MADRID / ORTVE: una viola apagada y un pájaro fantástico
Madrid. Teatro Monumental. 22-IV-2022. Ciclo de Jóvenes Músicos. Joaquín Arias, viola. Orquesta Sinfónica RTVE. Director: Lio Kuokman. Obras de Walton y Stravinsky.
Vamos a ver, tocar no tocó mal, pero permítanme unas pocas palabras sobre William Walton (1902-1983) y de su Concierto para viola antes de empezar por el final de la primera parte. No se preocupen, enseguida entenderán por qué. Allá por 1929, en marzo, William cumplía 27 años. Aún quedaban doce para que los bombardeos de los alemanes en 1941 destruyeran su casa de Londres y se fuera a vivir a la casa de la familia de Alice Wimborne, su pareja desde 1934 hasta 1948; dieciséis, para conocer a la argentina Susana Gil Passo, con quien se casaría en 1948; veinticuatro, para irse definitivamente a vivir a la isla italiana de Ischia en 1956, donde construiría La Mortella; treinta y siete, para que le otorgaran la orden del mérito y obtener el título de Sir William Walton; y cincuenta y tres, para morir en Ischia tras una larga vida de 80 años… Pero regresemos a marzo de 1929, al Walton de 27 años, admirador de un tal Igor Stravinsky, que a la sazón tenía 47 años. Unos meses antes, a finales de 1929, el director de orquesta Thomas Beecham le había propuesto escribir un concierto de viola para Lionel Tertis, violista a quien otros compositores como Vaughan William o Bax ya habían dedicado obras. En la primavera de 1929, Walton terminó de componer el concierto y se lo envió a Tertis quien… ¡lo rechazó! Walton se llevó un chasco impresionante, hasta el punto de considerar transformar el concierto para violín. Y es aquí donde intervienen esas carambolas vitales que hacen que las cosas sucedan. El manuscrito del concierto llegó a manos del compositor y violista alemán Paul Hindemmith (1895-1963) y fue él quien lo estrenó en los Proms de Londres, en octubre de 1929, junto con William Walton al frente de la Orquesta Sinfónica Henry Wood.
Y hablando de Paul Hindemith, precisamente de este compositor fue la propina que tocó el joven violista español Joaquín Arias [en la foto] al final de la primera parte del recital que ayer ofreció en el Teatro Monumental la Orquesta Sinfónica RTVE, dirigida por el también joven director chino Lio Kuokman, dentro del XXII Ciclo de Jóvenes Músicos. Después de tocar el Concierto para viola de Walton, Arias anunció que interpretaría el cuarto movimiento de la Sonata para viola nº 1 op. 25 de Paul Hindemith. ¡Lo bordó! La interpretó con brillantez, expresividad, dinamismo, mucho virtuosismo y gran sonoridad… Fue precisamente esa sonoridad, potente, profunda y expresiva, la que le faltó durante su interpretación del fabuloso Concierto para viola de Walton. A ver, ya lo decíamos al principio: tocar no tocó mal. Quien subscribe estas palabras, ignora si el instrumento que utilizó Arias era el adecuado, pero lo cierto es que el sonido adoleció de falta de proyección y en varios pasajes —sobre todo cuando intervenía la sección de viento— la viola apenas se oía. Cierto es que la brillante orquestación de Walton —a pesar de la revisión que hizo de este concierto en 1961— es copiosa, pero quizás la conjunción sonora entre orquesta y solista podría haberse trabajado un poco más… Y eso era responsabilidad Lio Kuokman, un director que, sin embargo, nos gustó: gesto amplio de brazos, siempre muy en alto, precisión y gran expresividad. No obstante, pudo acompañar mejor a Joaquín Arias: la viola sonó un tanto apagada.
Si el sonido entre la orquesta y el solista de la primera parte pudo haberse cuidado más, en la segunda se notó que el sonido se había trabajado mucho más. Las sonoridades que Lio Kuokman sacó de la orquesta y la interpretación que hicieron de la suite de El pájaro de fuego de Igor Stravinsky (1882-1971) fueron, sencillamente, fantásticas. Stravinsky terminó el manuscrito para piano el 21 de marzo de 1910 —curiosamente, con la misma edad que Walton tenía cuando compuso el concierto para viola diecinueve años más tarde— y concluyó la orquestación en mayo de ese mismo año. El estreno de L’Oisseau de feu —que así se titulaba originalmente en francés— fue un éxito inmediato y supuso la consolidación del hasta entonces un tanto desconocido Igor Stravinsky. No sería hasta tres años más tarde que la ‘consagración’ de Stravinsky como compositor llegaría con La consagración de la primavera. La versión que la Orquesta Sinfónica RTVE interpretó fue la que Stravinsky hizo en 1945. Consta de doce partes: Introducción, Preludio y danza del Pájaro de fuego, Variaciones (Pájaro de Fuego), Pantomima I, Pas de deux (Pájaro de Fuego e Iván Tsarévich), Pantomima II, Scherzo (Danza de las princesas), Pantomima III, Ronda (Chorovod), Danza infernal, Canción de cuna (Pájaro de Fuego) e Himno Final. Como dijimos anteriormente, la interpretación de la orquesta fue fantástica. Se consiguieron sonoridades y contrastes exquisitos. La dirección de Lio Kuokman fue excelente, anticipando con sus gestos faciales, brazos y manos las muy variadas dinámicas rítmicas y sonoridades. Todos lo hicieron muy bien. Quizás hubiera sido conveniente abrir más la tapa del piano para que se escuchasen mejor esos breves y rítmicos diálogos entre el piano y la flauta. Destacamos las intervenciones de la trompa, magníficamente ‘soplada’ con estupendo fiato por el valenciano Jose Chanzá. Ferozmente rítmica y ‘diabólica’ resultó la Danza infernal delicadamente contrastada con la Canción de cuna, cuyo pianissimo trémolo en las cuerdas fue de bellísima ejecución, para culminar con un apoteósico Himno final que arrancó un gran aplauso del público.
Michael Thallium