OVIEDO / ‘El gato montés’ pone fin a la temporada lírica más complicada

Oviedo. Teatro Campoamor. 24-VI-2021. XXVIII Festival de Teatro Lírico Español. Nicola Beller Carbone, Sandra Ferrández, Marina Pardo, Àngel Òdena, Gillen Munguía, Francisco Crespo, Fernando Campero. Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. Maestro de coro: Pablo Moras. Oviedo Filarmonía. Director musical: Lucas Macías. Director de escena: Raúl Vázquez. Penella: El gato montés.
El Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo pone fin a una de sus temporadas más complicadas habida cuenta la situación de pandemia que vivimos, pero que no ha sido óbice para que pudiera desarrollarse de forma completa, algo que muy pocas entidades pueden decir en estos tiempos. La obra elegida para el cierre de esta edición fue la ópera El gato montés de Manuel Penella, en una interesante visión del director de escena Raúl Vázquez, que debutaba así en la que ha sido su casa durante años, donde se ha formado en este ámbito.
Para una obra llena de tópicos españoles, Vázquez ha optado por un espacio no realista, teñido de carmesí, con una plataforma giratoria como centro del movimiento escénico, coronada por una inmensa cabeza de toro o por una espectacular cortina roja, según el momento de la acción. La versión orquestal fue una adaptación ad hoc realizada por Israel López Estelche para adecuar la orquestación a la reducida plantilla que los momentos obligan, aunque quizá no terminó de reflejar la riqueza y pasión de la partitura original, mientras que Lucas Macías, titular de la Oviedo Filarmonía, dirigió una versión de cierto atractivo, pero que adoleció en algunos momentos de falta de la garra e intensidad dramática que la obra requería. El momento más popular de la ópera, el archiconocido pasodoble, fue liquidado en un par de minutos a una velocidad vertiginosa y con una orquestación muy poco lucida que no permitió al público saborear una de las piezas más populares del repertorio español.
Àngel Òdena fue el triunfador de la noche, como un Gato Montés de altura, y excelente también el trabajo de Fernando Campero como Hormigón, con una voz realmente interesante. El tenor en ciernes Guillen Munguía, aún a falta de un mayor desparpajo escénico, afrontó con bastante entereza su papel de torero Rafael, con una voz de buena dicción que aún debe explotar en los agudos, que alcanza sin dificultad, pero sin epatar. Nicola Beller Carbone fue una Soleá correcta, al igual que la Gitana interpretada por Sandra Ferrández. Marina Pardo y Francisco Crespo dotaron de calidad a sus respectivos papeles de Frasquita y Padre Antón.
El Coro Capilla Polifónica estuvo a la altura a la que nos tiene acostumbrados, especialmente en los momentos internos detrás del escenario, y llenó la escena con su presencia en numerosas ocasiones junto a seis bailarines que desarrollaron una preciosa labor que hubiera estado redondeada con la participación de una pareja más para no quedarse cortos.
Nuria Blanco Álvarez