NANTES / ‘Béatrice et Bénédict’ se traslada a Sicilia
Nantes. Teatro Graslin. 11-X-2023. Philippe Talbot, Marie-Adeline Henry, Marc Scoffoni, Olivia Doray, Marie Lenormand, Lionel Lhote. Coro d’Angers Nantes Opéra, Orquestra Nacional des Pays de la Loire. Dirección musical : Sascha Goetzel. Dirección de escena: Pierre-Emmanuel Rousseau. Berlioz : Béatrice et Bénédict.
Con su hora y cuarto de música, su acción teatral casi inexistente y unos diálogos que dejan poco espacio al desarrollo psicológico, Béatrice et Bénédict de Hector Berlioz no es fácil de poner en escena. Pierre-Emmanuel Rousseau, a quien Alain Surrans y Matthieu Rietzler confiaron esta coproducción entre la Ópera de Angers Nantes y la Ópera de Rennes, tuvo la buena idea de reescribir los textos hablados, redescubriendo un brío en el lenguaje que Berlioz había aguado (basándose en la obra de Shakespeare Mucho ruido y pocas nueces, de la que procede el libreto escrito por el propio Berlioz), devolviendo así un poco de carne a los personajes como esbozados por el compositor.
Trasladada por Pierre-Emmanuel Rousseau (que también diseña los decorados y el vestuario) a la Sicilia (mafiosa) de los años 80, la acción gana en vida y movimiento, con numerosas escenas de baile llenas de colorido y buen humor. Hay que reconocer que nos dejamos llevar por la libertad del tema y la fantasía de la puesta en escena, siempre inteligente y atenta, precisa en la dirección de actores, pero sin tomarse nunca demasiado en serio (con guiños a las telenovelas brasileñas de finales del siglo XX).
De espíritu desenfadado, esta obra requiere paradójicamente cualidades vocales casi heroicas de los tres papeles principales: el trío reunido aquí no se queda corto, aunque hay aspectos negativos en sus interpretaciones. Mientras Marie-Adeline Henry retrata a una Béatrice rabiosa y vengativa, con una voz amplia y opulenta que le permite aligerar su segunda aria, que requiere una amplitud similar a la de Dido, los agudos siguen siendo estridentes, rozando el grito. En el papel de Bénédict, Philippe Talbot tiene la dicción y la ligereza que convienen a su personaje, pero el formato sigue siendo reservado, sobre todo frente a la voz eruptiva de su colega. Por otro lado, no hay nada que reprochar a la Héro de la joven Olivia Doray, que interpreta su gran aria con una vocalización que tiene la chispa y el registro necesarios. También detalla finamente el sublime “dúo nocturno” con su colega Marie Lenormand (Ursule), cuyos soberbios colores tímbricos se funden idealmente con la voz de su compañera. Por su parte, Marc Scoffoni (Claudio) y Frédéric Caton (Don Pedro) demuestran toda la autoridad necesaria en sus intervenciones episódicas, mientras que Lionel Lhotel presta sus gloriosos medios al personaje de Somarone, revelando unas dotes cómicas que no sabíamos que tenía. Por último, el Coro de la Ópera de Angers Nantes (muy bien preparado por Xavier Ribes) parece apreciar la originalidad de la escritura corpulenta, poniendo de relieve su virtuosismo tanto como la solidez de cada uno de sus registros.
En el foso, bajo la batuta de su director musical Sascha Goetzel, la Orquesta Nacional de los Países del Loira traza con gran finura el perfil musical de este entretenimiento escrito con la punta de una aguja. Y el excelente director austriaco se desquita en los momentos más extáticos, cuando su dirección sobresale en el arte de equilibrar el sonido.
Emmanuel Andrieu
(foto: Bastien Capela)