PAMPLONA / Orquesta del Siglo XVIII y Orfeón Pamplonés: con entidad propia
Pamplona. Auditorio Baluarte. 19-IV-2023. Orquesta del Siglo XVIII y Orfeón Pamplonés / Berit Norbakken, soprano. Esther Kuiper, contralto. Stuart Jackson, tenor. Henk Neven, bajo. Daniel Reuss, director / Obras de Haydn.
A los 47 años, el neerlandés Frans Brüggen dejó la interpretación para centrarse en la dirección del que fuera su proyecto de vida: una orquesta historicista que funciona por encuentros, y con una plantilla variable que se adapta a la obra (no al contrario).
Para su actuación de Baluarte, integrada únicamente por obras de Haydn, la orquesta vistió de riguroso negro a excepción del director de la Sinfonía n.26 en Re menor (1770), Alexander Janiczek, dirigiendo desde su posición de Konzertmeister. En escena, los violines primeros y segundos enfrentados. En el fondo izquierdo al público, dos violones detrás de los primeros, y en el derecho, los timbales detrás de los violonchelos, ambos sobre tarima. “Lamentatione”, como se conoce esta sinfonía por el uso del Christus motif, es una composición proto-romántica perteneciente a la expresión musical del Sturm und Drang. Los afectos extremos que Haydn muestra en la escritura son palpables en la interpretación, así como el enfático (e inusual en su contexto) modo menor.
Fue todo un espectáculo audiovisual, ya que la gestualidad de los intérpretes tradujo en movimiento los afectos sonoros. Destacaron las brillantes intervenciones de las trompas naturales en el primer movimiento y el oboe del segundo. Este tocó de pie, mientras el resto de músicos se supeditaba a su voz flotante sobre un bajo continuo perpetum mobile. Aquí, el director abandonó la interpretación por momentos para dar indicaciones. El último movimiento fue un juego de contrastes mayor/menor, piano/forte, además del recurso a unos sforzandi sorpresivos. Haydn probablemente no pensó que la 26 sería interpretada en salas como Baluarte, como sí lo fueran 20 años después sus sinfonías de Londres. Al fin y al cabo, la sonoridad de la tripa no alcanza el volumen de las modernas cuerdas de aleaciones metálicas (ni lo pretenden).
Sin pausa, la Schöpfungsmesse (1801), penúltima obra de Haydn. La Orquesta del Siglo XVIII, junto a 55 coristas del Orfeón Pamplonés actuaron por primera vez juntos liderados por el especialista en agrupaciones corales Daniel Reuss, que dirigió sin batuta, con gestos pequeños pero eléctricos y precisos. Además, no necesitó hacer grandes aspavientos para sacar matices al grupo. Por momentos, los intérpretes trascendieron las líneas del compás. Imperó una clara dicción de todos los implicados porque no hubo vibrato continuo y sí mucha messa di voce. El cuarteto solista dio una lección magistral de música de cámara y generosidad, sin querer destacar más de la cuenta, sin volúmenes exagerados. En el Gloria y en el Sanctus especialmente, el tono mayor escogido por Haydn aleja la obra del canónico menor de las misas, dándole un aire de celebración. Las fugas del Sanctus y el Agnus Dei fueron ágiles. La articulación, siempre clara especialmente en la cuerda, y, el equilibrio entre coro, orquesta y solistas, total durante toda la misa. Especial mención merece el tenor Stuart Jackson, con una voz cristalina, que proyectó a la perfección, siendo protagonista y uno más al mismo tiempo. El Orfeón Pamplonés se adaptó perfectamente a esta propuesta interpretativa, que fue ovacionado junto a su director Igor Ijurra. No en vano, jugaban en casa.
Brüggen, junto a la violinista Lucy van Dael, además de fundadores de esta orquesta, fueron germen de la escuela historicista holandesa junto a otros grandes como Gustav Leonhardt o Anner Bylsma. Esta primera generación ha dejado como legado una escuela referente y con entidad propia. Ya no tratan de emular, sino que recrean. Sus discípulos han trazando su propio camino a la vez que, desde la docencia (como los miembros de la orquesta Emmanuel Balssa y Emilio Moreno, profesores en la ESMUC), forman a la siguiente promoción, que ya está presente en la orquesta.
Igor Saenz Abarzuza