PALENCIA / Un parto bien aprovechado
Palencia. Iglesia de San Pablo. 29-III-2019. Rosa Miranda, soprano. Angelicata Consort. Obras de Paumann, Aguilar de Heredia, Urrede, Coprario, Bovicelli, Victoria, Flecha “el Viejo” y anónimas.
Baltanás. Iglesia de San Millán. 30-III-2019. Andrés Cea, órgano. Obras de Cabezón, Bruna, Sopuerta y Cabanilles.
Ampudia. Colegiata de San Miguel. 30-III-2019. Juan de la Rubia, órgano. Obras de Sola, Tejada, Cabezón, Bruna y Correa de Arauxo. Improvisaciones de De la Rubia.
Palencia. Iglesia de San Miguel. 30-III-2019. Vox Feminae. Director: Miguel Sánchez. Canto litúrgico y polifónico de la España medieval de los siglos XIII y XIV.
Eduardo Torrico
Palencia es, para la música antigua española, un tesoro, aunque solo sea por la cantidad de órganos ibéricos en perfecto estado de uso que existen en toda la provincia. Era, por tanto, cuestión de tiempo que Palencia contara con un festival que explotara tan extraordinario potencial. Ha llegado de la mano del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y de la Diputación. Los resultados no han podido ser más halagüeños. Distribuida en dos fines de semana durante el pasado mes de marzo, con cuatro conciertos en cada uno de ellos, la primera edición ha sido un éxito total por la belleza de la música escuchada, por la calidad de los artistas participantes y por la asistencia de público. Palencia Antiqva aterriza para enriquecer una oferta que, afortunadamente, en nuestro país no para de crecer.
El órgano ibérico, como no podía ser de otra manera, ha sido el gran protagonista en esta presentación en sociedad de Palencia Antiqva. Además de Daniel Oyarzabal, que interpretó el primer fin de semana un programa en torno a la figura de José de Nebra (de quien el pasado año se cumplió el 250º aniversario de su muerte), el día 30 se dio le feliz —y nada habitual—circunstancia de que tocaran, con solo unas horas de diferencia, dos de los más grandes especialistas en este repertorio: Andrés Cea y Juan de la Rubia.
Cea se sentó frente al imponente órgano de la Iglesia de San Millán, en la localidad de Baltanás. El instrumento fue construido en 1795 por el organero riojano Manuel de San Juan, y su actual conservador es Federico Acítores, quien no quise perderse este cita. El programa estaba elaborado principalmente con tientos, si bien se incluyeron también el Discante sobre la pavana italiana y el Ave María (sobre Josquin des Prez) de Antonio de Cabezón, y la Obra de tercer tono de fray Miguel de Sopuerta, de quien apenas se conservan un par de obras y de cuya vida no hay han demasiados datos. El organista jerezano tocó con esa maestría que le es propia y brindó un espléndido recital, en el que, también como espectador de excepción, se encontraba Juan de la Rubia, que poco después tocaría a una treintena de kilómetros.
De la Rubia no es solo un organista descollante (titular del órgano la Sagrada Familia de Barcelona), sino también un improvisador sin parangón (titular de Improvisación de la ESMUC). De ello quiso dejar constancia en el concierto que ofreció en el órgano de la Colegiata de Ampudia —repleta de público—, un instrumento fastuoso construido en 1779 por Tadeo Ortega. De la Rubia es heredero de la tradición de aquellos organistas ibéricos renacentistas y barrocos que, con frecuencia, debían improvisar para rellenar los huecos que quedaban en la celebración de la misa. Cuatro de las piezas del recital fueron improvisaciones de De la Rubia, y en su majestuosidad estas no tuvieron nada que envidiar a las piezas que formaban parte del programa, entre ellas, la archiconocida Españoleta de Francisco de Tejada (que, como todo el mundo sabe, no es de Tejada, ya que el único mérito de este aristócrata fue el de poseer una colección de piezas para teclado entre las cuales se hallaba la mencionada). Fue un concierto memorable, en el que, como devolución de visita, estuvo también Andrés Cea entre el público.
La noche anterior, el Angelicata Consort había ofrecido un programa con música religiosa del Renacimiento español. Formado por los violagambistas María Alejandra Saturno (viola soprano), Beatriz Lumbreras (viola tenor), Óscar Gallego y Sofía Alegre (violas bajo), así como por la vihuelista Beatriz de la Banda, contaron aquí con la colaboración de la Rosa Miranda, que entonó con sentimiento y conocimiento algunas de las piezas más conocidas de nuestro patrimonio renacentista (por ejemplo, Niño Dios d’amor herido, de Francisco Guerrero). El grupo cerró su intervención con una chispeante versión de la ensalada El fuego de Mateo Flecha “El viejo”.
El punto final a esta primera edición de Palencia Antiqva lo puso Vox Feminae, integrado por Helia Martínez, Albina Cuadrado, Carolina del Solar y Esperanza García-Salmones (que, además de sus partes de canto, estuvo encargada de tocar el organetto). El programa estuvo conformado por piezas de manuscritos hispanos únicos (es decir, no existe ninguna copia de ellos en ninguna otra parte del mundo), en concreto dos que se conservan en el monasterio cisterciense de Santa María Real de las Huelgas y en la Biblioteca Nacional de España. La excelente acústica de la Iglesia de San Miguel, en pleno centro de Palencia, acrecentó la extraordinaria labor de Vox Feminae con unas obras no fáciles de cantar y muy desconocidas, porque, por desgracia, la medieval sigue siendo la cenicienta de la música antigua española. .