Mestres Quadreny en la vanguardia catalana
A dos meses exactos de cumplir los noventa y dos años nos ha dejado el manresano Josep María Mestres-Quadreny, uno de los iconos de la vanguardia catalana. Miembro catalán de la Generación del 51, junto a autores como Joan Guinjoan o Xavier Benguerel, no solo fue un compositor importante, sino que representó las ideas de la vanguardia de los años sesenta y siguientes en Cataluña como en pintura lo hiciera Antoni Tàpies o en literatura Joan Brossa, artistas con los que, por cierto, colaboró ampliamente. La composición la estudió con Cristóbal Taltabull, una constante entre los autores de su generación, y también cursó Ciencia Químicas, campo en el que trabajó en sus primeros años de vida laboral antes de concentrarse solamente en la música.
Mestres-Quadreny militó inicialmente en un serialismo que se abría hacia las estructuras aleatorias desde la temprana Sonata para piano (1957) o las hermosas Cançon de Bressol (1959) hasta la serie de Invenciones móviles.(1961) A partir de Tramesa a Tàpies (1962) inicia un interesante lenguaje personal que recaló en muy diversos objetivos; indaga así en la recurrencia del tiempo con música grabada y vuelta a reproducir con la interpretada en vivo, en piezas tan tempranamente experimentales como los Tres cánones en homenaje a Galileo (1965). Abordó el nuevo teatro musical en obras como Suite bufa (1966) o L´armari en el Mar (1978) y fue uno de los primeros españoles, dese luego el primer catalán, que aplicó los ordenadores a la composición a partir de Ibemia (1969). La serie de conciertos englobados en L´estro aleatorio (1975-1978), que son seis, entre ellos uno para máquina de escribir y orquesta, muestran muy bien sus relaciones con las formas variables. Más tarde incluso realizó una lectura muy personal del minimalismo en obras como en la Sinfonía en mi bemol (1983) o la Sinfonía en fa (1992). Y son bastante conocidos sus experimentos visuales con textos, así como la relación que estos o la pintura tienen con el nacimiento de ideas sonoras. Su obra experimental mereció un excelente estudio reciente de la musicóloga Marta Cureses, uno de los pocos buenos ensayos que ha recibido el maestro catalán.
Antoni Tàpies, Maria Lluïsa Borràs, Josep Maria Mestres Quadreny y Joan Brossa
Mestres fue presidente de la Asociación Catalana de Compositores y también de la Fundación Joan Brossa, y se ocupó de muchas instituciones musicales, plásticas y literarias de Cataluña. Su influencia en varias generaciones de compositores fue evidente y, aunque su importancia nunca fue cuestionada, se podría decir que no todas las instituciones de su tierra se portaron siempre generosamente con él. Su ópera en un acto El Ganxo, con libreto de Joan Brossa, compuesta en 1959, no consiguió subir a escena hasta 2006, casi medio siglo después… y solo en el foyer del Gran Teatro del Liceo.
Para Mestres-Quadreny, el sonido, y por consiguiente la música, no era tanto un vehículo de comunicación emocional como un campo de experimentación intelectual que estimulaba el conocimiento y la búsqueda humana. Fue un importante intelectual pero también un compositor de referencia. ¶
Tomás Marco