MADRID / ‘Siberia’, una ópera para Yoncheva

Madrid. Teatro Real. 6-V-2022. Giordano: Siberia. Sonya Yoncheva, Murat Karahan, George Petean. Coro y Orquesta del Teatro Real. Director: Domingo Hindoyan. Director del coro: Andrés Máspero.
Estreno en el teatro madrileño —y puede que en España— de Siberia, la sexta partitura operística de Giordano que, sin embargo, no ha alcanzado la popularidad de Andrea Chénier y Fedora. Adscrita de nuevo a la estética verista (más tarde el compositor iría por otros caminos con La cena delle beffe o la deliciosa fábula Il Re) hubiera merecido, por ese mismo motivo, un estreno escénico y no una versión de concierto, perdiendo con ello buena parte de su efectividad dramática. Aunque, tal vez haya sido mejor así, si pensamos en el amenazador peligro que hoy existe por parte de tantos iluminados registas empeñados en cargarse impunemente cualquier obra lírica que caiga en sus ávidas manos.
La incisiva lectura de Domingo Hindoyan de tan rápida y variada narración, capaz incluso de solventar la ausencia de una exposición teatral, halló una especial altura en el magnífico y descriptivo preludio del segundo acto, con una orquesta al nivel acostumbrado y un coro (encargado a menudo de aportar el color argumental) de enorme y desde luego alcanzado compromiso.
La batuta y el terceto solista ya había ‘rodado’ recientemente la obra en otros espacios, como Montpellier o Florencia, lo que ha supuesto un plus a favor de la interpretación madrileña. La parte de Stephana precisa de una voz robusta, además de una actriz desahogada y una intérprete sin reservas, aunque la estrenara, sorprendentemente, una Rosina Storchio más asociada a entidades delicadas de tipo pucciniano, como Mimí, Butterfly o Liù. Las tres cualidades exigidas fueron derrochadas libérrimamente por Sonya Yoncheva, que simplemente deslumbró, lo cual no fue una sorpresa, siendo bien conocidas su personalidad y su trayectoria.
El tenor turco Murat Karahan no se encogió demasiado ante el alud sonoro de su compañera en el acto primero, dando cuenta de un atractivo timbre de spinto, empuje y medios que se crecen del centro al agudo. En el segundo, sin embargo, pasó un poco por encima de su destacable arioso, recuperándose en el intenso dúo posterior. En conjunto su prestación resultó irregular, aunque con momentos de brillantez. No olvidemos que el personaje de Vassili fue escrito para Giovanni Zenatello, un tenor de fuerza, pero con disposiciones líricas.
Siguiendo en plan informativo, el primer Gleby fue Giuseppe de Luca, una de las glorias baritonales de la historia. George Petean es hoy por hoy uno de los cantantes de tal cuerda más asentados a nivel mundial, y lo demostró por riqueza y poderío vocales. Supo además definir con claridad, desde el punto de vista dramático, al malévolo personaje.
Como en otras óperas de Giordano, hay en Siberia un elenco de comprimarios con posibilidades de destacar puntualmente. En esta ocasión estuvo compuesto por cantantes habituales en los equipos del teatro, que cuida como corresponde este colectivo. Merecerían ser citados uno a uno (Radó, Del Cerro, Casals, Gancedo y otros), pero es de justicia destacar la presencia como Nikona —personaje que solo interviene en el primer acto—, de la incombustible y admirable Elena Zilio, mezzosoprano de tres generaciones, quien a sus 81 años mantiene una voz firme y potente. Un fenómeno.
Fernando Fraga
(Fotos: Javier del Real – Teatro Real)