MADRID / Un ‘Mesías’ como los del Londres decimonónico
Madrid. Auditorio Nacional. 15-XII-2021. Haendel, El Mesías. Miriam Allen, Hugh Cutting, Benjamin Hulett, James Geidt. Coro participativo. Oxford Consort of Voices. Instruments of Time and Truth. Director: Edward Higginbottom.
Los Mesías participativos que organiza la Fundación la Caixa desde hace dieciséis años (son quince ediciones, ya que en 2020 no se celebró debido a la pandémica vírica) tienen un punto de historicismo atípico, pues se asemejan a los oratorios que se hacían en el Londres post-Haendel. En esta ocasión, han sido 480 cantantes no profesionales los que han participado en las dos sesiones celebradas en el Auditorio Nacional, los pasados días 14 y 15. Aquellos macrocoros, bien descritos por Haydn tras su primer viaje a Inglaterra, llegaron a su punto culminante en la segunda mitad del siglo XIX: el 29 de junio de 1888 se grabó un extracto del Israel en Egipto que tenía lugar en el Crystal Palace —fue el primer registro fonográfico de la historia — y las crónicas hablaron de un coro integrado por “varios miles de personas” (sin embargo, Christopher Hogwood, en su biografía sobre Haendel, rebajó la cifra a “mil intérpretes”, que tampoco son moco de pavo).
Aquella práctica de los macrocoros en el Londres decimonónico no tenía nada que ver con los cánones establecidos por el propio Haendel, quien en el estreno de El Mesías (Dublín, 13 de abril de 1742) empleó un coro de dieciséis voces masculinas adultas, reforzado por dieciséis coristas infantiles. Desde luego, tienen un cierto atractivo estos Mesías participativos, en los que al fin y a la postre los cantantes aficionados que participan en ellos disfrutan incluso más que el público. A los más puristas, excuso decirlo, esta práctica les parecerá poco menos que herética, aunque siempre se puede hacer la vista gorda en función de los cantantes solistas, de la orquesta, del coro (de profesional, claro) y el director de turno.
Este nuevo Mesías participativo llamaba la atención por la presencia de dos cantantes de primerísima línea: el tenor Benjamin Hulett y el emergente contratenor Hugh Cutting, quien en los pasados meses de octubre y noviembre deslumbró en La Coruña y en Valencia con su participación, en el rol de Arsace, en la ópera haendeliana Partenope que dirigió William Christie al frente de Les Ars Florissants. Los dos estuvieron a la altura esperada, sobre todo Hulett, artista de larga y meritoria trayectoria, y notable especialista en la música de Haendel. Cutting —que acaba de proclamarse ganador de la 66ª edición del Concurso Kathleen Ferrier— todavía está en periodo de rodaje, pues conviene no olvidar que no es más que un veinteañero (veinteañero bajo). Pero su voz es espectacular, no solo por lo bien proyectada que está (sin menosprecio de su volumen), sino por su inigualable naturalidad y por su frescura. No puede decirse lo mismo de los otros de cantantes que intervenían en este Mesías. La australiana Miriam Allen (bien conocida en el Auditorio Nacional por sus varias presencias con Les Arts Florissants) tiene una voz desagradablemente metálica, tiende a descontrolarse y, para colmo de males, sus coloraturas a veces resultan esperpénticas. El bajo James Geidt no pasó de discreto: alternó momentos pasables con otros de insufrible monotonía.
Con todo, lo mejor de estas veladas ‘mesiánicas’ fue el ejemplar coro, el Oxford Consort of Voices. Son dieciséis cantantes (como manda el canon haendeliano), con cuatro voces por parte. Todos ellos han salido de la esa inagotable cantera canora que la Universidad de Oxford. Su afinación es prodigiosa, incluso en los momentos en que las 480 voces aficionadas se unieron a ellos. Y su emisión es cristalina. Claro, que bien mirado, es difícil toparse con un mal coro inglés… Los ingleses parecen haber nacido para cantar en coros. Diríase que, nada más destetarlos, los mandan a cantar al coro más cercano que tienen de casa. No llega Oxford Consort of Voices al nivel del Monteverdi Choir (¿es que hay algún coro que llegue a ese nivel?), pero tiene poco o nada que envidiar a otras formaciones corales inglesas afamadas, como podría ser, por ejemplo, The Sixteen.
La orquesta (Instruments of Time and Truth), conocida fuera de Inglaterra por sus impecables grabaciones para el sello discográfico Ramée, vino corta de efectivos en las cuerdas (5/3/2/2/1), a las que se sumaron clave y órgano, dos oboes —bastante flojitos—, dos trompetas naturales —cumplidoras, sin alardes— y timbales. Al final, sonó mejor (y con más volumen) de lo esperado, gracias en buena medida a la magnífica labor de su concertino, el excelente Bojan Cicic. El veterano Edward Higginbottom (75 años) dirigió con solvencia y sin aspavientos a orquesta y masas corales. No ha sido, desde luego, el mejor Mesías de mi vida, pero tampoco le puedo poner más peros de los ya expresados.
Eduardo Torrico