NANCY / Fantástico descubrimiento en Francia de ‘Manru’, de Paderewski

Nancy. Ópera Nacional de Lorena. 9-V-2023. Janis Kelly, Gemma Summerfield, Thomas Blondelle, Gyula Nagy, Lucie Peyramaure, Tomasz Kumiega. Dirección escénica: Katharina Kastening. Dirección musical: Marta Gardolińska. Padereweski: Manru.
Espléndido redescubrimiento en la Ópera Nacional de Lorena, en Nancy, de Manru, de Ignacy Jan Paderewski. Es un drama lírico en tres actos, compuesto a partir de un libreto en alemán que respondía a un encargo de la Ópera Estatal de Dresde, donde se estrenó en 29 de mayo de 1901 bajo la dirección de Ernst von Schuch, que dirigió seis meses más tarde el estreno de Feuersnot, la primera de las cuatro óperas de Richard Strauss de cuyos estrenos se encargó, y a la que siguieron Salomé, Elektra y Der Rosenkavalier. El libreto de Anfred Nossig se inspira en el relato Una cabaña detrás de la aldea, de Józef Ignacy Kraszewski, y ese libreto lo traducirán inmediatamente al polaco el propio compositor y Stanislaw Rossowski para una producción en la Ópera de Lviv el 8 de junio de 1901. Ambas versiones disfrutaron de gran éxito en Europa del norte y central, al tiempo que una adaptación en inglés se estrenaba en el Metropolitan de Nueva York. A pesar de esta resonancia internacional al principio, la obra no volvió a representarse después de 1945 fuera de las fronteras polacas, hasta la década de 2020 con la realización escénica presentada en Nancy en coproducción con la Ópera de Halle. Referida a la incomprensión y la intolerancia, la intriga enfrenta a la comunidad sedentaria de la aldea con la nómada, gitana. A semejanza de Romeo y Julieta, el gitano Manru y la aldeana Ulana, con la que se casa en contra de la oposición de su madre, se aman, se desgarran, se separan, se vuelven a encontrar y terminan siendo víctimas de los odios y rivalidades de sus entornos, mas también del deseo de libertad que Manru no puede dominar frente a la necesidad sedentaria de Ulana.
Obra de fuerza desgarradora, con una orquesta llena de solos de cuerdas, maderas, címbalo, arpa, yunques y, sobre todo, dos extraordinarios solos del violín gitano que toca Jagu (prodigioso Artur Banaszkiewicz, violinista polaco), presenta impulsos precursores de Tiefland, de Eugen d’Albert, de La ciudad muerta de Korngold y de Der ferne Klang de Schreker, con una escritura vocal que bebe de Lohengrin y Tristán, de Wagner, y un finale digno de Carmen, de George Bizet…
El equipo reunido por la Ópera nacional de Lorena nos impresiona, con un solo punto débil, Hiladou Nombre en el papel bicéfalo de Jagu, cantante dotado de un amplio vibrato. A la cabeza del reparto, dos voces extraordinarias, el tenor heroico belga Thomas Blondelle en el papel titular, y la conmovedora Ulana de la soprano británica Gemma Summerfield.
Al lado de ambos, la soprano escocesa Janis Kelly, una madre de violencia impactante; el barítono húngaro Guyla Nagry en Urok, digno de un Yago; la soprano francesa Lucie Peyramaure en Asia, rival vigilante de Ulana; y el barítono polaco Tomasz Kumiega, cuyos celos provocan el fin trágico de la obra. El coro de la Ópera de Lorena, reforzado por las voces infantiles del Conservatorio regional de Nancy, y la Orquesta de la Ópera de Lorena, con toda su belleza, participan en el éxito impresionante de este producción mientras magnifican las incontables bellezas de esta partitura injustamente descuidada, todo bajo la dirección de Marta Gardolińska, directora musical de la Ópera de Nancy, así que está en su propia casa. La puesta en escena de Katharina Kastening, que se despliega por encima de un círculo que da vueltas y hace que se alternen aldea y cabaña, recuerda las escenografías de Wieland Wagner.
Bruno Serrou
(foto: Jean-Louis Fernandez)