OVIEDO / Un gran ‘Requiem’ de Verdi en el 25º aniversario del Auditorio Príncipe Felipe
Oviedo. Auditorio Príncipe Felipe. 28-IV-2024. Dinara Alieva, Ekaterina Semenchuk, René Barberá, Maharram Huseynov. León de Oro y Joven Coro de Andalucía. Director coral: Marco García de Paz. Oviedo Filarmonía. Director: Lucas Macías. Verdi: Messa da Requiem.
El pasado domingo 28 de abril se interpretó la inconmensurable Messa da Requiem de Giuseppe Verdi en el contexto de las «bodas de plata» de la apertura del Auditorio Príncipe Felipe de la ciudad de Oviedo. Los 25 años se celebran en esta temporada extraordinaria a través de los ciclos del Conciertos del Auditorio y las Jornadas de Piano “Luis G. Iberni”, con 22 actuaciones en los que han participado Ermonela Jaho, Alan Gilbert, Javier Camarena, María Dueñas o Joaquín Achúcarro, entre otros. Aún escucharemos a María Joao Pires y a Rolando Villazón, pero el Ayuntamiento se ha reservado una última sorpresa para el público ovetense: se trata de la primera visita de la Filarmónica de Viena realizará a la ciudad, dirigida por Lorenzo Viotti, el 22 de junio. A pesar de que existen indicios innegables de agotamiento sobre el actual sistema conciertos clásicos en el mundo occidentalizado, no cabe duda de que tanto los Conciertos del Auditorio como las Jornadas de Piano siguen conectando con una audiencia interesada en disfrutar de algunos de los más importantes intérpretes de nuestra contemporaneidad. En el concierto que nos ocupa aquí, la sala estaba prácticamente llena.
El Ciclo de Conciertos no olvida a los artistas españoles o asturianos que trabajan a altísimo nivel. En este caso, el asturiano El León de Oro (LDO) canta el Requiem de Verdi junto al Joven Coro de Andalucía, ambas agrupaciones dirigidas por Marco García de la Paz, uno de los directores corales más importantes, sin duda, de nuestro panorama actual. En ambos casos debemos felicitarnos por ser dos proyectos de cantantes aficionados que reúnen en su mayor parte a gente joven con resultados musicales absolutamente modélicos. El LDO no es la primera vez que lo escuchamos en esta temporada, puesto que, felizmente, también había intervenido en las Jornadas de Piano en noviembre. Pero su colaboración es un motivo de celebración en dos vías: en primer lugar, porque se debe celebrar que coros amateurs tengan un nivel profesional de primer orden, y en segundo lugar, porque la labor que realizan de vinculación con el territorio, con la música, con la creación de afición y nuevas voces, y el particular el LDO, a través de su proyecto educativo, debería valorarse mucho más allá de sus evidentes virtudes musicales. Después de la desaparición del Coro Joven de la Fundación Princesa de Asturias, es la quijotesca iniciativa de esta agrupación -junto a la más modesta del Coro Joven de Oviedo-, la que mantiene y hace perdurar una actividad que redunda en el beneficio musical y cultural de una sociedad que requiere que las nuevas generaciones se acerquen y valoren expresiones musicales “clásicas”.
En este contexto de celebración, el Requiem de Verdi ha brillado a gran altura precisamente gracias a las más de 80 voces que conformaron la masa coral. La práctica de música coral a capella y con orquesta de distintas épocas y estilos, propia de ambas agrupaciones, se deja ver en la limpieza y gran claridad de las voces, en el empaste, la riqueza dinámica y de fraseo con que nos obsequiaron ambos coros en los distintos números de la misa. Con la orquesta residente de la ciudad, la Oviedo Filarmonía, reforzada en su número de integrantes, Lucas Macías ofreció una dirección meticulosa, cuidada, con bellos contrastes entre los tutti fortísimos, como en el caso del Dies irae o el Rex tremedae en contraste con los momentos camerísticos de acompañamiento a solistas. El inicio del Requiem ya fue toda una declaración de intenciones, con el pianísimo inicial al que siguió el crescendo donde se podían escuchar perfectamente los distintos planos sonoros. Macías consiguió un afinado y aterciopelado color en la cuerda de la orquesta, que acompañó de principio a fin la obra.
La mezzosoprano Ekaterina Semenchuk, con una bella voz con cuerpo en los graves y delicadeza, cuando era necesario, en los registros más agudos, ofreció un recital de gran expresividad, en que destacó el Liber scriptus o su inicio del Lacrymosa. El tenor que sustituyó a Joseph Calleja por motivos de salud fue el estadounidense René Barbera, quien también brilló a gran altura deleitándonos con su voz característica de belcanto rossiniano, su fraseo delicado y agudos brillantes. El joven bajo Maharram Huseynov destacó por unos bellos graves y una voz potente y bien formada. La soprano Dinara Alieva abordó el número final del Requiem con un dramatismo basado en el uso del fiato y pianísimos en registro agudo, consiguiendo así una expresividad soberbia que permitió cerrar a gran altura este concierto.
Miriam Perandones