PAMPLONA / No a la guerra
Pamplona. Baluarte (Sala principal). 17-III-2022. Orquesta Sinfónica de Navarra. Director: Iván López Reynoso. Obras de Chaikovski y Bartók.
La Orquesta Sinfónica de Navarra (OSN) presentó su séptimo concierto de abono con un programa titulado Un virtuoso en cada atril. Tanto la suite de ballet El lago de los cisnes (Chaikovski) como el Concierto para orquesta (Bartók) contienen momentos de repertorio orquestal solista de referencia. No obstante, se trata de dos concepciones creativas muy diferentes. La primera se estructura en función del ballet y con unos solos que siguen el hilo narrativo extramusical. Por su parte, el concierto de Bartók responde a una concepción abstracta de la música, llevando el género concertante a su máxima expresión. El lago de los cisnes requiere a la vez delicadeza y potencia de sonido, extremos propios de una estética romántica. Por tanto, el control de los rangos dinámicos es fundamental, como en el caso de la primera escena. Iván López Reynoso eligió la versión op. 20ª, que, más allá de las cuestiones musicales, mejor refleja el interés ruso por la cultura europea. Cada solo de la OSN cumplió con el reto de producir fragmentos musicales que pertenecen ya a la memoria colectiva de la belleza de la música sinfónica. En la cuarta escena, los solos del arpa, concertino y violonchelo (este último con una digitación arriesgada en beneficio de un sonido más nítido y penetrante) ofrecieron un momento para recordar.
La paleta orquestal del Concierto para orquesta de Bartók (1944) se percibe desde muy diversos ángulos, de manera semejante a lo que Welles provocó en 1941 con su obra maestra Citizen Kane. Los constantes cambios de compás, tempos y timbres precisan de un correcto ‘montaje’ por parte de la dirección. López Reynoso optó por unos tempos más moderados que en otras versiones, permitiendo así disfrutar de las texturas y timbres de la obra. Con una orquesta solo reforzada en viento y percusión, cada intérprete de la OSN participó del collage de una obra que combina sonidos muy graves y profundos en la cuerda, rápidos pizzicati, frullati, glissandi y staccati como cuchillos afilados y cortantes o masas sonoras como elemento temático.
Bartók exige pasajes realmente virtuosos para cada sección, como el fugato del primer movimiento en los bronces, el pasaje semejante a un perpetuum mobile del tema principal del último movimiento en las cuerdas, o de manera especial, los pares de instrumentos del segundo movimiento (“juego de parejas”). En el quinto movimiento, el drama respira por momentos a través del estilo folclórico, tan importante en Bartók. Decisión difícil, optar por un sonido más clásico o popular. En general, López Reynoso buscó la sonoridad plena y profunda de esta obra maestra, al margen de que, en algún momento, se evocara un sonido más tradicional. Ante este todos estos retos, la OSN sonó virtuosa como bloque (esto último especialmente en los movimientos extremos) y desde cada atril.
Dos composiciones de distinta concepción, pero sin embargo vinculadas por las circunstancias actuales de guerra en Ucrania. TV Rain, una cadena de televisión rusa suspendió sus emisiones por las restricciones impuestas por el gobierno ruso. “No a la guerra”, dijo la directora del canal, Natalia Sindeyeva, mientras los trabajadores salían del estudio. El canal emitió entonces El lago de los cisnes de Chaikovski, en referencia a agosto de 1991, cuando la televisión estatal soviética mostró el ballet en lugar de los disturbios civiles en directo durante el colapso de la Unión Soviética. Paradojas de la utilización de la música. El pasado 13 de marzo el actor norteamericano William Hurt falleció, dejando para la historia cinematográfica la inolvidable interpretación de un policía soviético incorrupto en la película Gorky Park (1983). En la escena final, la liberación de las seis martas, altamente cotizadas por su piel, se acompaña con el vals de la suite de Chaikovski, evocando la alegría de la liberación de los animales y también del personaje encarnado por Hurt.
Por su parte, Bela Bartók, emigró a Estados Unidos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. En el cuarto movimiento del Concierto para orquesta parodió el pasaje de marcha del primer movimiento de la Sinfonía Leningrado de Shostakovich, por considerarlo demasiado explícito, no propio de la música abstracta. Paradojas de la historia y el arte: aunque las obras permanecen, su recepción cambia en función de las circunstancias y los públicos. De la mano de la OSN dirigida por López Reynoso, con un lazo en la solapa con los colores de la bandera de Ucrania, al igual que las profesoras y profesores de la orquesta, la burla de Bartók a la marcha de las tropas nazis hacia Leningrado (que no a su colega) y el concepto concertante (dialogante) de toda la obra brilló como un rotundo “No a la guerra”, expresado una vez más a través de la música.
Marcos Andrés Vierge