MADRID / Schoenberg sustituto de Schoenberg
Madrid. Palacio del Marqués de Salamanca. 21-XII-2022. Ema Alexeeva, violín, Laia Falcón, soprano. PluralEnsemble. Director: Fabián Panisello. Obras de Cristóbal Halffter y Schoenberg.
Dentro de la interesante serie de la Fundación BBVA y el PluralEnsemble se anunciaba una obra importante de Arnold Schoenberg que no se escucha con frecuencia, la Oda a Napoleón, una de las grandes diatribas políticas de la música de su tiempo, además de unas canciones de Hanns Eisler. Pero la enfermedad del barítono encargado de hacerlas obligó a sustituir las obras por otra del propio Schoenberg que figura entre las más famosas del siglo XX y es también de más frecuente ejecución, el Pierrot lunaire, ciclo de 21 canciones (tres veces siete como dice el propio autor) realizada sobre la traducción alemana de Hartleben sobre el original en francés del belga Albert Guiraud. Y sobre ello, Schoenberg desarrolla la técnica del Sprechgesang o canto hablado en el que el texto en realidad se recita, pero con entonación vocal.
Esta es una obra que hay que conocer a fondo para hacerla bien y no hay duda de que Plural Ensemble y Fabián Panisello poseen ese conocimiento y experiencia puesto que, aunque la voz sea lo más llamativo y también haya que saber manejarla, el cambiante tejido instrumental tiene una gran sutileza y exige técnicamente mucho. De hecho, este quinteto, sexteto si se desdoblan violín y viola, que en la obra solo se reúne totalmente en el último número, ha dado origen tras la segunda guerra mundial a un tipo de conjunto para el que se han escrito centenares de obras en todo el mundo y al que se llama incluso ‘conjunto Pierrot’.
La obra transita la estética del expresionismo y se acerca mucho a la música de cabaret, pero no más que al Lied romántico. Es paradigmática de un tiempo de transición donde se hicieron obras maestras, como esta misma, que todavía guardan mucho que decirnos. Necesita una solista muy preparada y dúctil y la tuvo en la voz de Laia Falcón, que estuvo verdaderamente sobresaliente, capaz de expresar, de demostrar cómo hay mil matices de gradación entre el hablado y el cantado, de plegarse a las sutilezas o a las brusquedades del texto, de balancear cabaret y Lied con sus gradaciones múltiples y de mostrar que es una intérprete de verdad grande. Notoria la calidad de PluralEnsemble y el conocimiento profundo con que dirigió Panisello.
No sufrió ningún cambio lo programado de Cristóbal Halffter, un gran compositor del que se suele creer que prestaba más atención a la gran orquesta que a la música de cámara. Pero pensar eso de quien escribió, entre otras obras camerísticas, nada menos que nueve cuartetos es desconocer su gran aportación en ese campo. Antiphonismoi, de 1967, es una obra importante en su momento pues ofrece la visión personal de alguien que sabe que se está saliendo del serialismo integral y ha incorporado ciertas técnicas aleatorias y de acción instrumental. Eso sería bastante si además la pieza no fuera reveladora de un estilo propio y una gran capacidad expresiva que, por cierto, la hacen mantenerse muy en forma y poder transmitir un mensaje artístico tan vivo como en los tiempos de su estreno berlinés. Por su propia consistencia estructural, la dedicó al arquitecto Miguel Fisac.
Y aunque Halffter superase pronto el lenguaje que la sustenta, la Sonata para violín solo de 1959 es una obra clave en su evolución pues evidencia la primera utilización por su parte de una técnica dodecafónica que sabe ya manejar con criterio personal. Cuatro movimientos muy estimables, que son más difíciles de tocar de lo que se quisiera creer, porque hay que entrar en coordenadas que no solo tienen que ver con la técnica y el estilo sino con consideraciones y criterios que ya van siendo hasta historicistas. La violinista Ema Alexeeva, que la ha tocado muy bien varias veces, volvió a mostrar su capacidad para asumir un virtuosismo muy particular y una muy buena capacidad para desentrañar una partitura que es mucho más que un simple texto sonoro. El concierto fue así excelente y aunque Schoenberg fue sustituido por el mismo Schoenberg, el interés y la calidad fueron idénticas. Queda la Oda a Napoleón como promesa de futuro.
Tomás Marco