Muere Pierre Lacotte, decano de los coreógrafos franceses

Ha muerto a los 91 años Pierre Lacotte, decano de los grandes coreógrafos franceses del siglo XX y eximio reconstructor de obras del periodo romántico, materia en la que fue un gran estudioso. Sus creaciones están en el repertorio de las más grandes compañías de ballet del mundo, como la Ópera de París, el Ballet Bolshoi de Moscú, el Teatro Mariinski de San Petersburgo o el Teatro alla Scala de Milán. En América trabajó en teatros y compañías de los Estados Unidos (ABT), Canadá, Argentina (Teatro Colón de Buenos Aires), y México.
Lacotte había nacido en Chateu-Yvelines el 4 de abril de 1932, y su deceso ha ocurrido en una clínica de Seyne-sur-Mer (al sur de Francia) por una septicemia tras la infección de una herida, según ha anunciado su viuda, la ex ballerina Ghislaine Thesmar, a quien estaba unido desde hacía más de medio siglo. Su carrera profesional arrancó en 1945, ostentando desde 1971 la denominación vitalicia de Maestro en la Ópera de París, donde había realizado algunas de sus más importantes creaciones. Su último gran empeño fue, en 2021, El Rojo y el Negro, proyecto en el que asumió, a pesar de su avanzada edad, la dirección y coreografía, la escenografía y el vestuario.
Lacotte inició sus estudios reglados de ballet en la Escuela de la Ópera de París en 1942 y en 1945 ya subió a la escena del Palais Garnier, graduándose en 1946 y pasando a ser bailarín de fila del cuerpo de baile, entroncando la ascensión de categoría hasta 1951, en que fue nombrado premiere danseur. La primera coreografía de Lacotte fue La nuit est une sorcière (1954, música de Sidney Bechet). Un año después, en 1955, funda su propia compañía, Les Ballets de la Tour Eiffel y después asume la dirección del Ballet de las Juventudes Musicales de Francia (1963-1970). Allí encuentra a Ghislaine Thesmar y a Michael Denard, comenzando a colaborar con la pareja de exquisitos bailarines. En 1985 asume la dirección de los Ballets de Montecarlo y en 1988 el Ballet de la Ópera de Verona, que en un momento dado alterna con el Ballet Nacional de Nancy (1991 a 1999).
El hito central de su carrera fue la reconstrucción en 1971 del ballet perdido La Sylphide, de Filippo Taglioni, destinado a la televisión en origen y que después pasa a los escenarios teatrales. Después trabajará en esa línea de evocación reconstructiva: Giselle (1978); Coppélia (1973); Marco Spada (1981, Ballet de la Ópera de Roma, estrenado por Rudolf Nureyev); La Vivandière (1979); Papillon (1976, París); Nathalie o La lechera suiza (1980, Ballet Clásico de Moscú, estrenado por Ekaterina Maximova); La Fille du Danube (1993), L’Ombre, La Gitana, Paquita, El lago de las hadas, La hija del faraón (2003, Bolshoi) y Ondina (2006, Mariinski).
Pierre Lacotte no se consideraba un purista, sino un estilista del ballet francés. Sus principales maestros fueron Gustave Ricaux (1884-1961), Carlotta Zambelli (1877-1968) y Lubov Egorova (1880-1972), aunque también recibió enseñanzas de Serge Lifar y Harald Lander, creando sobre sí mismo una línea de continuidad cultural que podía palparse en su trabajo con los bailarines. Lacotte ha permanecido activo hasta el final, y su vasto legado representa un verdadero monumento coréutico. Su impronta fue muy señalada en otros teatros donde trabajó, como La Fenice de Venecia o la Ópera de Estrasburgo; también reconstruyó solos míticos como La Cachucha y La Cracovianne. Al momento de fallecer, Lacotte estaba terminando de escribir un nuevo libro sobre sus experiencias con el repertorio del siglo XIX.
Roger Salas
[Fotografía: Pierre Lacotte retratado en París a mediados de los años 50 por Serge Lido.]