PARÍS / François-Xavier Roth galvaniza la convencional ‘Flauta mágica’ de Cédric Klapisch
París. Teatro de los Campos Elíseos. 18-XI-2023. Cyrille Dubois, Regula Mühlemann, Florent Karrer, Catherine Trottmann, Jean Teitgen, Marc Mauillon, Aleksandra Olczyk, Judith van Wanroij, Isabelle Druet, Marion Lebègue, etc. Niños solistas de la Maîtrise des Hauts-de-Seine. Coro Unikanti. Les Siècles. Dirección: François-Xavier Roth. Dirección de escena: Cédric Klapisch. Mozart: La flauta mágica.
Aunque convencional, La flauta mágica de Mozart presentada en el Théâtre des Champs-Elysées es cautivadora gracias a la concepción de François-Xavier Roth que, en su primera aproximación al título operístico mozartiano, dirige con una gracia soberana su orquesta Les Siècles con instrumentos de la época de Mozart, de los que obtiene texturas aéreas y coloridas, mientras que la puesta en escena sin tiempos muertos de Cédric Klapisch, respetuosa y límpida a pesar de los diálogos en francés actualizados, sorprende por su humildad en el debut operístico del cineasta.
Para su primera producción operística, Klapisch despoja hábilmente al Singspiel de Mozart y Schikaneder de sus adornos más esotéricos para centrarse en su humanidad y su cándido encanto, ofreciendo una meditación más o menos metafísica e ingenua sobre la humanidad y la naturaleza, la vida y la muerte, según el impulso humanista y popular que presidió la mente de los creadores de la obra, dándole al mismo tiempo un giro contemporáneo que el público abraza fácilmente, en un diálogo contemporáneo concebido por el director.
Impulsado por la meticulosa dirección de actores propia de un auténtico cineasta y por el magnético gesto musical introducido por François-Xavier Roth, el reparto resulta cautivador. El excelente tenor francés Cyrille Dubois, de voz generosa y amplia, retrata a un Tamino de radiante humanidad; la soprano suiza Regula Mühlemann, de voz flexible y agudos deslumbrantes, es una ardiente Pamina; el barítono lionés Florent Karrer, de voz firme y rica en matices, interpreta a un Papageno decidido y dubitativo a la vez, la soprano francesa Catherine Trottmann como Papagena, que pasa con facilidad de la voz quebradiza de una anciana petulante a la de una joven frágil y chispeante, y la soprano polaca Aleksandra Olczyk interpreta con valentía a la Reina de la Noche aunque el registro sobreagudo es ajustado, mientras que sus tres Damas (la soprano holandesa Judith van Wanroij y las mezzosopranos francesas Isabelle Druet y Marion Lebègue), con sus timbres claramente diferenciados, interpretan sus partes con brío. El Sarastro del bajo francés Jean Teitgen carece de base armónica desde el principio, pero poco a poco encuentra los recursos necesarios para alcanzar graves abismales. Su bestia negra Monostatos es interpretado por Marc Mauillon, que parece disfrutar con este papel ingrato. Los dos sacerdotes y hombres de armas están interpretados por el bajo Ugo Rabec y el tenor malgache Blaise Rantoanina, cuyos timbres están a la vez claramente definidos y fundidos, mientras que el narrador es interpretado por el barítono austriaco Josef Wagner. Interpretados por chicas adolescentes, los tres niños tienen timbres que se combinan sin dejar de ser distintos. Moviéndose por los espacios que ofrece el Théâtre des Champs-Elysées, el excelente coro Unikanti es un personaje polimorfo.
En el foso, la orquesta Les Siècles, con instrumentos de finales del siglo XVIII, es el verdadero deus ex machina de la producción, un fascinante personaje proteico al que François-Xavier Roth da una consistencia solar, texturas aéreas, respiración larga, animado por un ritmo hechizante que se despliega como una alfombra sonora deliciosamente afrutada y juguetona.
Bruno Serrou
(foto: Vincent Pontet)