MADRID / ‘Winterreise’: se hace camino al morir
Madrid. Fundación Juan March. 25-X-23. Ciclo Imágenes del Romanticismo. Samuel Hasselhorn, barítono. Malcolm Martineau, piano. Schubert: Winterreise.
El Winterreise es el gran ciclo de los “enamorados errantes”, esos que experimentan un amor tan poderoso que, al ser rechazados, se van camino de la muerte. Nathalie Stutzmann, en una muy lejana entrevista, me señalaba que eso se daba en el Romanticismo alemán, que en Francia “nos lo tomamos de otro modo”. Lo cierto es que el caminante de ese Schubert que está a punto de morir va camino de la muerte. La encuentra en un personaje que es signo, en un musicastro de zanfoña, un mendigo expuesto al frío y del que nadie se apiada. Si ha sido un camino hacia la muerte, también lo es a la degradación. Luis Suñén, en su último poemario (Que nunca ha de tornar, Ed. Trotta, 2023), glosa este ciclo, y cuando llega a ese final que es más escalofriante que patético, canta así: Un dedo helado / Señala tu fracaso y tu futuro. / Te irás con ese que resbala, / Descalzo sobre el hielo, / Que pide y no le dan. / Te dejarán cantar con él / Tu triste historia / Y no morirás, aunque parezca que sí. No ha muerto la memoria de este ciclo, aunque se desdeñe hoy la memoria de su poeta, Wilhelm Müller, más recordado por Schubert que por sus textos, porque lo mismo que en ópera, en Lied lo que da sentido al drama es la música. Y lo inmortal, hasta que las memorias se extingan, lo aporta Schubert. El héroe muere, imaginamos; pero en rigor no, lo sabemos.
Para revivir de nuevo este itinerario de amor, desesperación y viaje hacia la muerte, la Fundación Juan March nos citaba ayer, dentro de su ciclo Imágenes del Romanticismo, para una de las sesiones importantes de la temporada. Samuel Hasselhorn, joven barítono de voz clara, se enfrentaba a esta hora y cuarto de intensidad bien conocida y que siempre logra sorprendernos. Nos sorprendió Hasselhorn ayer, porque en lo diáfano de su color planteaba un viajero joven, tal como debió de concebirlo Müller, y sin duda Schubert, con muchas menos sombras de lo que se acostumbra, y que conste que hoy día ya hemos oído y visto todo tipo de planteamientos para el Winterreise (incluidas voces femeninas, al menos, si no antes, desde que lo cantó Brigitte Fassbaender hace más de tres décadas). Cada cantante plantea un Winterreise con su propio matiz, y el matiz proviene no solo del planteamiento dramático (que tiene estrictas ordenanzas: la partitura) sino del timbre y lo que podríamos llamar la administración de las gamas dinámicas, por mucho que estén en la partitura misma, porque esas gamas precisan de la parte teatral, de actor, y el actor se nutre de las vivencias del individuo. Mas si esto es una progresión (un naufragio en veinticuatro breves capítulos o paradas del viaje) hay algo que la partitura no puede prever. No puede prever que una voz plenamente liederística como la de Hasselhorn, que también es operística (Figaro, Don Giovanni, Pelléas), plantee un personaje joven pero también embebido en el instinto de muerte. Es de esas veces (y he vivido varias) en que querrías volver a escuchar al cantante a fin de detectar momentos culminantes, detenciones más decisivas que otras, qué sé yo, en Lieder de la importancia del inicial, Gute Nacht, o Der LIndenbau, Einsamkeit, Die Nebensonnen, pero te das cuenta de que Hasselhorn ha seguido ese viaje como lo que es, un itinerario en el que hay una progresión hacia abajo (no es mejora, claro está), y que sus puntos álgidos no eran sino los que Schubert marcó, puesto que el viaje, con ser claramente imagen del hundimiento, tiene altibajos sonoros que, sin embargo, nunca desmienten el rigor del camino. Así, Hasselhorn era un joven camino de la muerte por falta de amor, y su voz templada nos sugería el matiz de la muerte de un joven, con voluntad de fin, por mucho que se manejen palabras como Destino o hundimiento. Malcolm Martineau acompañaba con complicidad y acierto este recital en el que Hasselhorn nos mantuvo en vilo. Creo que se podrá ver, o al menos oír, este recital extraordinario. Sé que se pueden descargar en la página de la Fundación Juan March el programa íntegro del ciclo Imágenes del Romanticismo, con excelente escritos del compositor Benet Casablancas.
Santiago Martín Bermúdez
(foto: Dolores Iglesias / Archivo Fundación Juan March)