MADRID / Viva el nervio

Madrid. Auditorio Nacional. 28-I-2020. Ciclo La Filarmónica. Fumiaki Miura, violín. Orquesta Sinfónica de la Radio de Fráncfort. Dir.: Andrés Orozco-Estrada. Obras de Mussorgski, Chaikovski y Strauss.
Tenía el mayor atractivo a priori la convocatoria del siempre interesante ciclo La Filarmónica, por cuanto nos visitaba una sobresaliente formación germana, la Sinfónica de la Radio de Fráncfort, bajo la batuta de su actual titular, el colombiano Andrés Orozco-Estrada. Había también interés por escuchar al japonés Fumiaki Miura, cuya carrera ha venido tutelando Pinchas Zukerman. Este joven violinista (Tokio, 1993) mostró, con su Stradivarius en préstamo de una fundación japonesa, unos medios técnicos excelentes en su acercamiento al Concierto para violín y orquesta de Chaikovski. El sonido es bonito y cuidado, el arco ágil y preciso, con impecable ejecución de los pasajes en dobles y triples cuerdas, muy segura la afinación y de envidiable claridad la articulación. La profundidad y variedad de la interpretación debe ganar, como es lógico, con el tiempo, y a buen seguro que, con la continuidad de un buen trabajo, lo hará.
Es bien sabido que el peligro de estos jóvenes es, a menudo, que crean que todo el camino está ya andado con el dominio de los recursos técnicos, cuando en realidad, tal dominio es solo el principio de un trabajo mucho más complejo: el de extraer todo lo que hay tras las notas. De lo que puede llegar a conseguir este joven dio buena muestra una cadencia de impecable factura y concepción y un tercer tiempo de vibrante energía e impulso. Obviamente, la efusión expresiva de la Canzonetta central debe ahondar en su riqueza lírica, pero, insisto, eso es cuestión de tiempo, trabajo y vivencias, elementos todos ellos necesarios para que la interpretación, como el propio artista, crezca. Creo, en este sentido, que a un joven de 27 años hay que darle tiempo y oportunidad a que ese crecimiento se produzca, cuando la materia es, como en este caso, de calidad.
Quien esto firma cree, además, que una moderación en el empleo del vibrato ayudaría a la variedad expresiva y de color. El vibrato de Miura es bueno y no descuadra por su amplitud la exactitud de la entonación, pero su profusión puede resultar excesiva (en el primer tiempo, a menudo, vibraba prácticamente todas las corcheas). En conjunto, muy buena impresión del joven japonés, que respondió a las ovaciones regalando una correcta, más bien sobria, lectura del Andante de la segunda sonata para violín solo BWV 1003 de J.S. Bach. La orquesta de Fráncfort, sobre todo desde los tiempos de ese gran director que es Eliahu Inbal, se encuentra en un lugar sin duda bien alto entre las formaciones alemanas más importantes. Aun sin alcanzar lo excelso de la Filarmónica de Berlín, la Staatskapelle de Dresde o la Gewandhaus de Leipzig, bien puede decirse que no anda muy lejos de la calidad de esta última y tiene bien poco que envidiarle, al menos tras escuchar a ambas en vivo en el último año, a la Filarmónica de Munich. Los de Fráncfort han tenido además el privilegio de contar, tras Inbal, con el sabio liderazgo de Paavo Järvi, y ahora, el de Orozco-Estrada.
El joven colombiano (Medellín, 1977), formado en Viena, ha desarrollado un interesantísimo trabajo con esa orquesta, y los interesados pueden bucear bastantes conciertos disponibles en Youtube en videos de alta calidad visual y sonora (al fin y al cabo, hablamos de una orquesta de base radiofónica). Tras haber seguido en los últimos tiempos el trabajo de Orozco-Estrada, no extraña en absoluto su elección para dirigir, inicialmente durante cinco años, la Sinfónica de Viena a partir de 2021. Tampoco extrañó, ya desde la obra que abría el concierto (Una noche en el monte pelado de Mussorgski), apreciar las virtudes de la orquesta alemana: cuerda perfectamente empastada, ágil y de bello sonido, metales rotundos pero no estridentes y madera de formidable calidad en todos sus solistas.
Aunque he leído que en algún otro concierto de la gira se refieren a la interpretación de la obra en la versión original de Mussorgski, lo que ayer escuchamos en el auditorio madrileño fue el más habitual y bien conocido arreglo de Rimski, como pude comprobar partitura en mano. Lo que no deja de ser una lástima, porque la versión original (como ocurriría en otras partituras, desde el Boris Godunov a la Khovantschina) destaca sin concesiones una crudeza especial en una música que tiene mucho de ominoso. Pudimos apreciar también, ya de entrada, las virtudes que Orozco-Estrada derrocharía a lo largo y ancho de la velada. Dirección minuciosa, atenta, cuidadísima en los detalles, y dotada de una especial vibración interna, siempre expresada con mando firme y de absoluta claridad, con un lenguaje corporal en el que nada, incluida la mirada y el gesto facial, sobra. El colombiano dota a sus interpretaciones de una energía y vitalidad contagiosas, y ejerce un liderazgo natural que impregna inmediatamente a sus músicos. Similares virtudes estuvieron presentes en el atentísimo y también vibrante acompañamiento brindado a Miura, pero sobre todo en las dos obras de Richard Strauss que componían la segunda parte del programa.
El Don Juan de Strauss es una partitura endemoniada, que se utiliza por ello como prueba de fuego a menudo en las audiciones para orquestas, con los violinistas sufriendo lo suyo ya desde el inicio. Orozco-Estrada ofreció una interpretación apasionada, vibrante, contrastada, de cuidado excepcional en las inflexiones y de una pasmosa claridad en la exposición. El nervio contagioso del colombiano impregna el carácter y contagia a orquesta y oyentes, pero nunca deja que tal impulso emborrone el discurso, siempre fluido y claro. Hubo de todo en este Don Juan: brillantez, impulso irresistible y urgente, efusión lírica, delicadeza, pura belleza de sonido, seducción y contundencia. De esas interpretaciones que a uno le ponen en el borde de la silla de principio a fin, pero sin perder nunca una cuadrada precisión y una ejecución sencillamente formidable. Desde el concertino a los diversos solistas de viento (oboe, flauta, clarinete, trompas), todos lucieron un excepcional nivel.
Y si pareció magnífico el Don Juan, no le anduvo a la zaga la soberbia traducción de la Suite de El Caballero de la Rosa. Una interpretación en la que, de nuevo, hubo de todo: apasionamiento, serena y lírica recreación, sonriente humor y exquisito dibujo de todo lo que huele a danza (que en esta partitura es mucho), empezando por el conocido y bellísimo vals, que, como acabamos de escuchar el primer día de este año, toma su motivo principal del vals Dinamos de Josef Strauss, ofrecido por Nelsons con la Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo. Sensacional recreación de esta hermosa partitura por parte de la orquesta alemana, a la que el colombiano condujo con tanta precisión como entusiasmo. El éxito fue justamente apoteósico, pero la temperatura aún había de subir. Orozco-Estrada, al que alguien haría muy bien en considerar para dirigir a no mucho tardar el evento vienés que abre el año, ofreció una trepidante y festiva versión de Ohne Sorgen (sin preocupaciones), polka rápida Op 271 de Josef Strauss, en la que, como había hecho hace no mucho al frente de la Filarmónica de Viena en los Proms londinenses de 2019, dirigió con humor y clarísimo gesto, las palmas del público (en el mejor estilo Marcha Radetzki), que participó entusiasmado del festín.
En resumen, Orozco-Estrada confirmó que es una de las mejores batutas de su generación. Magnífico maestro y gran artista, lideró un concierto excepcional, de esos que uno recuerda en el tiempo. Los interesados en recrear parte de lo que se ofreció pueden encontrar en Youtube la interpretación de la Suite straussiana por el colombiano (en un concierto al aire libre, en el año 2014) en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=_wRLcP0foGo&t=237s. La polka comentada de los Proms puede encontrarse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=a9K_zvwJ10M.