MADRID / Prégardien a la batuta: sensacional ‘Oratorio de Navidad’
Madrid. Auditorio Nacional de Música. 22-XII-2019. Universo Barroco. Bach, Oratorio de Navidad (partes I, II, III y VI). Hana Blažíková, soprano. Alex Potter, contratenor. Georg Poplutz, tenor. Peter Kooij, bajo. Collegium Vocale Gent. Director: Christoph Prégardien.
Desde hace un par de años el prodigioso tenor Christoph Prégardien ha comenzado a surcar nuevos caminos en una carrera colmada de éxitos: la experimentación con la tesitura de barítono y la dirección; en ambos casos con particular fortuna. Y su debut madrileño en esta última faceta difícilmente ha podido ser mejor, mostrándonos cómo un consumado artista del canto es capaz de decir cosas sublimes en la dirección con una composición tan interpretada como el Oratorio de Navidad bachiano.
El veterano Collegium Vocale de Gante culminaba este año su ciclo de grandes composiciones sacras de Bach en el Auditorio Nacional, tras las sucesivas interpretaciones en los pasados tres años de la Pasión según San Juan, la Pasión según San Mateo y la Misa en Si menor, siempre bajo la dirección de su fundador, Philippe Herreweghe. La presencia en el podio de Christophe Prégardien, por tanto, levantó grandes expectativas, por no decir incógnitas. Y estas se han resuelto de la mejor manera posible, con una versión de una calidad muy pocas veces escuchada.
En ninguna de las tres ocasiones en que la maravilla navideña del cantor de Leipzig se ha hecho en el Auditorio Nacional se ha ofrecido íntegra, decisión que, con toda sinceridad, no logro entender. Si por la extensión es, ha de responderse que, por ejemplo, la Pasión según San Mateo es más larga. La cuestión es que los belgas hicieron sólo cuatro partes o cantatas: las nº 1, 2, 3 y 6 –por cierto, idéntica selección que cuatro días antes se había ofrecido en la misma sala dentro del ciclo de Ibermúsica, aunque, por lo que ha contado en estas mismas páginas cibernéticas mi compañero y amigo Eduardo Torrico, con resultados bien distintos–.
Que las prestaciones orquestales y corales del conjunto flamenco fueran extraordinarias no constituyó ninguna sorpresa; sí lo fue, y gratísima, que el cantante-director alemán lograse una versión tan excepcional. Se nota su enorme afinidad con la obra –la que más ha cantado en su carrera–, que comprende a la perfección: toda la alegría, el júbilo desenfrenado a veces, la ternura, la confianza en la salvación gracias al nacimiento del Redentor se han plasmado con una rara perfección. Su lectura fue animada, pero no desbocada, con tempos ágiles muy bien elegidos. En los momentos más recogidos, como la deliciosa segunda parte, con su exquisito aire pastoral, delinea cada nota con suma delectación, con un mimo muy perceptible.
El primer coro, esa maravilla introductoria que es Jauchzet, frohlocket! estuvo impregnada de júbilo exultante, como también el que inicia y cierra la tercera parte, Herrscher des Himmels, erhöre das Lallen, por no hablar del de la sexta, Herr, wenn die stolzen Feinde schnauben: había alegría exuberante, gozo, majestad y celebración a raudales. En la segunda parte, la maravillosa sinfonía inicial pudo parecer al principio excesivamente articulada, con un fraseo algo aséptico, pero fue ganando vuelo hasta alcanzar un clímax de gran intensidad. Uno de los puntos fuertes de la dirección fue el enorme cuidado al delinear los corales, con una soberbia capacidad de matiz, desde la combinación de majestad y ternura en Ach mein herzliebes Jesulein, hasta la jubilosa expresión de triunfo sobre el mal de Nun seid ihr wohl gerochen, que cierra el oratorio –repetido en el bis con todo merecimiento–. Sin embargo, el momento más elevado fue el coral Ich steh an deiner Krippen hier; jamás se ha escuchado una realización de semejante belleza, lo que fue reconocido así por el público como por el propio Prégardien, quien, de forma espontánea, lo volvió a ofrecer como segundo bis.
No hay encomio suficiente para describir la actuación del coro del Collegium Vocale: su perfección raya lo imaginable. Y la orquesta no le fue a la zaga. Maravillosa en todas sus secciones, con unas intervenciones solistas sensacionales (no puede dejar de mencionarse a Christine Busch –violín–, Patrick Beuckels –traverso–, Marcel Ponseele y Taka Kitazato –oboes– y el trío trompetero, encabezado por Rupprecht Drees, quien se llevó merecidamente la mayor ovación gracias al excepcional manejo –dentro de lo humanamente posible– de las endiabladas dificultades del coral final, así como del aria Grosser Herr, o starker König).
Los solistas vocales, como es habitual en esta formación, presentaron una solidez encomiable. La parte del león se la llevó Alex Potter, por la cantidad y calidad de sus intervenciones, en particular las arias Bereite dich, Zion, mit zärtlichen Trieben y Schlafe, mein Liebster, geniesse der Ruh, que hizo con un gusto y delicadeza excepcionales. Georg Poplutz constituyó la revelación de la noche. No siempre me ha convencido cuando lo he escuchado en disco, pero en esta ocasión, sin trampa ni cartón, se desenvolvió de forma óptima, tanto como evangelista como en sus arias. Hana Blažíková cumplió con nota en sus dos momentos y Peter Kooij estuvo mejor que en tiempos recientes, muy marcial y apasionado en Grosser Herr, o starker König.
Fue una noche memorable que permitió presenciar la consagración de un gran director.
Javier Sarría Pueyo
(Foto: Elvira Megías – CNDM)