MADRID/ Una detallista y emocionante ‘Pasión según San Mateo’ de Vox Luminis
Madrid. Auditorio Nacional. 28-III-2023. Bach: Pasión según San Mateo. Freiburger Barockorchester. Pequeños cantores de la JORCAM. Vox Luminis. Dirección: Lionel Meunier.
Lionel Meunier presentó ayer en el Auditorio una generosa puesta en escena de su concepción musical sobre la Pasión según San Mateo de Bach, una versión espléndida, detallista y muy natural que emocionó al público. Para ello dispuso con fidelidad histórica a dos coros simétricos en el escenario. Por un lado, un coro vocal en cada flanco formado por 12 cantantes respectivamente, con tres voces por parte, el evangelista en el centro, y al fondo, el grupo de soprano in ripieno a cargo del coro infantil de la JORCAM. Delante de los vocalistas, situó una espléndida orquesta en cada coro; cada una con una generosa sección de violines, violas, oboes u oboes da caccia, traversos o flautas, fagot, violonchelo, contrabajo, órgano positivo y la imprescindible viola da gamba. La disposición de cada orquesta fue muy interesante y poco habitual, pues por delante de los violines, en semicírculo, se juntaban en el centro del escenario los dos grupos de dos traversos y dos oboes.
Aunque las condiciones de ejecución son sin duda mejores que las que tuvo que sufrir Bach, la interpretación fue fiel al espíritu original en muchos aspectos, lo que le dio mucha naturalidad. Para empezar, Meunier utiliza solistas extraídos de su excelente coro, Vox Luminis, con miembros con buenas voces que llevan trabajando mucho tiempo juntos. Todos cumplieron de manera satisfactoria y algunos sobresalientemente.
Otra de las apuestas de Meunier para esta gira era la de prescindir de un director convencional de todo el conjunto. Para esa preferencia personal, Meunier alude a la práctica histórica que pudo haber tenido Bach en Leipzig —de las fuentes que tenemos, consta que Bach a lo largo de su carrera dirigió desde el órgano, expresivamente desde clave según testimonio de Gesner, desde el violín o viola (según sus hijos) e incluso desde una posición central—. El planteamiento de Meunier es posible especialmente por el enorme conocimiento entre los integrantes de Vox Luminis y la larga colaboración con la magnífica Orquesta Barroca de Friburgo. En realidad, los concertinos de cada coro instrumental, Petra Müllejans y Peter Barczi, asumieron la dirección de su grupo, y, en teoría, Meunier, algo desplazado de su coro hacia el centro, asumía la dirección vocal. En directo se vio que su dirección procedía más del magnífico trabajo previo que de los gestos no muy visibles de Meunier.
¿Y qué tal el resultado? Pues todo funcionó a la perfección, dado el conocimiento profundo que se tienen los intérpretes, con momentos realmente espléndidos. En el coro inicial, que comenzó un poco en frío, uno aún se podría plantear si un único director no podría sacar más énfasis, dinámicas u otros matices, pero después, la verdad es que toda la interpretación fue ya sobre ruedas, hasta llegar a una segunda parte completamente maravillosa y emotiva. Tanto los coros como los corales tuvieron gran fuerza y belleza —los segundos con los dos coros y orquestas sumados y la excelente textura de oboes y traversos—, con mucho vigor pero llenos de detalles y matices admirables. En la representación de las turbas y otros diálogos, Vox Luminis estuvo realmente sublime, junto a los instrumentistas. Como cabría esperar, el conjunto estuvo atento y expresivo con la abundante retórica y los elementos figurativos que abundan en la partitura. Quizá, solo se echó de menos un mayor énfasis en el terremoto tras expirar Jesús.
El tenor suizo Raphael Höhn hizo un evangelista perfecto, con una voz de bello timbre, muy puro y de gran nobleza, con gran amplitud y unos agudos delicadísimos. Trabajó con intensidad todos los matices de su papel de conductor, con mucha expresividad en todos los matices de la narración dramática. Höhn proyecta magníficamente su voz, con una dicción y vocalización ejemplar, aunque le falte algo de cuerpo debido a la delicadeza de los agudos, lo que seguramente pudiera agotarle en este papel tan intenso.
También estuvo magnífico el barítono Sebastian Myrus en su papel de Jesús —y en otras intervenciones como el bajo excelente de Mache dich, mein Herze—, alternado con sus idas y venidas del coro, pues tiene un timbre seductor, ligero, y canta sin aparente esfuerzo con un hermoso fiato, con gran pulcritud en la afinación en todo el rango, excelente técnica de respiración, y mucha atención a los detalles. En su intervención en la hermosa Komm, süsses Kreuz, le acompañó Hille Perl, quien imprimió mucha velocidad a su viola da gamba al comienzo, pero con un sonido fuerte y resonante digno de elogio.
Pero quizá la mayor sorpresa solista de la noche fue la del magnífico y joven contratenor Alexander Chance, de ilustre progenitor de la misma cuerda, a quien correspondieron algunas de las más bella intervenciones, que resolvió magistralmente. Su voz es de gran amplitud a pesar de su pureza, con excelente proyección y resonancia, y canta con un sentimiento, técnica y delicadeza espectaculares.
La soprano Zsuzsi Tóth nos dejó sin respiración con sus agudos de otro mundo en la reflexiva aria Aus Liebe, con un acompañamiento bellísimo de oboe, oboe da caccia y traverso, o en So ist mein Jesus nun gefangen, junto a Chance, donde atravesó algún problema de inestabilidad en la afinación. También estuvo bien la soprano Gwendoline Blondeel, con una voz angélical y pura, de delicados agudos. Y, en general, todos los demás solistas del coro estuvieron a buen nivel: Florian Sievers, Raffaele Giordani, William Shelton, Felix Schwandtke o Meunier. El coro de niños también fue admirable en sus breves intervenciones, y esperó pacientemente toda la primera parte.
Qué decir de la aquí desdoblada Freiburger Barockorchester, la mejor orquesta para este repertorio, que estuvo brillante y precisa, llena de matices y con momentos de gran belleza en sus partes solistas para violín, con los dos concertinos, violonchelo o instrumentos de viento. Como era previsible con semejantes mimbres, hemos podido disfrutar de una Pasión según San Mateo natural, vibrante y emotiva. Al evento asistió la Reina Sofía, que no suele perderse una pasión de Bach, y a la que el público aplaudió con entusiasmo.
Manuel de Lara