MADRID / Sonya Yoncheva canta a Italia
Madrid. Teatro Real. 7-VII-2019. Sonya Yoncheva, soprano. Antoine Palloc, piano. Canciones de Verdi, Leoncavallo, Ruta, Tosti, Martucci, Tirindelli y Puccini.
Para su regreso madrileño (había cantado antes Juliette en concierto, junto al Roméo de Roberto Alagna), la cantante búlgara Sonya Yoncheva, hoy en la cima de su carrera (y, para la crónica social, en avanzado estado gestación) ha ofrecido en el Teatro Real un recital un tanto ajeno a su principal actividad, que es la de defender heroínas operísticas de muy diverso calibre, pues se siente capaz de compatibilizar las verdianas Desdemona y Violetta Valéry, la Medée francesa de Cherubini con la verista Stephana de la Siberia de Giordano o la etérea Iris mascagniana, Tosca con Mimì, o Norma con Imogene (que cantará en la próxima temporada del Real). El programa, de Verdi a Puccini, fue un vehículo capaz de poner en claro la importancia de sus medios, por volumen y colorido, y la desenvoltura interpretativa que, de hecho, quedó mejor reflejada en las cuatro propinas operísticas, cual Mimì, la Carmen de la habanera, Lauretta del socorrido O mi babino caro y la Manon más íntima de su Adieu notre petite table. En la primera parte, en seis romanze verdianas, sacó el mejor juego por la variedad expuesta en las diversas repeticiones del tema central en Perduta ho la pace pero, sobre todo en L’esule, tratándose esta de una pequeña aria operística con su recitato, arietta y remate en plan cabalettistico. Más afinidad en general tuvo la cantante con lo propuesto en la parte segunda, tanto con las canciones de Leoncavallo o Martucci como con la encantadora y bien expresiva en su corto desarrollo Voglio morir con te de la compositora napolitana Gilda Ruta. En la popularísima Ideale de Tosti realizó una lectura modélica por la profundidad y sensibilidad del concepto y su consecutiva traducción. Con los cuatro Puccini del remate oficial del programa demostró la especial inclinación hacia el mundo melódico del luqués, en especial con Sole e amore que, como es sabido, comparte compases con el tercer acto de Bohème, ella que, como demostró en los encores, es una emocionante Mimì. Un recital que en principio parecía de rutina y que, gracias al carisma de la cantante, se convirtió en una muy disfrutable velada contando para ello con la certera colaboración de Antoine Palloc, siempre atento acompañante y distinguiéndose en solitario en los escasos momentos en que tuvo oportunidad de hacerlo.
Fernando Fraga
[Foto: Javier del Real / Teatro Real]