Paul Hindemith, una casa sin puertas
PAUL HINDEMITH:
Sinfonía Mathis de Maler; Danzas de Nusch-Nuschi; Sancta Susanna. Stundyte. Morloc. Schönmüller. Wiener Singakademie. ORF Vienna Radio SO. Marin Alsop. NAXOS
PAUL HINDEMITH:
Concierto para clarinete; Cuarteto con clarinete; Sonata para clarinete y piano. Sharon Kam, clarinete. Antje Welthaas. Julian Steckel. Enrico Pace. Frankfurt Radio Symphony Orchestra. Dir.: Daniel Cohen. ORFEO
Hindemith es una casa sin puertas. La inmensidad de su producción -11 óperas, 5 ballets, una docena de conciertos, innumerables obras para orquesta, mucha música de cámara- no sólo resulta intimidante sino superficialmente impenetrable. La consistencia es alta y la diferenciación difícil. El gran compositor alemán, que luchó en la Primera Guerra y fue exiliado por Hitler, se preocupó por la interpretación de alto y bajo nivel, escribiendo para los grandes escenarios y para las salas de estar domésticas. Cuando me preguntan “¿qué obra de Hindemith debería escuchar en primer lugar?”, no encuentro respuesta.
La directora de orquesta estadounidense Marin Alsop ha incorporado a Hindemith con gran entusiasmo en la programación de su nueva orquesta sinfónica en la Radio de Viena. Su primer lanzamiento, grabado el verano pasado, consiste en una efervescente suite de danzas procedente de Nusch-Nuschi y una suite devocional de Sancta Susanna, ambas óperas -breves- fechadas en 1921, junto con una sinfonía de 1933 extraída de la ópera Mathis der Maler, obra que metió a Hindemith en serios problemas con los nazis.
He de confesar que no conocía Sancta Susanna, una obra que me ha parecido interesante en extremo. Alternativamente santurrona e irreverente, la parte de soprano -magníficamente defendida en esta grabación por Ausrine Stundyte- exige agudos inverosímiles. Hindemith escribe hábilmente para la voz sin alcanzar nunca la facilidad de, por ejemplo, un Strauss o un Weill. Su impacto dramático está también unos cuantos peldaños por debajo de la explosividad.
La sinfonía Mathis es bien conocida por las grabaciones de referencia de Furtwängler, Bernstein, Abbado y el propio compositor. Alsop aporta una energía fresca y unos cuantos ángulos nuevos, persuasivos más que penetrantes. Al escuchar la sinfonía, me siento aliviado por haberme ahorrado una velada entera de éxtasis en la ópera.
Sharon Kam toca el concierto para clarinete, escrito en 1947, con una destreza tal vez mayor de la que la obra requiere. Benny Goodman fue el solista que encargó el concierto, y es evidente que Hindemith estaba menos en sintonía con su estilo que Stravinsky, Bartok y Copland, que escribieron piezas distintivas para el solista americano. Hindemith tiene en cuenta todas las limitaciones de Goodman y muy poco o nada de su carácter, como si lo hubiera escrito para un clarinete solista de Frankfurt-am-Main (ciudad que, por cierto, suministra la orquesta en esta grabación). Los veinte minutos transcurren sin incidentes dignos de mención. Prefiero las dos piezas de cámara que completan el álbum.
¿La obra clave de Hindemith? Tal vez sea el movimiento ‘Ángel’ de su sinfonía Mathis, pero no apostaría mi casa por ello.