MADRID / Prescindible ‘Oratorio de Navidad’
Madrid. Auditorio Nacional. 18-XII-2019. Ciclo Ibermúsica. Bach, Oratorio de Navidad (cantatas nº 1, 2, 3 y 6). Sarah Wegener, Marie Henriette Reinhold, Fabio Trümpy y André Morsh. ChorWerk Ruhr. B’Rock. Director: Florian Helgath.
Cuando se aproximan las fechas navideñas, la España de la música clásica se llena de Mesías haendelianos y de Oratorios de Navidad bachianos. Parece como si no hubiera otras obras relacionadas con estas festividades. Se me ocurren, sin salir del Barroco, al menos una veintena de buenas alternativas, obviadas de manera sistemática no sé si por la falta de imaginación de los programadores, por el rechazo de un público reacio a todo lo que se salga de lo tradicional o por ambas cosas a la vez. Sorprende, además, esa contumacia con El Mesías, obra que solo es navideña en su primera parte, pues las dos últimas versan sobre la Pasión, la Resurrección, la Ascensión y el Apocalipsis. Vamos, que hay tantos motivos para programar un Mesías en Navidad como para hacerlo en Semana Santa.
Los madrileños amantes del Oratorio de Navidad están de enhorabuena, sin dudas: dos veces en cuatro días en el Auditorio Nacional de Música. Y, además, las mismas cuatro cantatas: la primera, la segunda, la tercera y la sexta… Tampoco entiendo muy bien que no se interprete en su totalidad, porque eso casi equivale a decir que el público no está preparado para soportar dos horas de concierto. Pero, en fin, quede constancia de esta coincidencia, aunque se trate de ciclos distintos: el del pasado miércoles fue el de Ibermúsica y el de este próximo domingo es el del CDNM. Los dos, con formaciones historicistas de reconocido prestigio. A la espera de lo que ocurra el domingo, vayamos con lo que ocurrió el miércoles.
Florian Helgath (Ratisbona, 1978) [en la foto] es uno de los directores corales emergentes en Alemania, titular del ChorWerk Ruhr desde 2011 y responsable artístico desde un par de años de la Zürcher Sing-Akademie. Se formó, como no podía ser de otra manera habiendo nacido en esa ciudad, en el coro infantil Rengensburger Domspatzen, bajo la tutela de Georg Ratzinger, el hermano del papa emérito Benedicto XVI. En esta gira española, Helgath ha escogido para acompañar a su coro a B’Rock, orquesta belga polivalente siempre dentro de la interpretación historicista (su último proyecto discográfico es la integral de las sinfonías de Schubert, con René Jacobs de director). En principio, esta unión de efectivos se contemplaba como una garantía, por mucho que a la mayoría de los aficionados de aquí les dijeran más bien poco los nombres de los cuatro solistas vocales: la soprano Sarah Wegener, la mezzosoprano Marie Henriette Reinhold, el tenor Fabio Trümpy y el barítono André Morsh.
De los cuatro, es Morsh quien presenta mejores avales, acaso por su presencia en la segunda edición de Le Jardin de Voix (año 2005), la academia de Les Arts Florissants para jóvenes cantantes. En aquella edición coincidió con el contratenor español Xavier Sabata, con las sopranos Judith Van Wanroij y Claire Debono, con el tenor Andrew Tortise y con el bajo Konstantin Wolff, lo que supuso, sin duda, que fuera el mejor Jardin des Voix de los nueve que se llevan celebrados. Sin embargo, Morsh ha preferido enfocar en los últimos años más hacia el Clasicismo lírico que hacia el Barroco sacro. En verdad que sus avales confirmaron las previsiones, ya que de los cuatro integrantes del cuarteto fue el más convincente, pese algún que otro apurillo en la exigente aria para bajo de la primera cantante, Grosser Herr, o starker König. Sus tres compañeros también cumplieron, especialmente Trümpy en los recitativos encomendados al Evangelista.
Seguramente lo mejor del concierto fue el propio coro. Sin grandes espectacularidades, demostró cómo debe afrontar una masa coral la música de Bach. Formado por veinticuatro cantantes, es decir, seis voces por parte, estuvo empastado en todo momento. No obstante, le falta todavía un punto para poder competir en la Champions League. Se nota que Helgath lo conoce y que el coro conoce a Helgath. Y no solo que se conocen, sino que se respetan.
B’Rock, en cambio, se exhibió a un nivel más bajo del esperado, con un concertino incapaz de solventar los problemas (numerosos) de afinación que se produjeron en las cuerdas, con un percusionista enajenado y con las tres trompetas sufriendo serios y permanentes problemas, especialmente, la primera de ellos, Fruzsi Hara, que tuvo que lidiar con dos auténticos miuras como son el coro de apertura (Herr, wenn die stolzen Feinde schnauben) y el coral de clausura (Nun seid ihr wohl gerochen) de la sexta cantata. Se conoce que cuando Bach compuso estas dos piezas corales acababa de tener algún problema con un trompetista y se quiso vengar de alguna manera de todo el colectivo, pues pocos retos hay tan complicados para un trompetista.
No fue un mal concierto. Pero tampoco será uno de esos que se recuerden. Sirvió para confirmar esa sensación que están dando de un tiempo a esta parte no pocas formaciones de la Europa central (e Inglaterra): vienen a España pensando que estamos como estábamos hace cuarenta años y que cualquier cosa sirve. Y ya va siendo hora de que se les exija mucho más de lo que dan.
Eduardo Torrico