MADRID/ Un impresionante ‘tour de force’ al violonchelo en las sabias manos de Josetxu Obregón

Madrid. Teatro Fernán Gómez. 09-VI-2023. Música Antigua Madrid 2023. Josetxu Obregón, violonchelo. La evolución del violonchelo: de Bolonia a Köthen, solos para violonchelo de Bach, Galli, Gabrielli, Dall’Abaco, De Ruvo, Supriani, Colombi y Vitali.
En la quinta jornada de esta excelente edición del festival Música Antigua Madrid 2023, Josetxu Obregón nos ofreció un magnífico recorrido por la evolución del violonchelo como instrumento a solo, desde su origen en Bolonia, donde pasó de ser un mero instrumento acompañante en el bajo continuo a ser protagonista, ya no solamente como instrumento solista sino como instrumento a solo, hasta llegar a su apogeo histórico con las Suites de Bach. Nos mostró la rápida evolución que sufrió el repertorio en apenas un siglo, ligado a la evolución del propio instrumento, los cordajes, la afinación y los recursos técnicos que se fueron desarrollando.
Obregón ofreció al público al principio del concierto, como suele ser habitual en el festival, una didáctica explicación sobre el programa que iba a desarrollar, desde la evolución histórica del instrumento hasta la del repertorio consagrado al violonchelo solo, y lo que supuso la colección de las Seis suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach, cumbre absoluta del repertorio para el instrumento a solo, pues ni antes ni después se compuso algo ni siquiera semejante.
Tras ilustrar al auditorio de manera tan instructiva, Obregón explicó que abordaría la mitad del programa del tirón y que haría una pausa intermedia para afinar las delicadas cuerdas de tripa y abundar en alguna explicaciones adicionales del programa para esa segunda aparte. Un auténtico tour de force de Josetxu Obregón, con una exigencia y concentración descomunal que requiere además un enorme esfuerzo físico, donde nos mostró la gran destreza técnica que atesora y el dominio absoluto que tiene del instrumento, con gran fuerza expresiva y musicalidad. No en vano, Obregón es uno de los mejores violonchelistas barrocos del mundo. La sala Jardiel Poncela ofreció además intimidad del público con el intérprete, con una acústica que, aunque ligeramente seca, transmitió mucha cercanía al afortunado público que pudo asistir.
Para estructurar el concierto, al igual que hizo en el disco Celloevolution que grabó en el sello Glossa con un programa casi idéntico, Josetxu Obregón dispuso intercaladamente una imaginaria suite para violonchelo de Bach, en la que toma ordenadamente los movimientos característicos pero escogidos entre varias de sus suites, donde pudimos apreciar sus excelentes fraseos y la madurez en la utilización del legato, muy especialmente tras la pausa intermedia, con una imponente resonancia de los graves en los movimientos lentos y toda la potencia sonora que Obregón es capaz de extraer de su habitual violonchelo tirolés de 1740, junto a la viveza de sus articulaciones rítmicas y el acento expresivo adecuado en cada movimiento.
Tras el bello Preludio de la Suite nº 2 en Re menor, BWV 1008, interpretado con unos armónicos excelentes y apreciable flexibilidad métrica, Obregón nos condujo al polivalente músico Domenico Galli (1649-1697), pues fue compositor, violonchelista, escultor y luthier —construyó, entre otros instrumentos, un bellísimo violonchelo para el Duque Francesco II d’Este, Duque de Módena—, de quien interpretó la interesante Sonata IX. Tras la hermosa alemanda de la misma suite de Bach, con la solemnidad de los graves que es capaz de extraer Josetxu Obregón de su violonchelo, interpretó a continuación el Ricercar Sesto de Domenico Gabrielli (1651-1690), donde exploró los juegos rítmicos, cadenciales y las texturas de esa música, de gran exigencia técnica.
Después de la Courante de la Suite nº 1 en Sol mayor, BWV 1007, con excelentes articulaciones con el arco y la mano izquierda del intérprete, llegó el único compositor posterior a Bach en el programa, Giuseppe Maria Dall’Abaco (1710-1805), hijo del famoso violinista, con su Capriccio Quarto, una música exquisita compuesta ya en 1770 que bebe no poco de las suites bachianas. Tras esa pieza, Obregón nos llevó al sur, con una sugerente Romanella en Re menor de Giulio de Ruvo, autor del que interpretaría otra romanella, en La menor, tras la Sarabanda de la quinta suite de Bach y una interesante Toccata V de Francesco Supriani (1678-1753), una obra que nos llevó de lo lírico a lo vertiginoso, y donde Obregón nos mostró nuevamente las posibilidades expresivas del instrumento. Supriani, también conocido como Supriano, Scipriano o Scipriani, trabajó durante un tiempo en Barcelona, a la que se trasladó en 1708, al servicio del Archiduque Carlos de Austria, para después retornar a Nápoles en 1710 donde se incorporó a la Real Capella, hasta el año 1730.
Obregón interpretó después las Bourrées I & II de la Suite nº 4 en Mib mayor, BWV 1010, con gran viveza y elegante sentido rítmico de los tiempos, para trasladarnos a Módena a continuación con una alegre giga de Giuseppe Colombi (1635-1694) y, después, hasta Giovanni Battista Vitali (1632-1692), maestro del ya mencionado Supriani, que trabajó en su ciudad natal de Bolonia y en Módena, donde destacó por su excelente música instrumental, con un Capritio de gran riqueza, síntesis de lo contrapuntístico y lo melódico. Para terminar el programa, Obregón interpretó con maestría la giga de la Suite nº 3 en Do mayor, BWV 1009.
A pesar del visible agotamiento, lo que no es de extrañar pues Obregón tocó de memoria todas estas exigentes piezas y tan solo con la pausa ya mencionada, aún nos ofreció generosamente de propina el Ricercar Primo de Domenico Gabrielli. El violonchelo de Obregón sonó poderoso toda la velada, con la exquisita resonancia que posee en el registro grave, su agilidad en los pasajes rápidos y su excelente afinación en los agudos, y nos demostró nuevamente el gran violonchelista que es, que aúna expresividad y opulencia sonora.
Manuel de Lara
(foto: Javier de Noriega)