MADRID / Schumann por el Cuarteto Schumann
Madrid. Auditorio Nacional (Sala de Cámara). 2-IV-2021. Ciclo Liceo de Cámara del CNDM. Katharina Konradi, soprano. Cuarteto Schumann. Obras de Bach, Widmann, Schumann y Schumann/Reimann.
Programa más que coherente, este de los hermanos Schumann y la estonia Randalu, en que casi todo giró sobre la fuga como forma constructiva, de la cual El arte de la fuga de Bach es el mayor monumento. Formado por las 22 que tuvo tiempo de componer, todas sobre un mismo tema, en re menor, es una obra didáctica como tantas suyas aunque, según su biógrafo Geiringer, en sus manos el libro de texto se cambia en un poema. Sin indicación tímbrica, lo ha recreado desde el Cuarteto Italiano hasta el pianista Trifonov, pasando por el grupo Musica Antiqua Köln. Fue interpretada una pequeña selección por el Schumann con austeridad, algo a lo que invitan las piezas, pero sin frialdad ni distancia. La única rápida fue un imponente contrapunto a 4 voces; la primera en el I violín, la segunda en el segundo, luego entró el cello y por último la viola. En otra, mucho más tierna, la violista expuso el primer sujeto.
El ecléctico Jörg Widmann deslumbró en su primera visita madrileña con ingeniosas piezas para clarinete de su invención, que tocaba con la facilidad de un Philippe Berraud. Este Cuarteto nº 5 tiene otra ambición. Hay en él estatismo, quietud, arcaísmos y hasta algún pecio melódico. La soprano, que lo inicia, está tratada como una voz más, embarcada en una Babel de lenguas y melismas, con valores casi siempre largos. Voz y cuarteto evitaron la posible monotonía dinámica, empleando con destreza expedientes como fugati, pizzicati y algún cliché. El quietismo general, fue roto con un emotivo grito y el trémolo final.
El nexo de Schumann con Bach es su admiración por el Cantor, ampliado a algún latido afín, sobre todo pianístico. En su Tercero, el cuarteto tocayo brindó un tiempo inicial de vivaz oposición entre los 2 grandes temas y transiciones nada afectadas; el 2º, presentado por el cello, tuvo la típica exaltación dulce del autor. El Scherzo, volumen y belleza rara vez tan unidos, gozó de un trío rotundo y marcado. En el lento ofreció pureza de líneas, estallando el final en una explosión de raíz popular, júbilo y danza. Los 6 lieder op 107 no ganan nada con el arreglo de Reimann (¿por qué arreglar lo que está nuevo?) Konradi lució una voz algo blanquecina, de medio formato y musicalidad bien revalidada.
Joaquín Martín de Sagarmínaga
(Foto: Rafa Martín)