MADRID / ‘Turandot’, o la nota ausente (segundo equipo del Teatro Real)
Madrid. Teatro Real. 7-VII-2023. Puccini: Turandot. Ewa Plonka (Turandot), Michael Fabiano (Calaf), Ruth Iniesta (Liù), Liang Li (Timur). Coro y orquesta del Teatro. Director: Nicola Luisotti. Director de escena: Robert Wilson.
En el orden de funciones, el segundo equipo reunido por el Real para su provechoso cierre de temporada se mantuvo en conjunto a la altura de lo deseable. Se pasará aquí por alto la elogiable labor de orquesta, coro, así como la de los cantantes comunes al tripartito equipo, centrándose el comentario en el cuarteto vocal protagonista.
Ewa Plonka es otra de las sopranos que se enfrenta a Turandot tras un repertorio de spinto a la italiana, como Abigaille o Lady Macbeth. Lo hace con unos medios apropiados por el color, encontrando su más desahogada plenitud en los agudos, acerados y fulminantes. Fue afianzándose a medida que avanzaba su discurso, atenta al contenido del texto. Sin embargo, fue en la parte final de la ópera donde su Turandot exhibió su mayor consistencia, quizás porque la cantante se encontrara más tranquila o relajada o bien como si la intérprete estuviera más afín al trabajo de Alfano que a la inspiración de Puccini.
La evolución vocal de Michael Fabiano ha podido ser observada por el público madrileño, puesto que desde hace más de una década es una presencia bastante asidua en el Teatro Real: de tenor lírico se ha convertido en otro tipo de cantante de más pesados empeños, acorde con la evolución de la voz. Fabiano dispone ahora de la base conveniente para salir adelante como Calaf, a lo cual suma su habitual elegancia de canto, su musicalísima manera de construir las frases y desarrollarlas y su sensible categoría interpretativa. Las dos intervenciones solistas fueron sutilmente diferenciadas en su significado y, aunque en el remate del Nessun dorma quedara algo corto de aliento, ello no empañó una prestación ejemplar.
En este punto, en torno al príncipe desconocido, no está de más llamar la atención sobre un aspecto de índole instrumental. Calaf, en la suntuosa frase de No, no principessa altera…, que además redondea ese fragmento de la obra, cuenta con una nota aguda importante. Ninguno de los tres intérpretes convocados (Fabiano, Jorge de León, Daniel Muehle) alcanzó el permitido agudo con fermata (o calderón) en la sílaba den de ardente. Una nota que, de hecho, va más allá de la simple exhibición vocal, ya que cuadra mejor con el desafío tenoril enfrentado a la agresiva actitud de la soprano. Si esta tiene varios do, la mejor manera para ponerle límites es utilizando el mismo lenguaje, en este caso la misma nota. Se prefirió otra nota más baja como alternativa. Quizás el propio Luisotti fue el que quiso aliviar a sus cantantes de tan incómodo salto de octava y queda abierta, no obstante, la posibilidad de que, en las doce funciones restantes, alguno de los tres Calaf, se atreva con este luminoso alarde.
Liù se encuentra en las coordenadas vocales de Ruth Iniesta. Por ello, no es de extrañar que la encantadora esclava encontrara con ella el suficiente reflejo que fue más evidente en su sublime momento del acto III. Imponente la voz del chino Li, más, por lo que su Timur adquirió en destacado relieve. En el resto, se remite a previos comentarios de previas representaciones y equipos publicados en este medio.
Como reflexión final merecería destacarse, con sus particularidades, la atinada distribución de los tres equipos lograda por el escenario madrileño, añadiendo la tentadora suposición (si ello es permisible) de elegir el que sería ideal entre ellos: Pirozzi, Fabiano, Urbieta-Vega, Li.
Fernando Fraga
(foto: Javier del Real)