OVIEDO / Pan y toros, ¡Caramba!
Oviedo. Teatro Campoamor. 23-II-2023. Barbieri: Pan y toros. Yolanda Auyanet, Cristina Faus, Borja Quiza, José Julián Frontal, Enrique Viana, Pedro Mari Sánchez, Carlos Daza, Pablo Gálvez, Abraham García, Pablo López, María José Suárez, Bárbara Fuentes, Alberto Frías y César Sánchez. Oviedo Filarmonía. Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. Directora musical: Virginia Martínez. Director de escena: Juan Echanove.
Coincidiendo con el bicentenario del nacimiento de Francisco Asenjo Barbieri, se inaugura el XXX Festival de Teatro Lírico Español en el Teatro Campoamor de Oviedo con su zarzuela en tres actos Pan y toros, con libreto de José Picón en verso (muy bien ejecutado por todo el elenco), estrenada originalmente en el Teatro de la Zarzuela en 1864, que tuvo una nueva vida el pasado octubre en las mismas tablas y ahora llega a la capital asturiana. Esta nueva producción, respetuosa, que no literal, con la original, se ambienta en la época de Carlos IV en el contexto de la lucha entre absolutistas y liberales donde las autoridades ofrecen al pueblo ‘pan y toros’, el clásico ‘panem et circenses’, para tenerlos contentos y entretenidos mientras las intrigas políticas se suceden.
La oscura escena, con reminiscencias a las pinturas negras de Goya (expresadas durante toda la obra mediante la plasticidad de los bailarines), ambientó perfectamente la acción, muy inteligentemente trazada por un Juan Echanove que, con este trabajo, se estrena en el mundo de la dirección zarzuelística. Muchos son los detalles que hay que valorar en este sentido, donde demuestra su conocimiento de la obra y del momento de su creación. No vimos un merendero a orillas del Manzanares en el primer acto, ni falta que hizo para sentir el majismo imperante en la España de finales del siglo XVIII, cuando la tonadilla escénica reinaba en los escenarios y eran sus protagonistas las tonadilleras, artistas reconocidas e imitadas incluso por las aristócratas quienes emulaban sus atuendos y así gustaban inmortalizarse en los cuadros de Goya (interpretado adecuadamente en esta zarzuela por José Julián Frontal), como en los retratos de la decimotercera Duquesa de Alba (y el perrito), la Condesa de la Solana o la Marquesa viuda de Villafranca, donde todas ellas adornan sus cabellos con la tradicional caramba, una moña de seda o terciopelo que puso de moda la tonadillera Mª Antonia Vallejo y Fernández y que le valió el sobrenombre de “La Caramba” por llevarla puesta cada noche a escena mientras cantaba una copla con esa palabra que la hizo famosa. Adorno que también llevaron tanto la Duquesa, encarnada con corrección por Bárbara Fuentes, como las mujeres del coro en el primer acto, como buenas manolas, mientras que, en el tercero, lucieron miriñaque y pelucas blancas como damas, un guiño a la localización en el libreto original en un palacio.
La Capilla Polifónica se movió bien en escena y vocalmente fue correcta. La dirección musical de Virginia Martínez adoleció de interés y mostró numerosos desajustes entre foso y escena; especialmente descuidado el concertante del segundo acto, muy embarullado a pesar de su tempo lentísimo, y mal el cuarteto Aunque usted, princesa noble, falto de afinación. En general, no pudimos escuchar planos sonoros ni riqueza tímbrica con una descontrolada Oviedo Filarmonía.
También Pepita Tudó fue protagonista de una de las pinturas más famosas de la historia, La maja desnuda, que adornaba el palacio de su amante Godoy, y que durante años se confundió con la Duquesa de Alba. En Oviedo fue interpretada por Yolanda Auyanet que mostró en ocasiones poca elegancia canora y falta de homogeneidad en su registro más grave, mientras que Cristina Faus, como Princesa de Luzán, y Borja Quiza, en el papel de Capitán Peñaranda, actuaron con profesionalidad, si bien su dúo pudo estar más cuidado en el final. Por otro lado, Pedro Mari Sánchez, como Corregidor, estuvo espléndido.
Otros personajes populares de la zarzuela fueron los toreros de moda del momento: Pepe-Hillo, Pedro Romero (ambos retratados por Goya) y Costillares, interpretados con acierto y gracia por, Carlos Daza, Pablo Gálvez y Abraham García, respectivamente. Mientras que Enrique Viana no fue un apropiado Abate, de escaso carácter cómico y con demasiado protagonismo canoro para las actuales características de su voz.
Nuria Blanco Álvarez