OVIEDO / La ‘Flauta’ pateada

Oviedo. Teatro Campoamor. 8-X-2021. Mozart, La flauta mágica. Airam Hernández, Jaquelina Livieri, Manel Esteve, Serena Sáenz, Reinhard Hagen, Luis López, Carlos Carzoglio, Emilio Sánchez, Antonio Lozano, Sofía Esparza, María Miró, Serena Pérez, Marina Pardo, Janeth Zúñiga, Sandrine Mairesse y María Heres. Coro Intermezzo. Orquesta Oviedo Filarmonía. Director musical: Lucas Macías Navarro. Director de escena: Albert Estany.
Resulta llamativo que el segundo título de la LXXIV Temporada de Ópera de Oviedo, La flauta mágica, comparta exactamente el mismo decorado que ya vimos en Pagliacci hace dos años, que no es otro que una imagen especular de las plateas y un par de alturas del propio Teatro Campoamor. Y más sorprendente es que el director de escena Albert Estany se autoproclame autor del “concepto escenográfico”, siendo en realidad una decoración de Ramón Ivars para la mencionada ópera de Leoncavallo entonces dirigida escénicamente por Guy Joosten, o bien utilice simplemente un telón negro de fondo sin un solo elemento decorativo ni de atrezzo.
Si sumamos esto a unos más que básicos movimientos en escena y a que los protagonistas de la ópera de Mozart son ahora el paisanaje que puede verse en cualquier teatro (operarios, modistas, espectadores…), el resultado es previsible. Un tanto exagerado nos parece hablar de “diseño de vestuario” cuando la mayoría del reparto iba ataviado con los uniformes propios de su profesión entre bambalinas, sin ningún detalle destacable o diferenciador. Es evidente que esta descontextualización espaciotemporal no solo no aporta nada sino que es un galimatías que entra en constante contradicción con el libreto de la última ópera mozartiana, por no mencionar lo alejada que está la propuesta de la idea original que, tal y como relata la catedrática de Musicología María Encina Cortizo en las notas al programa, debería responder escenográficamente “a los complejos montajes de las comedias de magia, con catorce cambios de escena”; nada de esto vimos en el Campoamor. Los sonoros pateos no se hicieron esperar en cuanto los responsables de la escena salieron a saludar.
En el terreno musical, la Oviedo Filarmonía realizó un buen trabajo bajo la dirección de su titular, Lucas Macías Navarro, tanto en la obertura como acompañando a los cantantes. Airam Hernández fue un Tamino solvente, pero fue Manel Esteve, como Papageno, quien destacó tanto en lo vocal como dramáticamente. Jaquelina Livieri muy bien en su papel de Pamina al igual que Sofía Esparza como Papagena y Reinhard Hagen fue un adecuado Sarastro, si bien se echó en falta un tempo más lento en su aria Oh Isis und Osiris. Serena Sáenz actuó con intención como La Reina de la Noche, una lástima que tuviera dificultad para afinar los agudos. El terceto de muchachos estuvo magnífico toda la noche mientras que al de Damas le costó empastar en sus primeras intervenciones. El resto del reparto estuvo a buen nivel, incluido el coro dirigido por Pablo Moras.
Nuria Blanco Álvarez
(Foto: Iván Martínez)
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