santo, Feria VI.
Viernes Santo, once de la noche, casi todas las luces del templo del Carmen permanecen apagadas; en el centro del presbiterio, delante del altar, un tenebrario —el candelabro con forma triangular escalonada usado en los oficios de tinieblas— con 15 velas todavía apagadas. Joan Seguí Mercadal entona un glosado sobre la Pavana Lachrimae en el órgano positivo situado delante del altar, y después van apareciendo los vocalistas de Cantoría, que se distribuyen a la izquierda y a la derecha del tenebrario. Jorge Losana, el director del grupo, que va a ejercer de oficiante principal, procede a encender todos los cirios para comenzar así un impresionante Oficio de Tinieblas del Viernes Santo del gran Tomás Luis de Victoria, en versión íntegra y realizado con una recreación histórica de su contexto y significado. Algo tremendamente encomiable, muy difícil de ver y escuchar.
El Oficio de Tinieblas constituía unos de los momentos más hermosos de la liturgia católica, hasta que el Concilio Vaticano II terminó por provocar su final, abandonándose su práctica salvo en contadas congregaciones. Formaba parte de la denominada Liturgia de las Horas para el Jueves, Viernes y Sábado Santos —el Triduum Sacrum— para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo, por lo que en estas fechas se anticipaba la celebración de los maitines a la víspera, al caer la noche con sus tinieblas sobre los templos. La ceremonia se realiza, como sucedió acertadamente en nuestro concierto, con las luces del templo casi apagadas, quedando solo las velas del tenebrario, que se debían ir apagando progresivamente para simbolizar la pasión y muerte de Jesús según discurrían las piezas, tal y como fueron oficiando los miembros de Cantoría durante la velada. Al final solo quedó encendida la vela del vértice superior, que representa a Cristo como anuncio de la esperanza de la Resurrección —aunque según otros, a la Virgen María como única creyente en que eso se produciría—, mientras las otras velas representaban a los once Apóstoles fieles y a las tres Marías que acompañaron a Jesús en la cruz, y que habían abandonado en ese momento la esperanza.
Victoria publicó su Officium Hebdomadae Sanctae (Roma, 1585) antes de su regreso definitivo a España, esa magna colección contiene todo tipo de obras para cumplir con toda la liturgia de Semana Santa, incluyendo, por supuesto, las del Oficio de Tinieblas para la Feria VI que pudimos escuchar íntegramente con los miembros de Cantoría, que para la ocasión reforzaron su plantilla habitual con otros tres componentes, siendo al final Inés Alonso y Rita Morais, sopranos; Oriol Guimerà, como único alto —por la ausencia de André Pérez por enfermedad—; Jorge Losana y Andrés Miravete, tenores, y Valentín Miralles y Víctor Cruz, bajos. Desde el órgano positivo, Joan Seguí dio un acertado soporte durante todo el oficio doblando voces.
El Oficio se organiza en tres nocturnos, precedidos de una invocación ad matinum, que en el concierto consistió en el verso gregoriano Domine, labia mea aperies. A continuación dio comienzo el primer Nocturno, con la música compuesta sobre las Lamentaciones de Jeremías, que narran el sufrimiento por la destrucción de Jerusalén y que estuvieron precedidas por la antífona Astiterunt reges. Las tres Lecciones compuestas por Victoria vienen precedidas del incipit de las Lamentaciones, y desarrollan los textos correspondientes a las letras Heth, Lamed y Aleph, para terminar respectivamente con el texto Jerusalem, convertere ad Dominum Deum tuum. A cada lección le sigue un responsorio (I, II y III), no compuestos éstos por Victoria sino tomados de breviarios o misales para la ocasión, con textos alusivos a la Pasión. Cantoría trasladó con gran detalle y frescura toda la sabiduría contrapuntística de Victoria que realizó con una pulcra afinación y excelente conjunción en todas las entradas sucesivas de las voces planteadas en la composición, lo que Victoria utiliza como recurso hasta unir a las cuatro partes del coro, trabajando con belleza y fluidez los retardos y suspensiones que se producen y los diálogos que se establecen.
El segundo y tercer Nocturnos se estructuran precedidos de una antífona y una serie de tres responsorios respectivamente (IV a IX), en este caso los responsorios los compuso Victoria para el Viernes Santo sobre textos sobre el Juicio y el Vía crucis de la Pasión. Aunque Victoria fijó también los responsorios en su mayoría para un coro SATB, el segundo responsorio de cada nocturno se configura para voces más agudas, SSAT, para acentuar el dolor. Victoria sobrepasa a muchos polifonistas de su época para dotar de un gran sentido expresivo a los textos a través de figuras musicales y retoricas que refuerzan los textos con el sentido de esperanza, sufrimiento, traición o dolor, o con figuras cromáticas o disonancias que Cantoría interpretó con detalle e intensidad expresiva.
Cuando finalizó el tercer Nocturno, la única vela encendida fue llevada al altar, y desde allí una parte de los integrantes de Cantoría procedió a entonar una antífona de la adoración de la Santa Cruz y después, un salmo penitencial de comunión con el pueblo, Vere languores, junto a un improperio final. Súbitamente se produjo un estruendo que representaba al terremoto tras perecer Cristo, donde el clero y los fieles producían estrepitosos sonidos provistos de carracas o matracas, lo que aquí se pactó realizar con algunas personas situadas atrás, esperando contagiar a un sorprendido público. El terremoto cesó al reaparecer la luz de la vela, trasladada nuevamente a la cima del tenebrario como símbolo de esperanza en la Resurrección. Con ello finalizó el concierto, brillantemente interpretado por los miembros de Cantoría, que expresaron con sus fantásticas voces conjuntadas, y con toda la recreación del significado histórico, de manera espléndida toda la riqueza del Oficio de Tinieblas en una velada memorable que clausuró la segunda jornada de esta excelente primera edición del Festival de Pascua Castell de Peralada.
Manuel de Lara
(fotos: Joan Castro – Iconna)