Muere Eva Coutaz, madre de Harmonia Mundi
Con motivo del fallecimiento de Eva Coutaz, el pasado martes a los 77 años, recupero la columna que publiqué en las páginas de la revista impresa, en julio-agosto de 2018, en conmemoración de los 60 años de Harmonia Mundi. Alemana de Düsseldorf, Coutaz se unió al sello francés, en 1971, después de trabajar como librera en Montpellier y como asesora cultural en Aix-en-Provence. Pronto se volvió indispensable y se casó con Bernard Coutaz, el fundador de Harmonia Mundi. Su labor durante más de treinta años al frente de la política de A&R del sello ha sido crucial. Fue responsable de su expansión internacional y creó la cadena de tiendas del sello discográfico en varios países.
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Detrás de cada sello independiente suele haber una buena historia: el carisma de su artífice, infinito tesón, algunas casualidades y una pizca de locura. Bernard Coutaz (1922-2010) fue capaz de combinarlo en algo que bautizó como “Harmonia Mundi”. Así, en latín. Había crecido como novicio en la Congregación Salesiana fascinado por el canto gregoriano. Pero sus juveniles coqueteos con el marxismo lo transformaron en periodista y novelista. Decidió montar su propia editorial, pero terminó creando un sello discográfico. Fue en 1958 y en pleno boom del LP.
Para Eva Coutaz, su antigua compañera y responsable de A&R durante más de tres décadas, el éxito de Bernard residía en su talento natural para rodearse de las personas adecuadas y darles plena confianza. Lo reconoce en el libreto de la primera de las dos cajas conmemorativas que acaba de publicar Harmonia Mundi para celebrar su 60 cumpleaños. Treinta y cuadro CD que resumen toda la historia del sello. Pero que vienen acompañados por dos reveladoras conversaciones, a modo de cicerones, transcritas en sus respectivos libretos: una con Eva Coutaz, que nos guía por sus tres primeras décadas (1958-1988), denominada “época de revoluciones”, y otra con Christian Girardin, actual director de producción como división clásica de PIAS, donde aborda los últimos treinta años (1988-2018) bajo el epígrafe: “El espíritu de familia”.
Aunque el sello arrancó con un registro de cantos de la liturgia eslava, Coutaz lo puso en marcha con una serie de grabaciones de órganos históricos de Europa. Contó con el especialista Pierre Rochas e intérpretes como Francis Chapelet, Michel Chapuis y René Saorgin. Y la estampa de Coutaz con su equipo de grabación dentro de un Citroën 2CV, en busca de instrumentos históricos, terminó siendo legendaria.
El nuevo sello alcanzó verdadera relevancia internacional con la incorporación del contratenor Alfred Deller, en 1968. Un fichaje, como resultado de un divertido malentendido, que terminó en el inicio de una fructífera colaboración, tras una inolvidable velada de vino, pan, queso y huevos. Deller grabó con su grupo el primer bestseller del sello: King Arthur, de Purcell, en 1978.
Tras Deller comenzó a tejerse una tupida red de relaciones, conexiones y tradiciones que desembocó en ese espíritu de familia al que alude Girardin. René Jacobs aterrizó en Harmonia Mundi durante las academias veraniegas que organizaban Deller y Coutaz en Lacoste. Su primer disco como contratenor contó con William Christie el clave y Konrad Junghänel al laud. Y ambos terminaron añadiendo sus respectivos grupos: Les Arts Florissants y Cantus Cöll. Dominique Visse, otro discípulo de Deller y Jacobs, sumó la Ensemble Clément Janequin. Y la tradición de contratenores ha seguido con Andreas Scholl y Bejun Mehta.
Jacobs introdujo además a Philippe Herreweghe. De su labor como director surgió una vinculación con la Freiburger Barockorchester, que también ha grabado con Pablo Heras-Casado. Una tradición que continúa con Les Siècles y François-Xavier Roth. Pero hoy Harmonia Mundi también incluye a grandes liederistas (Matthias Goerne y Mark Padmore), los solistas más interesantes (Isabelle Faust, Jean-Guihen Queyras y Alexander Melnikov, pero también Javier Perianes) o los principales conjuntos de cámara (Trio Wanderer y Jerusalem Quartet, e incluso el Cuarteto Casals). Una lista casi infinita.
Dentro del proceloso mar que es la discografía, Harmonia Mundi quizá sea una de sus mejores creaciones. Ya Lorca lo dejó bien claro en su poema Mar : “La estrella Venus es / la armonía del mundo”.