MADRID / Quinteto de la Filarmónica de Berlín: sin equipaje, pero magníficamente equipados
Madrid. Auditorio Nacional. 6-III-2021. Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid. Quinteto de la Filarmónica de Berlín. Miguel Ángel Tamarit, clarinete. Obras de Lanner, Mozart y Dvorák.
El recital del Quinteto de la Filarmónica de Berlín comenzaba con unas palabras del clarinetista valenciano Miguel Ángel Tamarit, quien se uniría al quinteto para interpretar la obra de Mozart. Dado que las medidas anti-Covid impiden que se repartan los programas de mano, Tamarit explicó sucintamente las obras que iban a interpretar y añadió que les habían extraviado el equipaje en el aeropuerto de Ámsterdam, habiéndoselas apañado como pudieron para estar presentables en el escenario. ¿Sería ese extravío un mal presagio? Estas palabras arrancaron la sonrisa y el aplauso del público.
El recital llevaba por título de Viena a Praga, un viaje musical que comenzaba con tres obritas del compositor austriaco Joseph Lanner (1801-1843): Galope español op. 97b, Vals Taglioni op. 141 y Galope tarantela. Lanner fue uno de los primeros compositores que refinó el vals, hasta entonces una danza de carácter campesino, para que se convirtiera en un baile de la alta sociedad vienesa. Con estas tres breves obras, que conjuntamente apenas duran siete minutos, el Quinteto de la Filarmónica de Berlín demostró su calidad y logró transmitir al público ese ánimo alegre, vivaz y melodioso que caracteriza a estas tres obras. El quinteto lo conforman Luiz Felipe Coelho (primer violín), Romano Tommasini (segundo violín), Wolfgang Talirz (viola), Tatjana Vassiljeva (violonchelo) y Gunars Upatnieks (contrabajo). Precisamente es el contrabajo lo que hace que este quinteto tenga un sonido especial que da mayor profundidad a las interpretaciones.
Después del alegre aperitivo con la música de Lanner, llegó la primera de las obras de enjundia: el Quinteto con clarinete en La mayor K581, obra que Mozart (1756-1791) concluyó en septiembre de 1789 y que dedicó a su amigo el clarinetista Anton Stadler, razón esta por la cual este quinteto —el único que Mozart compuso para clarinete— también se conoce como Quinteto Stadler. La obra se estrenó en Viena en diciembre de ese mismo año. Originalmente escrita para clarinete di basseto, normalmente se interpreta con un clarinete en la. Consta de cuatro movimientos: Allegro, Larghetto, Menuetto y Allegro con variazioni. Durante el primer movimiento, el Quinteto de la Filarmónica de Berlín (sin el contrabajo) y el clarinetista Miguel Ángel Tamarit demostraron estar muy conjuntados, con un sonido muy bien empastado. En el segundo movimiento, clarinete y cuarteto de cuerda, lograron transmitir ese sonido amoroso de las bellas melodías mozartianas. Curiosamente, fue en el Menuetto donde se oyó al primer violín, Luis Felipe Coelho, susurrar algo a sus compañeros llegando a interrumpir la interpretación, aunque el público no tuvo en cuenta este desliz, porque casi ni se notó. En el cuarto movimiento la viola de Wolfgang Talirz sonó maravillosamente en las partes que le daban protagonismo. La interpretación al clarinete de Miguel Ángel Tamarit fue muy buena y el público aplaudió con entusiasmo al terminar la obra.
Para la siguiente obra, el Quinteto de cuerda nº 2 op. 77 de Anton Dvorák (1841-1904), se volvió al conjunto original con contrabajo. Esta obra, con un carácter bien distinto a las anteriores, mucho más apasionada y romántica, fue un perfecto colofón para el programa y donde verdaderamente el quinteto berlinés demostró todo su potencial y genialidad, magnífico sonido. Dvorák compuso este quinteto en marzo de 1875 y se estrenó un año más tarde en Praga. Consta de cuatro movimientos: Allegro con fuoco, Scherzo-Allegro vivace, Poco andante y Finale-Allegro assai. El Quinteto de la Filarmónica de Berlín hizo una interpretación memorable. Un primer movimiento apasionado, lírico, movido, fogoso en el que destacaron por momentos el primer violín y la viola. Los diálogos entre los distintos instrumentos fueron exquisitos. Espléndida fue la interpretación también del segundo movimiento que contrastó con la melodiosa suavidad de corte bohemio del tercero Poco andante con un solo de violín maravilloso. La interpretación del Finale con todo ese virtuosismo y toda esa tensión acumulada hizo que el público prorrumpiera con un fuerte aplauso y algún que otro bravo al terminar la interpretación. La noche terminó con una alegre y breve propina de Johann Strauss que dejó al público de muy buen humor. El Quinteto de la Filarmónica de Berlín demostró que aún sin equipaje, está magníficamente equipado. ¡Bravo!
Michael Thallium
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