Muere a los 29 años la bailarina Michaela DePrince
La bailarina Michaela DePrince murió ayer, 13 de septiembre, a los 29 años tras conseguir una importante reputación profesional y fama mundial con su danza y su historia, que plasmó en un libro. Michaela, que padecía de vitíligo, fue todo un ejemplo de superación, coraje y creencia en el arte de la danza y en la vida.
Nacida en Sierra Leona en 1995, creció en orfanatos y después de una infancia traumática, fue adoptada y nacionalizada estadounidense. Cumplió su principal sueño, ser bailarina de ballet, debutó profesionalmente en 2012 con el ‘pas de deux’ de El Corsario como invitada del Joburg Ballet Theatre en Johannesburgo (Sudáfrica) y bailó en el Dance Theatre of Harlem y en el HET National Ballet de Holanda; además, apareció en el vídeo Lemonade de Beyoncé en 2016 y Madonna anunció en 2018 que adquiría los derechos sobre el libro de Michaela y que dirigiría ella misma para la compañía MGM el biopic.
Ya en Estados Unidos, y estudiando ballet gracias a una beca, Michaela sufrió algún que otro insulto y manifestaciones de racismo; a la edad de ocho años, le dijeron que no podía interpretar a Marie en el ballet Cascanueces de Chaikovski porque América no estaba lista para una bailarina negra. Un año más tarde, un profesor le dijo a su madre que no valía la pena invertir dinero en bailarines negros.
En 2021, Michaela volvió a Estados Unidos contratada por el Boston Ballet, ya con categoría principal. Ese mismo año, DePrince protagonizó su último trabajo europeo: un filme experimental holandés inspirado en el ballet clásico Coppélia, estrenado en 2022, y donde participaban Vito Mazzeo, Irek Mujamedov, Darcey Busell e Igone de Jongh, coreografiado por Ted Brandsen y la dirección cinematográfica de Jeff Tudor, Steven De Beul y Ben Tesseur. Ni el comunicado familiar hecho a través de redes sociales ni otras noticias aparecidas en medios globales explican las razones del repentino y prematuro fallecimiento de esta admirada artista.
Roger Salas