MILÁN / Una cuidada y elegante ‘Thaïs’ en la Scala
Milán. Teatro alla Scala 10-II-2022 Massenet, Thaïs. Marina Rebeka, Lucas Meachem, Giovanni Sala, Caterina Sala, Anna-Doris Capitelli. Director musical: Lorenzo Viotti. Director de escena: Olivier Py.
Aunque no sea tan infrecuente en Italia (las últimas representaciones tuvieron lugar en Venecia, en 2002, y Turín, en 2009), Thaïs de Massenet sólo se había representado una vez en la Scala hasta la fecha, hace ochenta años. Ha vuelto al coliseo milanés bajo la batuta del joven Lorenzo Viotti (hijo de Marcello Viotti, que tan excelentemente la dirigió en Venecia en 2002), con un buen reparto vocal y una sugerente puesta en escena (la primera de Olivier Py para un teatro de ópera italiano). La ópera, compuesta entre 1892-94 y revisada en 1898, muestra todo tipo de sutilezas y, en los mejores momentos, unos preciosos y ligeros efectos en su escritura orquestal. Cuenta con ilustrativa eficacia la historia de una Magdalena redimida y del monje Athanael, que es quien la redime, dándose cuenta demasiado tarde de que ella no quiere renunciar a los placeres de la carne. La ironía y la complejidad de la novela de Anatole France están muy alejadas de la forma en que son presentada por Massenet, pues Thaïs no es ni tan pecadora ni tan redimida como hace ver su papel.
En cualquier caso, la cuidada y elegante dirección de Lorenzo Viotti pone de manifiesto las mejores cualidades de este título massenetiano. En cuanto a la protagonista, Marina Rebeka, quizá le falte un poco de encanto sensual, pero canta muy bien y con una seguridad impecable. El barítono Lucas Meachem, llamado a sustituir a Ludovic Téziers a última hora, tuvo también una excelente actuación. Giovanni Sala cumplió con creces en su papel de Nicias, al igual que todos los comprimarios, empezando por Caterina Sala y Anna-Doris Capitelli. La dirección de Olivier Py estuvo plena de imaginación, si bien fue bastante comedida, utilizando la desnudez para evocar el mundo del ‘pecado’ y estilizando el mundo de la fe no sin cierta ironía.
Paolo Petazzi
(Foto: Marco Brescia & Rudy Amisano)