OVIEDO / De locura

Oviedo. Teatro Campoamor. 23-I-2020. Donizetti, Lucia di Lammermoor. Andrei Kymach, Jessica Pratt, Celso Albelo, Albert Casals, Simón Orfila, María José Suárez, Moisés Marín. Orquesta Oviedo Filarmonía. Director musical: Giacomo Sagripanti. Director de escena: Nicola Berloffa.
La ópera de Oviedo cierra su temporada con un buen sabor de boca gracias a Lucia de Lammermoor, una coproducción entre la entidad asturiana, el Teatro Colón de Buenos Aires y la Ópera de Tenerife, en la que Nicola Berloffa traslada la acción en el espacio y en el tiempo, a un lúgubre castillo escocés en la década de los años 40 del pasado siglo, transcurriendo toda la trama en diferentes interiores del edificio, sin jardines, bosques ni fuentes. Si bien la estética conseguida fue correcta, sin más, sí llamó la atención el efecto buscado en la famosa escena de la locura, en la que el escenario contribuyó a esa sensación de enajenación al girar constantemente hacia delante y atrás.
El reparto fue, en general, de calidad y bastante homogéneo. Jessica Pratt brilló en un personaje que conoce al dedillo, dando rienda suelta a todas sus destrezas vocales. Preciosos filados, fraseo elegante, ágil coloratura y un dramatismo encomiable, dotaron a su Lucia de un indudable magnetismo canoro y escénico. La dificilísima y amplia escena de la locura, momento cumbre del belcantismo, fue interpretada magníficamente, poniendo un broche de oro a su magnífica recreación de Lucia. Celso Albelo abordó un Edgardo con plenas facultades, luciendo la hermosa y potente voz a la que nos tiene acostumbrados en un personaje que le va como anillo al dedo. Su dominio técnico y formidables agudos hicieron las delicias del público, estando además muy expresivo en el aria Tombe degli avi miei con que concluye la ópera. En la misma línea podemos hablar del trabajo de Simón Orfila en el papel de Raimondo. Un artista muy querido en Oviedo -al igual que Albelo-, como así quedó patente en los sonoros aplausos que el público del Campoamor le regaló al final de la velada. De una voz redonda, segura y, sobre todo, de gran naturalidad, ofreció unas intervenciones vocales muy cuidadas, como en el aria Cedi, cedi.
Debutó en el Campoamor el barítono ucraniano Andrei Kymach, un joven artista que sorprendió como Enrico con su timbrada voz y presencia escénica. Mª José Suárez hizo una adecuada Alisa, sin embargo, no podemos decir lo mismo de Albert Casals como Arturo, muy rígido y estático en escena y con cierta tensión también en los agudos, y Moisés Marín algo falto de volumen en su rol de Normanno. El Coro de la Ópera estuvo a un buen nivel y la Oviedo Filarmonía acompañó con corrección bajo la batuta de Giacomo Sagripanti, quien logró una versión aseada.
Nuria Blanco Álvarez
(Foto: Opera de Oviedo)