Paul Lewis: “Siempre hay determinación en Beethoven, nunca se rinde”

Paul Lewis (Liverpool, 1972) es uno de los pianistas más notables de su generación, además de codirector artístico del Midsummer Music, festival de cámara que se celebra en Buckinghamshire, Reino Unido. Intérprete de referencia de Schubert y Beethoven, ha grabado para el sello Harmonia Mundi las grandes obras para piano que el primero compuso en los seis últimos años de su vida, incluyendo tres ciclos de canciones con el tenor Mark Padmore, de los cuales Winterreise le supuso un Gramophone Award en 2010. Ha grabado además gran parte de la producción para piano de Beethoven, incluyendo la integral de las sonatas y conciertos, las Variaciones Diabelli y las bagatelas, cuya integral presentó el pasado mes de julio.
Determinación. Esa es la palabra que parece impregnar la trayectoria de este intérprete británico desde que despegó su carrera en 2003. Una determinación que le ha llevado a protagonizar momentos brillantes, como en 2010, cuando se convirtió en el primer pianista en interpretar los cinco conciertos de Beethoven en una misma temporada de los Proms. Eso sí, a cambio de una vida en constante movimiento: desde que era niño no ha parado de tocar, de girar por Europa y el resto del mundo, aunque sin perder por ello su sentido del humor ni la capacidad de sorprendernos: en una entrevista con The Guardian, Lewis contaba que, si pudiera, le encantaría aprender a tocar la gaita escocesa, y señalaba Paralyze, de Legendary Stardust Cowboy, como una de esas piezas que disfruta a la vez que le hacen sentir culpable.
En The Arts Desk escribía que el confinamiento le ha revelado cuánto ama la música. ¿En qué sentido?
Durante al menos veinte años he estado ofreciendo conciertos públicos. Esta ha sido la primera vez que he podido detener la actividad y contemplar mi vida desde fuera. Sabía que no tenía ningún concierto próximo para el que ensayar, pero quería seguir tocando. Y así lo hice, pero esta vez por el simple placer de descubrir cosas nuevas, de tener la opción de decirme: “¿qué puedo descubrir hoy que sea nuevo?”. Se trata de algo que no había hecho desde que era niño, y he podido volver a descubrir lo mucho que me gusta explorar la música y lo feliz que me hace tocar simplemente por el placer de tocar, sin que importe si lo hago bien o mal. He podido descubrir la música para mí mismo, y eso ha sido fantástico.
Su vuelta a los escenarios tuvo lugar en el Wighmore Hall, sin público. Debe ser muy raro tocar en una sala en esas condiciones, ¿no?
Sí. El silencio que se crea cuando uno está solo en una habitación no tiene nada que ver con el que se experimenta frente a mil personas que contienen la respiración, es completamente diferente. Esa energía le da a la interpretación lo que necesita para cobrar vida, y es algo que echo mucho de menos. La sensación al tocar así en el Wigmore Hall fue muy extraña. Tenía mucha curiosidad por saber cómo me sentiría, y estaba algo nervioso, porque estos conciertos han despertado mucha atención, ya que no había muchas otras cosas que estuviesen sucediendo en aquel momento. Lo sorprendente es que la experiencia se asemejó mucho a la de un conceirto; por mi parte era muy consciente de la audiencia, sabía que estaba siendo escuchado, solo que no desde la sala. Aunque, sin duda, eché de menos la energía que recibe el intérprete cuando el público se encuentra ahí físicamente.
Junto a su mujer, Bjørg Lewis, codirige su propio festival de verano, que este año se ha cancelado. ¿Han tenido que reinventar el festival?
Para el año que viene esperemos que no. Estamos intentando mantener lo que habríamos hecho este año, aunque también estamos planeando hacer tal vez algo este próximo mes de octubre, quizá tres conciertos breves en un día, de una hora cada uno, con el público separado a un metro de distancia y retransmisión por streaming, para que pueda ser seguido por quien lo desee. Ahora que nos estamos educando en lo que significa retransmitir en vivo los conciertos y cómo hacerlo, tal voz podamos aplicarlo a nuestro festival, o al menos grabarlo y tenerlo disponible en Internet. Aunque el festival gira en torno a la intimidad, sobre el hecho de estar ahí, de que el público forme parte de la performance, y eso es algo que se perdería si lo retransmitimos en diferido.
¿Qué piezas o conciertos está preparando como pianista para la temporada 2020/21? ¿Ha afectado la actual situación a su planificación?
Sí, todo se ha cancelado, pero, al tener la oportunidad de estudiar nuevas piezas, he añadido repertorio para la próxima temporada. He estado trabajando en Beethoven, con motivo obviamente del aniversario, tocando las Sonatas op. 27, la Fantasía op. 77, y la Sonata K 331 “A la Turca” de Mozart, que tocaré en otoño. También he descubierto unas bagatelas de Sibelius que casi nadie toca y que son maravillosas. Y ya que seguimos celebrando el año Beethoven, estaría bien mezclarlas con las bagatelas de Beethoven. También he trabajado sobre Debussy, particularmente Children´s corner y la Suite bergamasque. (…)
Camila Fernández Gutiérrez
[Foto: Kaupo Kikkas]
(Comienzo de la entrevista publicada en el nº 365 de SCHERZO, de septiembre de 2020)