MADRID / ORTVE: Tormenta, ímpetu y Clasicismo del bueno
Madrid. Teatro Monumental. 17-III-2022. Germán Asensi, trompeta. Orquesta Sinfónica RTVE. Director: Andrea Marcon. Obras de Kraus, Hummel y Schubert.
El programa que anoche ofreció la ORTVE dirigida por el maestro trevisano Andrea Marcon cumple todos los requisitos del Clasicismo: tormenta, ímpetu y melodías pegadizas. Acostumbrados a ver a la orquesta con nutridas secciones de viento metal y percusión, uno podría pensar que volver a la esencia de la orquesta típica del Clasicismo —pequeña sección de cuerdas, oboes, fagots, trompas y, como mucho, timbales— resultaría soso, poco atractivo… Nada más lejos de la realidad. Marcon, especialista en música antigua, dirigió la orquesta para que sonase a Clasicismo del bueno, sencillo y sin alharacas.
Tres compositores y tres obras bien distintas: de Joseph Martin Kraus (1756-1792), la Sinfonía en Do menor VB 142; de Johann Nepomuk Hummel (1778-1837), el popular Concierto para trompeta en Mi bemol mayor; y de Franz Schubert (1797-1828), la Sinfonía n.º 5 en Si bemol mayor D 485. Marcon dirigió las dos sinfonías del programa sin batuta, dejando su empleo para la obra de Hummel, que el trompetista Germán Asensi interpretó con eficacia, exquisitez y maestría.
Comenzó el concierto con la Sinfonía en Do menor de Kraus, conocido como “el Mozart sueco”, aunque nació en el municipio bávaro de Miltenberg am Main y pasó la mayor parte de su vida en Alemania. No obstante, comparte con Mozart año de nacimiento, una vida corta y casi la misma edad a la que ambos fallecieron: Mozart a los 35 y Kraus a los 36. N no habiendo cumplido aún los 22 años, Kraus se mudó a la Corte de Estocolmo durante el reinado de Gustavo III… Y de ahí viene el apodo de “el Mozart sueco”. Kraus fue muy apreciado como compositor de óperas y de las quince sinfonías que escribió, sólo doce han llegado hasta nuestros días. No es un compositor que se suela programar, así que quienes tuvimos ocasión de asistir al concierto, fuimos unos privilegiados. Parece ser que, en su día, deslumbró al mismísimo Haydn. Consta de tres movimientos a la italiana (Larghetto, Andante, Allegro Assai) en lugar de los cuatro ya habituales por aquel entonces en Viena. Es una sinfonía tormentosa, impetuosa, dramática y oscura, con una clara influencia de Mozart y Haydn. La ORTVE y Marcon la interpretaron para el puro disfrute del público.
El Concierto para trompeta en Mi bemol mayor de Hummel es muy conocido en el repertorio de los trompetistas. Esta obra es típicamente clásica: tres movimientos (Allegro con spirito, Andante y Rondo). Hummel sustituyó a Haydn tras su muerte en 1809 como maestro de capilla —llevaba ya desde 1804 ejerciendo como tal— en la Corte de los Esterhazy. Y fue ahí donde le sugirieron que escribiera un concierto para el famosísimo trompetista Anton Weidinger, músico al servicio de los Esterhazy para quien Haydn ya había compuesto un concierto también muy conocido. Ignoramos cómo lo tocaría Weidinger, pero sí sabemos que Germán Asensi [en la foto] lo hizo de maravilla. Sus compañeros de orquesta —Asensi es trompeta solista de la ORTVE— lo acompañaron para que se luciera dentro de los límites que el clasicismo deja para que el solista se luzca. Magnífico y bello el Andante en el que Asensi demostró poseer un estupendo fiato y que desembocó en el virtuosismo del Rondo que Asensi ejecutó con la maestría y factura del músico curtido en la orquesta. El público lo reconoció con el aplauso al que el maestro Germán Asensi correspondió con una breve, virtuosa y deliciosa propina que sin duda era barroca… Salimos de dudas al preguntarle en la puerta de artistas al maestro de qué obra y compositor se trataba. “Es una propina que solía interpretar mucho Maurice André, pero con la trompeta piccolo”, nos dijo. La propina fue una Allemanda de Johann Christian Schickhardt (1682-1762).
Tras el descanso pudimos disfrutar de la Sinfonía nº 5 que Schubert compuso con tan sólo 19 años. Fue una de las pocas sinfonías que Schubert vio ejecutadas en vida y, tal y como explica Martín Llade en las notas al programa, fue el propio compositor quien participó a la viola en la ejecución que tuvo lugar en la casa de su amigo y violinista Otto Hatwig. Sin embargo, el estreno de la obra íntegra no sería hasta 13 años después de la muerte de Schubert cuando Michael Leitermeyer, también amigo de Schubert, la dirigió en 1841. Esta obra está muy influida por la música de Mozart, en particular por la Sinfonía nº 40. Consta de cuatro movimientos: Allegro, Andante con moto, Menuetto y Allegro vivace. Nos gustó mucho la flauta en Andante con moto. La ORTVE hizo una fabulosa interpretación, a la que el público correspondió, una vez más, con el aplauso.
Dos compositores cuyas vidas fueron cortas —31 años, Schubert y 36, Kraus— y otro que vivió hasta los 58, Hummel. Tres obras representativas del clasicismo y una interpretación sencilla y estupenda. Clasicismo del bueno.
Michael Thallium