Marta Sánchez y Berta Moreno, dos jazzistas neoyorquinas de Madrid
“Para cualquier músico de jazz, Nueva York es como la Meca: debes ir en algún momento de tu vida”. Esta reflexión, compartida por prácticamente toda la comunidad jazzística planetaria, se ve ampliamente satisfecha y superada en el caso de dos jazzistas que vienen siendo protagonistas en la Gran Manzana: la pianista Marta Sánchez y la saxofonista tenor Berta Moreno, ambas de Madrid. Estas dos amazonas de nuestro jazz están haciendo de su particular diáspora un modelo de éxito basado en el talento, claro está, pero también en su capacidad de mantener y defender su personalidad musical en una ciudad considerada por todos como la inequívoca gran capital mundial del jazz.
La primera no ha dejado de apostar por una formulación jazzística altamente contemporánea, espoleada desde distintas perspectivas conceptuales y estéticas, y ha alcanzado una rara mezcla y armonía de jazz europeo y estadounidense. La segunda, por su parte, muestra una querencia por las esencias más enraizadas del propio género de jazz, con evidentes alusiones al lenguaje torrencial del bebop, pero sin olvidarse de su huella afroamericana, caso de su último disco, Tumaini. Del mismo modo, la pianista también acaba de presentar en uno de sus clubes favoritos, The Jazz Gallery, su último trabajo, SAAM (Spanish American Art Museum), pergeñado con esas claves musicales que la sitúan mas cerca la llamada ‘tercera corriente’.
Uno se lleva una vida entera para ser alguien, y vida y media para que te reconozcan. Esta realidad en Nueva York se multiplica por dos, y por eso tiene mucho mérito el recibir el aplauso de esta ciudad que es un continente en sí misma. Marta Sánchez aterrizó en Nueva York en 2011, con una beca Fulbright bajo el brazo para ampliar estudios en la Universidad de Nueva York (MM). Allí, como aquí, la chica pronto acaparó la atención de la gran familia jazzística neoyorquina, siendo nombrada ‘artista promesa’ por Jeff Levenson de Warner Bros. Aun así, esta gata madrileña continuó a lo suyo, tocando y tocando, estudiando, y volviendo a tocar y tocar; como a la antigua usanza, vaya, anteponiendo la música a cualquier éxito personal. Y efectivamente, casi sin quererlo, llegaron las actuaciones y giras por Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, presentándose en festivales tan influyentes como el North Sea Jazz Festival, Eurojazz en México o el Festival de Jazz Vitoria.
La chica cuenta ya otros seis discos en catálogo, Lunas, soles y elefantes, La espiral amarilla, Partenika, Danza Imposible, Rayo de luz y Unchanged, al que ahora se suma un nuevo registro pergeñado con sólidos colaboradores: los saxofonistas Alex Lore (alto) y Román Filiú (tenor); el contrabajista Rashaan Carter, y el baterista Allan Mednard. E invitados de lujo, como el trompetista Ambrose Akinmusire (con el que también acostumbra a realizar dúos), al teclista Charlotte Greve y la cantante y guitarrista Camila Meza; el New York Times ya se ha rendido a los pies de este emocionante SAAM.
Tumaini —“esperanza”, en suajili—, es por su parte el segundo álbum como líder de Berta Moreno, tras su ópera prima Little Steps, premiada con una Medalla de Oro en los Global Music Awards en la categoría de Mejor Álbum de Jazz (también fue nominado en los Independent Music Awards). El nuevo registro surge como consecuencia de su viaje a Kenia en 2016, como parte de un proyecto musical solidario para el centro Little Ray of Hope de Kawangware. En el proyecto colaboran Franco Pinna a la percusión, Raphaël Pannier, a la batería, Maksim Perepelica, al bajo, Manuel Valera, al teclado y piano, y la portuguesa Alana Sinkëy poniéndole voz a todo. “El estilo del disco es muy diferente al anterior, Little Steps; creo que me he entregado a un trabajo profundo como compositora para encontrar una narrativa musical fiel a la historia y eso me ha llevado a manejar muchos conceptos y géneros”, asegura.
Las dos jazzistas acostumbran a reservarse en agenda visitas a su Madrid natal, participando en estos años en su festival de jazz. Pero hoy por hoy son auténticas neoyorquinas de adopción, pues ya nos lo confesaba Marta Sánchez recientemente: “Allí la escena es increíble, realmente inspiradora. Hay miles de músicos con una calidad increíble. Cada día puedes ir a escuchar conciertos de primera calidad, tocar con músicos diferentes, estar en contacto con tus jazzistas preferidos, seguirles, aprender”. En el caso de Berta Moreno los primeros años en la gran urbe fueron complicados, por la intensa competitividad, pero supo concentrarse en su propia música, que al final es lo que ha acabado abriéndole todas las puertas de la ciudad.
En ambos casos la actitud ha sido y es la misma: aprender y tocar, crecer y tocar; y luego volver a aprender, crecer y tocar. Y sin buscar atajos, siempre con la honestidad musical por delante. ¶
Pablo Sanz
[Foro de Marta Sánchez: Kimberly M. Wang]
(Artículo publicado en el nº 384 de SCHERZO, de mayo de 2022)