MADRID / Vox Luminis y la luminosa oscuridad
Madrid. Auditorio Nacional de Música. 7-III-2021. Ciclo Universo Barroco. Vox Luminis. Freiburger Barock Consort. Bajo y director: Lionel Meunier. Obras de Biber, Bernhard y Steffani.
El sensacional conjunto vocal belga Vox Luminis, acompañado por uno de sus habituales, el Freiburger Barock Consort, trajo anoche un programa no solo de enorme belleza y hondura, sino también de absoluta coherencia. Las tres composiciones en escena nos hablan de la muerte, pero con una visión por completo alejada del concepto tremendista al que la mitología romántica nos tiene acostumbrados. En el período barroco la muerte, sin perder sus connotaciones desoladoras, se contemplaba también, desde una visión profundamente imbuida de religiosidad, como una liberación del dolor terrenal y un tránsito hacia la vida eterna, algo que el melómano conoce bien merced a las cantatas y motetes fúnebres de J.S. Bach.
En esta ocasión escuchamos la respuesta musical a la muerte desde el mundo católico y el protestante. El primero a través del Requiem en Fa menor de Biber y el Stabat Mater de Steffani; el segundo mediante el motete funerario Herr, nun lässest du deinen Diener de Bernhard. En su misa de difuntos Biber se alejó de la pompa y magnificencia a la que asociamos su música sacra (su otro réquiem, en fa mayor, es una inmensa composición policoral llena de trompetas y timbales) y se centró en una concepción de cierta modestia de medios —cuerdas, trombones y un fagot, amén de un coro a cinco voces—, aunque muy variada en sus recursos musicales, que traduce con enorme afectividad el tremendo texto. Steffani, por su parte, en su último año de vida parió su composición más célebre. También limitada en medios —cuerdas y coro a seis voces— la variedad en la composición resulta igualmente asombrosa. La obra de Bernhard, finalmente, comparte con las otras dos esa luminosidad crepuscular y ese afecto de dulce dolor, mediante el empleo de cuerda, cornetas y trombones, un bajón y un coro a cinco voces.
Vox Luminis resultó ser el intérprete idóneo para esta música. Limitado a dos cantantes por parte —un concertista y un ripienista— sus voces increíblemente empastadas (no obstante sus manifiestas personalidades) y muy bellamente coloreadas dieron una lección de musicalidad, reflejando esa luz apagada y sombreada que destilan los pentagramas. Afortunadamente sus intervenciones se hicieron sin mascarilla, lo que permitió apreciar su extraordinaria proyección (a pesar de lo limitado de los efectivos, llenaron el enorme espacio de la Sala Sinfónica). Las lecturas estuvieron cuidadas hasta su menor detalle, pero con auténtica energía en los momentos menos contemplativos, como el Dies irae en Biber o el Pro peccatis suae gentis en Steffani.
Excelente, como siempre lo es, el Freibuerger Barock Consort, cuyos miembros pertenecen a la Freiburger Barockorchester, aunque —cosas del presupuesto, imagino— hicieron trampa con la instrumentación, al prescindir del fagot en Biber y del bajón, las cornetas y una tercera viola da braccio, en Bernhard.
Un concierto, en suma, precioso, ante el que público respondió con merecidísimo entusiasmo, no obstante tratarse de una música no creada para el aplauso fácil, lo que demuestra que el asistente a este ciclo está alcanzando verdadera madurez.
(Foto: Elvira Megías)
Javier Sarría Pueyo