Oskar Fried (1871-1941)
En una conocida fotografía tomada el 8 de marzo de 1928 en Nueva York con motivo de la fiesta de cumpleaños ofrecida a Ravel durante su única gira de conciertos por Estados Unidos puede verse al compositor al piano en medio de un pequeño grupo de admiradores en el que, a la derecha y algo cabizbajo, reconocemos a Gershwin. A la izquierda de todos ellos se encuentra un hombre maduro, de pelo blanco, tez bronceada y puro en diestra, cuyo aspecto haría pensar en un mecenas o empresario. Habría que retroceder casi un cuarto de siglo hasta otra instantánea fechada el 8 de noviembre de 1905 en Berlín donde apenas reconocemos a quien, con el rostro más afilado y bajo un pequeño retrato de Nikisch, mira tímidamente de frente al lado de un distraído Gustav Mahler.
El personaje común de ambas imágenes no es otro que Oskar Fried, cuya traqueteada biografía contiene no pocos elementos novelescos pero también importantes hitos. Berlinés de 1871, hijo de un comerciante judío venido a menos, Fried aprendió de niño a tocar el violín y la trompa. Siendo adolescente, la precaria economía familiar le obligó a trabajar como músico ambulante, adiestrador de perros, payaso y mozo de cuadra en un circo hasta que en 1889 consiguió una plaza de trompista en la Orquesta Palmgarten de Fráncfort. De allí pasó al Teatro de Ópera y a estudiar tres años con Humperdinck. Tras recibir los consejos de Hermann Levi en Múnich, regresó en 1898 a Berlín para estudiar contrapunto con Scharwenka.
Es en las postrimerías del siglo cuando, al tiempo que su nombre como director de orquesta empieza a conocerse, Fried inicia su andadura como compositor con varias colecciones de lieder, una Fantasía sobre motivos de “Hansel y Gretel”, en reconocimiento a su maestro, y una obra de título sorprendente: Verklärte Nacht (Noche transfigurada). Sí, en 1901 Fried llevaba al pentagrama el mismo poema de Richard Dehmel cuyos versos habían inspirado en 1899 a Schoenberg su sexteto de cuerda homónimo (estrenado en Viena en 1902 e inédito hasta que la editorial berlinesa Dreililien lo edite en 1905). A diferencia del músico vienés, Fried concibe un original e irresistible dúo para tenor, mezzosoprano y orquesta que respeta escrupulosamente las cinco estrofas del texto de Dehmel. Así, las voces de los protagonistas se entrelazan con voluptuosidad en las secuencias impares, mientras las pares se asignan a cada uno de ellos hasta desembocar en un vibrante himno final que recuerda irresistiblemente la conclusión del mahleriano Um Mitternacht (compuesto también en 1901).
De la noche a la mañana, el 15 de abril de 1904 Oskar Fried alcanza la celebridad con el estreno en Berlín —a cargo de la Filarmónica dirigida por Karl Muck— de Das Trunkne Lied, monumental partitura sinfónico-coral basada en el Zarathustra de Nietzsche, que comparte el poema final de La canción del noctámbulo con la Sinfonía nº 3 de Mahler (estrenada en 1902) y A Mass of Life de Delius (dada a conocer en 1909). En 1905 dirige la segunda interpretación en Berlín de la Segunda sinfonía de Mahler, con Klemperer al frente de la banda de metales y percusión situada fuera de escena. A partir de entonces Fried se convierte en incansable defensor de la música del bohemio, quien describirá a su colega como “personaje original y único”. En 1906 introduce su obra en Rusia, dirigiendo la Segunda en San Petersburgo; más tarde asume el estreno berlinés de Sexta y Octava y en 1924 realiza la primera grabación de una de sus sinfonías, la Segunda (toda una hazaña para la época).
La atribulada biografía del compositor,
profesor y musicólogo galitziano transcurrió en un tiempo doloroso y convulso
La imparable actividad de Fried como divulgador del repertorio contemporáneo —Strauss, Sibelius, Busoni (que le dedica su Nocturno sinfónico), Pfitzner, Delius, Scriabin, Holst, Schoenberg, Ravel, Stravinsky…— es tal que en 1913 decide poner fin a su efímera carrera compositiva. Y lo hace con un desolado opus ultimum: Die Auswanderer (Los emigrantes). Un melodrama —género entonces en boga al que contribuyeron Strauss, Schillings, Schoenberg o Schreker— basado en la traducción de Stefan Zweig de Los campos alucinados de Émile Verhaeren; un virulento texto de crítica social en el que el afamado poeta belga —recuérdese el sombrío libro de viajes España negra, ilustrado y traducido por su amigo Darío de Regoyos— denuncia la funesta emigración de poblaciones desarraigadas, procedentes de zonas rurales, hacia las grandes metrópolis tentaculares, deshumanizadas y “devoradoras de hombres”. Die Auswanderer es una composición pesimista, asfixiante y estremecedora, cuya vasta introducción establece una atmósfera desesperanzada a ritmo de marcha lenta que bebe directamente de los lieder ‘militares’ mahlerianos. Tilla Durieux, actriz colaboradora de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg que acostumbraba a recitar poemas de Verhaeren en los barrios obreros de Berlín, estrenó la obra, acompañada por la Filarmónica, el 3 de enero de 1913. La partitura manuscrita acompañó a Fried a Rusia y, tras su muerte, permaneció olvidada durante décadas en los archivos del KGB. A comienzos de siglo el musicólogo Christoph Flamm la encontró en un archivo de Moscú, lo que posibilitó su exhumación en 2007.
Y es que Fried, ante el temor de ser detenido por los nazis a causa de sus orígenes judíos y su ideología socialista, emigró en 1934 a la URSS, trabajando en Tiflis y en Moscú, donde murió en 1941, al poco de obtener la ciudadanía soviética. Aún no ha podido localizarse su tumba. ¶
Juan Manuel Viana
Verklärte Nacht. Die Auswanderer. Salome Kammer, Katharina Kammerloher, Stephan Rügamer. Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin. Director: Matthias Foremny. CAPRICCIO 5043 (1 CD)
1 comentarios para “Oskar Fried (1871-1941)”
<strong>… [Trackback]</strong>
[…] Information to that Topic: scherzo.es/oskar-fried-1871-1941/ […]
Los comentarios están cerrados.