MADRID / Una Bohème de emergencia
Madrid. Teatro Real. 3 enero 2022. La bohème de Puccini. Ailyn, Demuro, Lojendio, Franco, Bermúdez, Howard. Director musical: Luis Miguel Méndez.
Un amplio ataque de la Covid a todos los elencos previstos por el Teatro Real para La Bohème de Puccini obligó a suspender la función del domingo 2 de enero. Pero el teatro anunció que haría lo posible por salvar las dos últimas funciones. Y así lo hizo, y de una brillante manera.
El Real ha demostrado muchas veces que tiene capacidad para arrostrar las dificultades y no en vano ha sido el teatro europeo que mejor se ha enfrentado a la pandemia a lo largo de muchos meses. Ahora ha vuelto a demostrar que tiene cintura, recursos e imaginación. Para estas funciones se recuperaron dos de los supervivientes de los repartos anunciados. Por un lado, el bajo americano Soloman Howard, que hace un interesante Collline, y por otro, a la Musetta del segundo reparto, la tinerfeña Raquel Lojendio, quien fue una de las triunfadoras de la especial sesión. Lojendio no solo posee una estupenda y bonita voz, muy bien trabajada, sino que es una actriz consumada. Su sensacional segundo acto podría insertarse plenamente en cualquier antología mundial de las Musettas actuales.
Novedad era la pareja principal. Tema delicado porque no son papeles fáciles, aunque sí agradecidos, que tienen el peligro de que cualquier aficionado los conoce a fondo y los ha escuchado a los más grandes. El siempre delicado papel de Rodolfo fue asumido por el sardo Francesco Demuro, un tenor de voz no muy grande aunque sí bella y muy bien manejada. Como Mimí, la gran protagonista, se tuvo la fortuna de contar con la norteamericana Ailyn Pérez, una de las mayores especialistas actuales en el papel. La soprano cantó estupendamente y dio perfectamente el tipo suscitando la simpatía del espectador. Completaban muy acertadamente el reparto Jesús Franco, Gabriel Bermúdez y Pablo García López.
Papelón el que le tocaba al director gallego Luis Miguel Méndez, anunciado para dos representaciones en vez del titular, el bien conocido Nicola Luisotti. Aprovechó cumplidamente la ocasión, y no creo que le sobrasen ensayos, para demostrar sus cualidades. Concertó con autoridad y justeza, equilibró bien las sonoridades de la orquesta y demostró conocer la partitura y saber hacerla llegar al público en condiciones. Para él no cabe sino el aplauso, extensible a los colectivos como la siempre fiable Orquesta Sinfónica de Madrid, el Coro Titular y los Pequeños Cantores de la ORCAM.
El público, que abarrotaba la sala, sabía desde el inicio que estaba asistiendo a una representación singular y siguió con electrizante atención la peripecia, aplaudiendo ampliamente una función que fue de principio a fin un ejercicio de concentración en el que todos y cada uno dieron lo mejor de sí mismos. Este día será destacable en la historia del Teatro Real, que ha demostrado que lo importante no es tanto los premios y reconocimientos que recibe, sino su capacidad profesional para abordar cualquier reto, por grave que sea. Ni la Covid puede con él.
Tomás Marco